Plinio Corrêa de Oliveira
Entre lobos y ovejas, nuevo estilo de relaciones
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Érase una vez… A lo lejos se veía un grupo grande de ovejas. Un poco alejadas de ese grupo, algunas ovejas discutían acaloradamente. ¿Qué ocurría? Desde hacía algún tiempo, los lobos de aquel país se habían visto aquejados de una extraña enfermedad que los había hecho disminuir notablemente. Entonces, algunas ovejas más jóvenes y dinámicas, habían propuesto llegar a un acuerdo con los lobos. Se trataría de dejar de lado la lucha secular que mantenían y aprovechar para el bien común la astucia reconocida de los lobos. Esto se hacía especialmente necesario ya que, debido al calentamiento global –al parecer producido por las emisiones de CO2 de la respiración de las ovejas– el clima se había tornado extremamente frío. Si bien es cierto que a las ovejas ese frío no les afectaba demasiado, pero algunas tenían pena de los pobres lobos que sufrían visiblemente por ello. Estas pensaban que, si las ovejas acogían a los lobos, la furia sanguinaria de estos últimos se vería aplacada y reinaría así finalmente la paz. A pesar de los consejos de prudencia de los más viejos, la opinión de los jóvenes prevaleció. Así, una comisión, se encargó de llevar un mensaje a los lobos proponiéndoles construir un abrigo contra el frío. Los lobos sostuvieron un consejo y decidieron mostrarse muy divididos entre ellos. Los aullidos de discordia en el consejo de los lobos se oían desde muy lejos. Las ovejas pragmáticas se alegraban y decían: “¿Ven? No habrá ningún peligro en colaborar con los lobos. Ellos están divididos”. Así fue que se estableció un nuevo tipo de relaciones entre los lobos y las ovejas en aquel país. Ambos, colaborando para el bien común, comenzaron a construir un abrigo que los protegiera del frío extremo. La construcción duró algún tiempo y todo parecía en completa paz. Algunos se extrañaban que, de vez en cuando, desaparecía una pequeña oveja. Los más desconfiados culpaban a los lobos, pero los otros decían que tal vez se habría extraviado en medio de la nieve. Cuando se estaba terminando la construcción, los lobos propusieron cerrarla con unas puertas bien sólidas. Así, decían ellos, se podrían proteger mejor del frío. Todos concordaron con alegría. Una u otra oveja que veía el peligro, tuvo que mantenerse en silencio ya que sería políticamente incorrecto levantar una sospecha. Los lobos y las ovejas trabajaron con empeño para hacer las puertas. Después de instaladas, los lobos invitaron a las ovejas a entrar en el refugio. Se cerraron las puertas y en la oscuridad sólo se oían los rugidos de los lobos y los balidos de las ovejas.
(*) Del sitio Acción y Familia (Santiago de Chile). |