"Catolicismo" Nº 11 - Noviembre de 1951 (extractos) [1]
Las fotografías que reproducimos ilustran bien como
se consideraban y como se consideran los funerales y
el luto.
Uno, obra de Jean Fouquet, representa los funerales
de Étienne Chevalier, en el siglo XV. La otra es una
fotografía de un automóvil para transporte funerario,
de los que actualmente se usan en São Paulo.
En la escena medieval, el transporte fúnebre era
realizado a mano. Los personajes caminan con
fisonomía compungida y paso cadenciado. El aspecto
de conjunto del cortejo es grave y solemne,
expresando adecuadamente la terrible majestad de la
muerte.
Costumbres sociales de este estilo, manifiestan bien
que el hombre tomaba ante la muerte una actitud de
cristiano: ni huía de ella despavorido, ni procuraba
disfrazar bajo apariencias anodinas lo que ella
tiene de terrible. Esto es porque el hijo de la
Iglesia cree en la Redención y en la Resurrección.
* * *
¡Los funerales modernos son bien diferentes! Cada
vez más tienden a dar a la muerte el carácter de un
accidente sin importancia, y a borrar de los
aspectos de la existencia cotidiana todo cuanto
recuerde lo que en aquella hay de terrible.
Las condiciones técnicas de la vida de nuestros días
favorecen, por singular coincidencia, esta tendencia.
Y en general no se nota el esfuerzo de los artistas
ni de los técnicos, para obviar en la medida de lo
posible este grave inconveniente.
Así, por ejemplo, ¿puede haber algo más parecido a un
furgón de entrega de mercadería, que el auto
funerario que aparece en la segunda fotografía?
Quitándole sólo la cruz y la cortina y estaría hecha
la transformación.