Carta a todos los Jefes de Estado del mundo libre

En favor del establecimiento de relaciones diplomáticas con Lituania

 

 

El día 5 de marzo 1991, el profesor Plinio Corrêa de Oliveira, en nombre de la TFP brasileña y de las otras 14 TFPs esparcidas por el mundo, envió a los Jefes de Estado de todos los paises del mundo libre la presente carta, exponiéndoles las razones que deben llevarles a entrar urgentemente en contacto con el Gobierno lituano, con sede en Vilna, y establecer desde ya negociaciones para la apertura de relaciones diplomáticas.

 

 

 

Excelentísimo Señor:

Lo que me lleva a escribir a V. E. es la sensibilidad de nuestra alma ante el gemido de un pueblo y la defensa de un derecho.

1. Lituania, otrora cautiva y sujeta a toda la tiranía del régimen comunista, adversario irreductible de la Religión, como de la Familia y de la Propiedad, sufrió durante medio siglo hambre, miseria y persecuciones bajo el tacón de la bota soviética. Al final ella vió rayar por un momento el sol de la independencia y, consecuentemente, sintió abierto delante de sí el camino de retorno a la civilización y a la prosperidad de otro tiempo, de las cuales el régimen comunista la privó de modo inclemente.

Acto seguido, afirmó su independencia, constituyó su Gobierno y comenzó la re­construcción de la patria.

Gorbachov, frustrando las vanas espe­ranzas que su política de «perestroika» hizo nacer en Occidente, violó la soberanía de esa nación que acababa apenas de renacer, y, bajo el pretexto de que sus hijos se negaban a servir en el ejército —por ellos tenido como extranjero— de la URSS, mandó aplastar las reacciones en Lituania.

2. Sr. Presidente, tanques comunistas se lanzaron entonces contra un pueblo ente­ramente indefenso, alentado tan sólo por sus armas espirituales, que son la Fe católica y la determinación inquebrantable de ase­gurar su independencia.

Así, las multitudes desarmadas de Litua­nia, entonando himnos de Fe y de patrio­tismo, se irguieron como barreras vivas ante los tanques soviéticos y no retrocedie­ron cuando —con asombro, tanto para los agresores al mando del Kremlin, como para el mundo— comprobaron que las primeras víctimas se dejaban triturar bár­baramente, pero no desertaban del campo del honor.

¿Qué haría entonces el Gobierno de Moscú? Comprendiendo que la continuación del ataque genocida levantaría contra Gor­bachov la justa indignación de todos los pueblos libres, el Kremlin desautorizó el asalto, atribuyó al comandante de las fuer­zas comunistas con base en Lituania la responsabilidad de la agresión y mandó retirar de ese país parte de los paracaidistas que hacía aún poco había enviado contra él.

Pero... Hay aquí un «pero». Poco después, el ministro del Interior, Coronel Boris Pugo, apuntado como uno de los instigadores de la acción feroz de las tropas rusas en Lituania, fue ascendido a general. Así, mal fueron divulgadas las medidas que habían desautorizado las recientes brutalidades soviéticas en Vilna —con evidentes ventajas publicitarias para el Sr. Gorbachov en Occidente— sobrevino el ascenso del «cul­pable» al generalato; y así quedaba mostrada la evidente inconsistencia de la referida censura. A la violencia se sumaba la dupli­cidad.

3. Fue en esa atmósfera, sin embargo tan desfavorable, en la que el presidente Vitau­tas Landsbergis, Jefe del Estado lituano, convocó leal y valientemente un referéndum para dar a cada lituano la oportunidad de pronunciarse libremente sobre si quería continuar bajo la dominación comunista del Kremlin o proseguir —cualquiera que fueran los riesgos— en la gloriosa vía de la independencia nacional.

Dicho referéndum, Sr. Presidente —V. Excia lo sabe, lo sabe el mundo entero—transcurrió del modo más tranquilo y orde­nado; y, hecho el recuento de los respectivos resultados de forma igualmente ejemplar, se llegó a lo que sigue, delante de Dios y de los hombres, delante del presente en que se encuentran y del futuro que les aguarda:

a) 90,47% de los votos se pronunciaron a favor de la independencia: de la indepen­dencia, sí, plena, total e inmediata, como es obvio;

b) 6,56%, de los votantes estuvieron en contra de la independencia;

c) compareció a las urnas el 84,52% de los electores.

Esto puesto, esto proclamado, o todas las naciones libres de la Tierra acudirán solicitas en pro de la independencia de Lituania y con ésta entablarán inmediatamente rela­ciones diplomáticas, constituyendo emba­jadas en Vilna y abriéndose para que Lituania constituya embajadas en sus capi­tales; o dudarán, tergiversarán y quizá sólo algunas se animen a defender esa pequeña nación cubierta de glorias contra lo que los mass media insisten en presentar como el «coloso» soviético.

Pero las naciones que vacilen reconocerán implícitamente que ellas mismas no tienen el derecho claro, cierto a su libertad, pues quien hoy vacile en reconocer los derechos incontestables del más débil vuelve auto­máticamente contestables los análogos de­rechos que tenga a defender mañana contra el mismo agresor más fuerte.

Quien niega derechos —no obstante claros y ciertos— de terceros sólo porque es poderoso el injusto contestador de esos derechos, deja ver que cuando mañana ese contestador lance su saña contra el país que con los brazos cruzados y los labios cerrados presenció la agresión, este último nada tendrá a alegar en su propia defensa.

Es cierto, Sr. Presidente, que V. Excia no consentirá que su noble e ilustre patria se vea eventualmente colocada en esa pos­tura.

Así pues, representando a la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Fami­lia y Propiedad — TFP, de cuyo Consejo Nacional soy presidente, bien como —debi­damente acreditado— a las otras 14 TFPs cohermanas y autónomas de la entidad brasileña, existentes respectivamente en Africa del Sur, Argentina, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Perú, Portugal, Uruguay y Venezuela, pido a V. Excia que entre urgen­temente en contacto con el Gobierno lituano con sede en Vilna a fin de establecer desde ya relaciones diplomáticas con esa heroica nación y de entablar negociaciones para la apertura de embajadas en las respectivas capitales.

Una petición idéntica a la presente está siendo por mí enviada a todos los Jefes de Estado del mundo libre.

5. A V. Excia., Sr. Presidente, todo lo que acabo de afirmar se le figura ciertamente con cristalina evidencia.

Y es por ello por lo que estoy seguro de ir al encuentro de los más elementales impe­rativos de su conciencia cuando le pido que haga suya la causa pleiteada en este mensaje y que lo tome como lo que realmente es: una llamada a favor de la causa de Lituania, que es coidéntica con la causa de todas las naciones libres y con la causa de la propia civilización cristiana.

Las lecciones de la Historia autorizan a prever que una terrible crisis de identidad podría abatirse sobre su país si viese que en socorro de la pequeña y heroica Lituania no corren céleres, en las vías de la diploma­cia y de la paz, las autoridades de su ilustre nación, que la Providencia destina a ejercer una influencia insustituible en el mundo nuevo que se va abriendo con la llegada del tercer milenio.

Quiera Sr. Presidente, recibir V. E. mis anticipados saludos por todo lo que, en esta luminosa perspectiva, su país quedará de­biendo a su patriotismo y a su visión, y aprovecho la ocasión para presentarle las expresiones de mi alto aprecio y distinguida consideración».

Plinio Corrêa de Oliveira

Presidente del Consejo Nacional de la TFP brasileña