Plinio Corrêa de Oliveira
La Sagrada Faz de Nuestro Señor: expresión de la perfección del orden por excelencia
Extractos de conferencia de 3 de Mayo de 1980, sin revisión del autor (*) |
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La fisonomía de la Sagrada Faz de Nuestro Señor parece expresar el orden por excelencia, con lo que tiene de más trascendental. Siempre que veo buenas imágenes de Nuestro Señor Jesucristo ‒aún aquellas que no consiguieron representarlo bien‒, la impresión que tengo es de una gran sabiduría junto a una gran bondad. Y lo que más me impresiona en la fisonomía de la Sagrada Faz de Nuestro Señor, estampada en el Santo Sudario, es que parece expresar el orden por excelencia, con lo que tiene de más trascendental.
La frente no es exagerada, sino puesta de manera que revela el mar de su pensamiento. Aunque no se vea su mirada, por la frente podemos percibir lo que existe de pensamiento. La nariz es la más extraordinaria que se pueda imaginar. Ningún artista osaría pintar una nariz como la de la Santa Faz. Por ejemplo, la nariz del Apolo del Belvedere, reputada como la nariz de las narices, es un narigón en comparación con la Suya. En la Santa Faz, la nariz quebrada en la caída rumbo al Calvario, no tiene comparación con nada. ¡Revela una resolución de quien va hasta las últimas consecuencias! No es fácil describir sus labios. Porque quien fuese a pintar labios bonitos, dibujaría labios al modo clásico. En los labios de la Sagrada Faz se diría que hay un trazo especialmente expresivo: recuerda el comentario de los discípulos: “Qualis est hic, quia et venti et mare oboediunt ei?” (Mt. 8, 27). Cuando Nuestro Señor dio orden de aplacar la furia de la tempestad, los vientos y los mares le obedecieron. El mentón es, a su modo, la parte que más expresa la combatividad. Se podría hacer un tratado sobre los mentones. La barbilla fuerte da la impresión de un maxilar poderoso que, a su vez, trasmite la idea de una mente articulada. En la Santa Faz ese aspecto es ligeramente disfrazado por la barba, diluyendo este aspecto en filamentos de delicadeza y de bondad. Una fisonomía que bien observada deja sin saber qué decir. Es la perfección del orden. No conozco nada tan ordenado o a nadie tan ordenado como la fisonomía de Nuestro Señor Jesucristo. (*) Traducción de Acción Familia (Santiago de Chile). |