Para resolver cuestiones de fe


A falta de argumentos:

 

Sanciones y Amenazas

 

 

Sociedad Cultural COVADONGA, Madrid, 1976

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Declaración del Comité Permanente del Episcopado

Desde hace un tiempo a esta parte, ha habido diversas tendencias, en un sentido u otro, de constituir en la Iglesia Católica chilena un magisterio paralelo. La última expresión concreta de ellas la vemos en el libro “La Iglesia del Silencio en Chile”, editado por la así llamada “Sociedad Chilena de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad”.

Sabemos que “hemos sido puestos por el Espíritu Santo para gobernar la Iglesia de Dios (Hechos 20,28)”, y estando en profunda comunión con el Santo Padre Paulo VI -quien siempre nos ha acompañado en nuestras decisiones con enorme claridad y cariño-, recordamos las palabras de Jesucristo: “Quien a ustedes escucha, a Mí me escucha; y quien a ustedes desprecia, a Mí me desprecia (Lc. I0,I6)”. Y nos vemos en el deber de expresar públicamente:

I. Las personas que han colaborado con estos escritos y en esta campaña, ya sea escribiendo, editando o difundiendo esta publicación, se han marginado por su propia actuación de la Iglesia Católica, cuyo Espíritu es absolutamente opuesto a lo que hacen.

2. Pedimos a los católicos estar conscientes que la Iglesia se construye sobre Jesucristo, en comunión con el Santo Padre y los Obispos legítimos. Aquel que no acepta esta doctrina no pertenece a la Iglesia Católica.

3. Nos resulta extraño que en la situación actual se permita la publicación de un ataque semejante; y que en un régimen de autoridad, que proclama la orientación cristiana de sus principios, se autorice a personas que libremente ofendan de esta manera a la Santa Madre Iglesia y llamen a la desobediencia de sus pastores legítimos.

JUAN FRANCISCO FRESNO L.

Arzobispo de La Serena

Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

CARLOS CAMUS LARENAS

Obispo Secretario de la Conferencia Episcopal de Chile

Santiago, 9 de marzo de 1976.

La TFP chilena comenta la Declaración del Comité Permanente Del Episcopado

Suscrito por los Monseñores Juan Francisco Fresno y Carlos Camus Larenas, Presidente y Secretario, respectivamente, de la Conferencia Episcopal de Chile, fue dado a público el día 9 del presente una declaración del Comité Permanente del Episcopado a respecto del libro “LA IGLESIA DEL SILENCIO EN CHILE - La TFP proclama la Verdad Entera”, escrito y editado por esta Sociedad.

Presenta la referida declaración múltiples puntos que, de por sí, despiertan extrañeza e inclusive protesta. Para mayor brevedad, destacamos sólo algunos de ellos.

1. En el aludido libro, la TFP, con base en 220 documentos, afirma que la casi totalidad del Episcopado chileno y gran parte del Clero se apartaron de la misión que les fuera confiada por el Espíritu Santo, de “regir a la Iglesia de Dios”, y empeñaron toda su autoridad y prestigio en promover la ascensión al poder y la manutención en éste del fallecido ex presidente marxista Salvador Allende. Fortalecido por dicho apoyo, el entonces Presidente de la República y sus colaboradores aplicaron en Chile, en toda la medida que les fue posible, los principios gravemente anticristianos, injustos y tiránicos del comunismo. Una de las consecuencias de esto fue la miseria que se propagó en nuestro país.

Los mismos señores Obispos y sacerdotes, lejos de luchar por la Iglesia, por la Civilización Cristiana y por el pueblo hambriento, apoyaron a Allende hasta el último instante, y, caído éste, se empeñan en reerguir el poderío marxista que los chilenos derrocaron.

2. Cualquier juicio que fuere emitido sobre la conducta de la TFP, de los que con ella colaboran imprimiendo o difundiendo el referido libro, sólo puede ser considerado como serio y eficaz, bajo condición de responder clara y categóricamente a las siguientes preguntas:

a) Los hechos expuestos en el libro de la TFP ¿están documentados?

b) ¿Son verídicos?

c) ¿Están objetivamente analizados?

3. Si se responde afirmativamente a esas preguntas, la conclusión forzosa es que dichos Prelados y Sacerdotes se encuentran en estado de cisma y de sospecha de herejía, conforme al Derecho Canónico (“La Iglesia del Silencio en Chile”, Conclusión, ítems I y II, págs. 377-390).

En consecuencia, carecen, así, del poder para declarar cismáticos y sospechosos de herejía a los fieles que hayan denunciado su conducta gravemente irregular y hayan sacado de esa conducta las conclusiones que a cada fiel le es lícito sacar en circunstancias como la presente.

Muy al contrario de dar una clara respuesta a las preguntas arriba enunciadas, los representantes del Episcopado, en las dos declaraciones que dieran a público, eluden cautelosamente el diálogo sobre esta materia. No se les proporciona a los fieles -quienes están comprando el libro con tanto interés y simpatía, que puede decirse que equivale a una ovación- la menor explicación sobre los motivos por los cuales consideran infundadas las afirmaciones de la TFP.

4. Los señores Obispos, tan celosos de ser “aggiornados”, responden, por el contrario, sólo con el argumento de autoridad. La razón alegada para probar que no se apartaron del cumplimiento de su misión es su propia palabra: Hoc volo, sic jubeo: sit pro ratione voluntas” (Juvenal, SAT. VI - “Así yo quiero, así yo mando: mi voluntad sírvame de razón”).

5. Constatando, naturalmente, los autores de la declaración, la obvia falta de bases de sus argumentos, que se contuercen en un círculo vicioso, apelan los señores Obispos para la autoridad suprema, alegando que su lamentable procedimiento no es cismático ni sospechoso de herejía, pues habría sido aprobado por Paulo VI. Abordando el asunto con la veneración sin límites que profesamos por la Cátedra de Pedro, recordamos tan solo de paso que el público chileno no conoce un solo documento en que el Soberano Pontífice haya expresado oficialmente su aprobación al conjunto de la actitud del Episcopado narrado en el libro de la TFP.

Por otra parte, de modo aún más sumario, subrayamos que la Declaración del Comité Permanente del Episcopado no toma en consideración los principios contenidos en la Revelación, y cuidadosamente estudiados por teólogos, canonistas y moralistas, a respecto de la distinción existente entre los documentos doctrinarios del Magisterio Supremo y la conducta de los Papas, considerada en cuanto normativa del pensamiento y de la acción de los fieles.

Sería indispensable hacer esa distinción antes de que los señores Obispos, con el propósito de resolver la difícil situación que crearon para sí mismos, nos declaren como que dimisionarios de la Iglesia.

Tal actitud, canónicamente infundada, presenta un carácter sumario que discrepa del respeto y de la caridad, que conforme a una tradición proveniente de los orígenes de la Iglesia, los Soberanos Pontífices y Obispos del mundo entero han hecho siempre gala de mostrar en el trato con sus ovejas.

6. Un sereno análisis de la Declaración exige, aún, otra observación de nuestra parte. El sentimiento ampliamente ecuménico del señor Cardenal, y de otros eclesiásticos de nuestro país, se manifestó en varias ocasiones importantes. Una de ellas fue la presencia oficial de rabinos y pastores protestantes en el Te Deum cantado en la Catedral, con ocasión de la transmisión del mando al ex presidente Allende. El presupuesto de tales actitudes es, obviamente, la aceptación de la más amplia libertad religiosa. En vista de esto, no comprendemos como los firmantes de la Declaración piden, o más aún exigen, que el poder temporal descargue su fuerza sobre nosotros católicos, apostólicos y romanos, que no hacemos otra cosa en el libro “LA IGLESIA DEL SILENCIO EN CHILE” sino apreciar en lenguaje respetuoso la actitud de los Prelados, cumpliendo, de acuerdo con la ley de la Iglesia, un deber de nuestra Fe. Actuamos en esto, también, dentro de la libertad que el Estado chileno reconoce a todos los que, como nosotros, se sitúan en el campo esencialmente religioso.

7. Represión eclesiástica enfática, afectando no sólo a la TFP, sino a todos los que con ella colaboren en la confección y difusión del libro. Amenaza de eventual represión policial. Con medidas de estas, jamás, absolutamente jamás adoptadas por nadie del actual Episcopado chileno contra el comunismo, el Comité Permanente del Episcopado procura atemorizar y reducir al silencio a los fieles. Si otras razones no hubiese, ésta bastaría ya para demostrar que existe efectivamente una Iglesia del Silencio en Chile, como lo afirma nuestro libro...

*    *    *

Ante estas actitudes del Comité Permanente del Episcopado, la Sociedad Chilena de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad manifiesta con pesar su profundo desacuerdo.

Por el Consejo Nacional de la Sociedad Chilena de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad.

Alfredo Mac Hale Espinosa

Presidente

José Antonio Ureta Zañartu

Luis Montes Bezanilla

Directores

Santiago, 11 de marzo de 1976

Nota: Los grifos son del sitio www.pliniocorreadeoliveira.info


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