Plinio Corrêa de Oliveira

 

Luisa se torció un pie...

 

 

 

 

 

 

 

 

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Cuanto mayor es la distancia de un acontecimiento, menor es la emoción que el hecho causa. Es lo que dice el literato portugués Eça de Queiroz en su obra “Las catástrofes y las leyes de la emoción“. Para ilustrar su tesis, el autor da varios ejemplos. El más característico es el caso del pie de Luisa Carneiro.

Era de noche, y una señora leía a un grupo de personas el diario repleto de noticias catastróficas. Primero, un terremoto en Java destruyó 20 aldeas y mató 2000 personas. Nadie se interesó por tan lejana desventura. Después, más cercano, en Hungría, una inundación destruyó ciudades, campos, hombres y ganado. Alguien entonces murmuró, con un lánguido bostezo: “¡Qué desgracia!”. Enseguida fueron relatados tumultos en Bélgica, en los cuales habían muerto cuatro mujeres y dos niños. Voces más interesadas exclamaron suavemente: “¡Qué horror!”.

La lectora pasa a la página siguiente del diario, y busca en otra columna. De repente lanza un grito, se lleva las manos a la cabeza y exclama: “¡Santo Dios!”. Todos se levantan sobresaltados y preguntan que había ocurrido. La lectora balbuceaba: “Fue Luisa Carneiro, de Bellavista… ¡Esta mañana!… ¡Se torció un pie!“.

Un criado fue corriendo a Bellavista a buscar noticias. Sobre la mesa, abierto, todo el diario parecía lúgubre con aquella noticia que lo llenaba entero y lo tornaba tenebroso.

Dos mil javaneses sepultados por un terremoto; Hungría inundada, soldados matando niños; un tren descarrilado; hambre, pestes y guerras, todo desapareció y se tornó como una sombra ligera y remota.

Pero el pie torcido de Luisa Carneiro oprimía los corazones. Todos conocían a Luchita, y ella vivía a la entrada de Bellavista, en aquella casa donde una gran enredadera cubría el muro, dándole a la calle sombra y perfume.

“Ceder a la espontaneidad descrita por Eça y colocarse en el centro universo, es afirmar que las cosas importan en la medida que se relacionan con nosotros, y no cuando se refieren a Dios. Con esa mentalidad no habrían existido las cruzadas ni las misiones“, comentaba el profesor Plinio Corrêa de Oliveira.

Y, a propósito: ¿como reaccionamos en nuestro interior ante la terrible persecución religiosa anticatólica que se desarrolla en varias partes del mundo?

(*) Resumen y adaptación por Leo Daniele. Traducción y difusión por Acción Familia (Santiago de Chile)


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