Plinio Corrêa de Oliveira

 

 

"!Ya, Ya y Ya!"

 

 

 

 

 

 

Folha de S. Paulo, 29 de abril 1982

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Deseando tratar hoy de la tensión anglo-argentina, declaro, antes de todo, mi solidaridad con el comunicado límpido, penetrante y perspicaz, emitido sobre el asunto por la TFP de la nación rioplatense (cfr. “Folha de S. Paulo” 16-IV-82, p. 7). Y prosigo.

En la presente tensión a propósito de las Malvinas, lo que a mí me afecta como católico, como brasileño y como hombre de tradición no es la disputa entre Inglaterra y Argentina, sino la constatación de la lamentable fragilidad de todo Occidente ante el imperialismo soviético, pues la simple presencia de una fuerza naval de Rusia en el Atlántico Sur, en este momento crítico, pone en jaque simultáneamente la grande y querida potencia sudamericana que es Argentina, así como la ilustre y provecta potencia europea y mundial que es Inglaterra. Esto a corto plazo. A medio plazo puede convulsionar toda América del Sur, incluso mi Brasil, y lanzar a la guerra -atómica- las superpotencias norteamericana y rusa. A este estado de debilidad llegó Occidente, por obra del calamitoso gobierno Carter, y de la doble “détente” [distensión] norteamericana y vaticana en relación a Moscú.

El verdadero contenido de las “détentes” de la Casa Blanca y del Vaticano fue el ablandamiento. Y los soviéticos no se “distendieron”. Ahora bien, un ablandamiento unilateral sólo puede redundar en la derrota de los ablandados. Y éste nos condujo a lo que sucede a propósito de la fuerza naval rusa cerca de las Malvinas. Mis simpatías no se deben volver, pues, hacia Inglaterra o hacia Argentina, sino simultáneamente rumbo a Inglaterra y Argentina... contra la Rusia soviética. ¿Paradójico? De ninguna manera:

1. Parece que, en la actual coyuntura, es para el imperio británico especialmente duro renunciar a las Malvinas. Si ella lo hiciere, mostraría poca capacidad de defensa de los intereses imperiales en otros lugares del globo, en los cuales la situación es análoga. Así, Venezuela reivindica para sí más de la mitad del territorio hasta hace poco llamado Guayana Inglesa. La solidaridad venezolana con Argentina fue expresada recientemente con calor, lo que deja gran duda sobre el propósito del Presidente Herrera Campins de ocupar en cuanto sea posible la zona reivindicada. ¿Cuál será entonces la reacción británica? ¿Otro retroceso? Y en ese caso, ¿tardará España mucho tiempo en atacar, a su vez, Gibraltar? Y de ahí en adelante, ¿dónde pararán las cosas? Se piense lo que se piense del valor de las alegaciones inglesas a favor de los derechos de la Commonwealth a esa y otras posesiones, una cosa no se le puede pedir al Gobierno inglés: que retroceda ante tales reivindicaciones.

Tampoco se puede pedir a Argentina, a Venezuela o a España que renuncien a sus tradicionales reivindicaciones. Pero es imposible no discutir la oportunidad de la ocupación militar argentina en este momento. Porque una fuerza naval soviética se encuentra en la zona. Y esto está bastando para poner en riesgo grave la propia soberanía de Argentina en su territorio continental. Me explico.

2. ¿Era necesario que la ocupación de las Malvinas se efectuase precisamente cuando por allí andaba una fuerza naval soviética?

En efecto, no puede causar el menor espanto que Inglaterra resista. Y que pase a la contraofensiva. En tal caso, parece -por lo menos para quien no dispone de informaciones militares especiales- que Argentina no tendrá medios para defenderse con todo el éxito, a no ser recurriendo a la prestatividad sospechosa de la marina rusa. Si tal ocurriera, los soviéticos formularán inevitablemente condiciones. Entre éstas es probable que figure un condominio ruso con Argentina en las Malvinas (y entonces Argentina habrá perdido virtualmente esas mismas Malvinas) y la participación de las izquierdas argentinas en el poder central de la nación (y entonces ocurrirá una alienación velada de la soberanía argentina). Más todavía. Las correrías de una guerra anglo-rusa en mares y tierras argentinas podrán fácilmente dar ocasión al desembarco de tropas rusas, con el pretexto de defender Argentina contra incursiones británicas. En este caso, ¿quién obtendrá después que esas tropas abandonen el país?

En síntesis, para desalojar de las Malvinas, ya, inmediatamente, sin tardanza, a los ingleses, el Gobierno argentino habrá dado ocasión a que: a) los soviéticos se alojen en esas mismas Malvinas; b) y después, muy naturalmente, desembarquen en Argentina, allí se instalen y obliguen al Gobierno argentino a aceptar la participación de títeres rusos en la dirección del país.

Pregunto si, para efectivar ya, ya y ya, sus derechos a las Malvinas, valía la pena a Argentina pagar tan inmenso precio político. La cuestión no está en las Malvinas, está en el ya, ya y ya. Como amigo de Argentina, que allí poseo muchos de los mejores amigos que he tenido en la vida, como católico, como brasileño, sólo puedo responder: “No valla la pena.”

3. Como brasileño, ¿qué tengo que ver con esto? Me preguntarán tal vez algunos argentinos. Mucho...

De verificarse las hipótesis siniestras, si bien que nada improbables, que acabo de registrar, queda fuera de duda que un ventarrón de entusiasmo, de esperanzas, llevando consigo los peores miasmas ideológicos, soplará en todo Brasil. En nuestras raquíticas izquierdas políticas, en el escuálido PCB, por cierto. Pero también en la izquierda religiosa, tan potente en la CNBB, y por lo tanto tan potente en Brasil.

¡Y si sólo fuera esto!

Hay en nuestra burguesía más alta (léase “más rica”) todo un sector tendente a la autofagia socioeconómica socioeconómica. Este sector se enternece con todas las lamentaciones de la demagogia izquierdista, predica el desánimo y el “ceder para no perder” ante todas las reivindicaciones de todas las izquierdas. En fin, simpatiza con todo lo que quiere liquidarlo. Y simétricamente vota la frieza más glacial (en la superficie) y al mismo tiempo más candente (en profundidad) contra los que se profesan tradicionalistas, o por lo menos conservadores. ¡Cómo esos sectores -eclesiásticos o empresariales- tendrían que actuar en pro de la capitulación de los elementos sanos innegablemente existentes en la burguesía rica, más todavía en la burguesía media y pequeña, y mucho más todavía en la gran clase conservadora que es, en Brasil, la de los trabajadores manuales urbanos y agrícolas!

Corro en la exposición, pues va terminando el espacio de que dispongo. Sumariamente digo que fenómenos análogos se desencadenarían en escala mayor o menor en toda Hispanoamérica. Y que el imperialismo soviético puede ir haciendo así de Iberoamérica un inmenso Vietnam, en el cual los Estados Unidos se vean obligados al final a intervenir para su propia salvaguardia.

¿Valdría la pena abrir camino, en plazos respectivamente corto, medio y un poco más que medio sucesivamente, para un naufragio de la soberanía argentina, para el de Iberoamérica y, por fin, para el de la paz mundial? ¿Y esto, no para que Argentina tenga las Malvinas (que podrán ser reivindicadas en momento más oportuno), pero para que las tenga ya, ya y ya?

¿Qué quiero entonces? La alianza de la Argentina católica con la Inglaterra tradicional contra el comunismo ateo e imperialista...


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