Plinio Corrêa de Oliveira

 

 

Cuba: por fin puedo hablar

 

 

 

 

Catolicismo, N° 463, Julio de 1989

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Causó desconcierto general en Iberoamérica la carta que S.E. el Cardenal Arns, Arzobispo de São Paulo, envió al «comandante» Fidel Castro por ocasión del trigésimo aniversario de la victoria de la revolución comunista en Cuba.

En efecto, no se comprende cómo la implantación de un régimen politico y socioeconómico ostensivamente comunista, que se mantiene hasta hoy sin ninguno de los astutos maquilajes gor­bachovianos, y que, por tanto, está en contradicción frontal con la doctrina católica tradicional, pueda ser saludado por un príncipe de la Iglesia con las felicitaciones y los elogios de que es pródiga la misiva del purpurado al «co­mandante».

Es igualmente incomprensible que S.E. haya presentado la realidad de los hechos en Cuba con colores tan dis­onantes de lo que la opinión pública mundial tiene por verídicas en lo to­cante a puntos esenciales como la li­bertad religiosa, la miseria popular y el carácter policialesco de la ya vetusta dictadura cubana.

Sin embargo, mientras se erguía un concierto de protestas contra la referi­da carta, preferí callarme. Pues la voz de los hechos es, en materias como ésta, de importancia evidente. Y esta voz, sólo las personas que visitaron de modo imparcial la Isla-prisión, o que tengan acceso próximo, vivo y continuo con lo que allá pasa, cabía levantarla por los fuelles de la gran publicidad.

Ahora bien, con desconcierto aún mayor para mí, hasta aquí no me habían llegado los ecos de esas voces. Y sobre ellas se mantenían mudas —tanto cuan­to yo sepa— las agencias de noticias internacionales.

Esa omisión de los mayores intere­sados en la materia, o sea, los propios cubanos, me redujo al silencio. Pues ¿qué hacer en beneficio de hermanos en la Fe que no se defienden a sí mis­mos? También en relación a ellos yo me refería en espíritu con la frase de San Agustín que, relativamente a los brasileños indolentes, mencioné en re­ciente artículo: «Qui creavit te sine te, non salvabit te sine te», o sea, Dios que te creó sin tu concurso, no te salvará sin tu concurso («Aviso a los indolentes», Folha de S. Paulo, 8-5-89).

Por fin, cesó mi doloroso desconcier­to. En efecto, recibí del siempre bien informado y dinámico TFP Washington Bureau autorizados y abundantes pro­nunciamientos de origen cubano, pro­pios a esclarecer el público brasileño acerca de la triste realidad existente en la bendecida Isla que tuvo en el siglo XIX por Pastor máximo al gran San Antonio María Claret, y cuya hermo­sura risueña nuestro siglo celebró du­rante décadas con el apodo de «Perla de las Antillas».

Miami, la metrópoli de la península de La Florida, está situada a 125 kiló­metros de Cuba, y es el punto del terri­torio norteamericano más cercano a esa Isla.

Por esa razón se ha vuelto ella el pun­to de atracción de todos los infelices cubanos que consiguieron escapar de la vigilancia castrista. Y ellos han sido tan numersosos que, con el tiempo, transformaron Miami en una ciudad bilingüe, donde se habla igualmente el español y el inglés, y en la que bilingües son hasta los letreros de los autobuses. Como lo son aún los medios de comu­nicación social, pues utilizan unos el inglés y otros el español. Entre estos últimos resalta, por su importancia pe­riodística, el Diario Las Américas. Fue en las páginas de este cotidiano que deparamos, el 11 de mayo último, con un documento de alta importancia.

Se trata de una carta abierta, dirigida al Sr. Cardenal Arns, por tres Obispos cubanos residentes en el exilio, y en cuanto tales capacitados para hablar con una libertad de la que los Obispos auténticamente católicos, residentes en países comunistas, no gozan.

En esa carta, desarrollan ellos, de mo­do respetuoso pero a la vez evangéli­camente franco, toda una argumenta­ción propia a esclarecer el público sobre cuan alejada de la realidad está la descripción que el Purpurado brasi­leño hace de la libertad religiosa y civil, como también de la situación econó­mica, en que se encuentra el pueblo cubano.

Es un documento que ningún brasi­leño puede ignorar.

Por falta de espacio, dejo de publicar otro documento altamente elucidativo, distribuido en hoja avulsa a la pobla­ción de Miami. Está firmado por más de cien notabilidades cubanas en el exi­lio y contiene una comedida pero fran­ca manifestación de desacuerdo en re­lación a la carta enviada por el Sr. Cardenal Arns al «comandan­te».

Es este el texto de la carta abierta de los tres Obispos cubanos (la división en subtítulos y los destaques gráficos son de mi responsabilidad):

 1. Por qué esta carta pública

«Nos dirigimos a Su Eminencia en forma pública por dos razones princi­pales: primero porque el motivo que nos lleva a escribir esta carta es de or­den público, habiéndose publicado en la prensa nacional e internacional; y segundo porque, habiéndole escrito pri­meramente en forma privada, no he­mos recibido respuesta, después de ha­ber esperado un plazo de tiempo razonable. Nuestras anteriores cartas a Su Eminencia están fechadas en Ene­ro 16 (Mons. Boza Masvidal) y Febrero 23 (Mons. Román y Mons. San Pedro) del corriente.

 2. El «Sr. Castro, dictador vitalicio de Cuba» por treinta años

«El objetivo de la presente es su men­saje de Navidad al Sr. Castro, dictador vitalicio de Cuba, con ocasión de los treinta años de haber tomado el po­der. No vamos a repetir lo que le dijimos en nuestra correspondencia privada, aunque si nos permitimos hacer un resumen de los puntos principales que tocamos en la misma.

 3. Exitos «muy relativos» y «demasiado onerosos»

«Le decíamos que sería muy largo exponer toda la situación del país en cuanto a discriminación, falta de liber­tad religiosa, etc., señalábamos el ca­rácter discutible de las conquistas y de los logros, porque, por una parte se ha­cen con costo ético y espiritual dema­siado alto, y por otra parte porque son muy relativos (carta de Mons. Boza Mas­vidal).

4. Dictadura militar cruel, represiva y policialesca

«Tambien le recordamos que Cuba padece desde hace 30 años una cruel y represiva dictadura militar en un esta­do policíaco que viola o suprime cons­tante e institucionalmente los derechos fundamentales de la persona humana. Y entre otras pruebas de esta situación mencionábamos las aventuras militares del castrismo que han costado millones de dólares al pueblo cubano y miles de víctimas a su juventud (carta de Mons. Román y Mons. San Pedro)

 5. Contestada la aseveración del Cardenal Arns sobre la deuda externa cubana

«Sería muy largo el comentar punto por punto todas sus aserciones en el mencionado mensaje, pero estimamos necesario el señalar algunas de las más extrordinarias. Estima Su Eminencia que «hoy día Cuba puede sentirse orgu­llosa de ser en nuestro continente, tan empobrecido por la deuda externa, un ejemplo de justicia social». No queremos hacerle decir lo que no dice, pero le­yendo esta frase podría pensarse que Cuba no está como el resto del continente, empobrecida por la deuda ex­terna. Estamos seguros de que Su Emi­nencia sabe que Cuba tiene una enorme deuda externa no sólo con los países occidentales, sino igualmente con los países comunistas; según los últimos datos a nuestra disposición esta deuda aproximadamente asciende a la cifra de 5.500 millones de dólares.

6. Opulentas regalías para pequeño grupo de privilegiados — el pueblo, en la miseria

«En cuanto a la justicia social de la que Su Eminencia afirma que Cuba esejemplo en nuestro continente, desea­mos recordarle que mientras un nú­mero bastante reducido de jerarcas del gobierno disfrutan de todas las como­didades de la vida el pueblo se ve re­ducido a nivel de sobrevivencia. Emi­nencia, algunos de nosotros hemos estado, en un pasado reciente en Cuba, no para discutir de cómo cocinar ca­marones y langostas con «el coman­dante» (ver Fidel e a Religião. Conver­sas con Frei Betto, pgs. 28-29, 33-34), sino para convivir con nuestro pueblo y compartir con él su angustia y su dolor.

7. Población reducida a la sujeción total, equivalente a la minoridad

«Estamos seguros de que Su Eminen­cia no desea para su querido Brasil una situación en la que un número reduci­dísimo retenga irreversiblemente todo el poder político y económico del que abusa para su propio provecho y para perpetuarse en el poder, mientras la población en general es mantenida en una situación de subjeción total equi­valente a una minoría de edad. Pre­gúntele, por favor, Sr. Cardenal, a sus amigos que visitan a Cuba y se codean con los personajes de la dictadura si han visto alguna vez a alguno de ellos esperando pacientemente con la libreta de racionamiento en la mano para po­der comprar una libra de carne cada nueve días o dos camisas al año, como el resto de la población.

8. Una lección de Paulo VI

«Dice a continuación Su Eminencia que «la fe cristiana descubre en las con­quistas de la revolución las señales del reino de Dios que se manifiesta en nues­tros corazones y en las estructuras que permiten hacer de la convivencia polí­tica una obra de amor». No sabemos por qué al leer estas frases nos vienen a la mente aquellas otras de Pablo VI en las que afirma que «la Iglesia ...rechaza la substitución del anuncio del reino por la proclamación de las liberaciones humanas, y proclama tam­bién que su contribución a la liberación no sería completa si descuidara anun­ciar la salvación en Jesucristo. (Ella)... no identifica nunca liberación humana y salvación en Jesucristo, porque sa­be... que no es suficiente instaurar la li­beración, crear el bienestar y el desarro­llo para que llegue el reino de Dios» (Evangelii Nuntiandi, nos 34 y 35).

9. «Obra de amor» cristiano, de la cual un millón de cubanos huyeron despavoridos

«Por otra parte afirma que las estruc­turas vigentes en Cuba «permiten hacer de la convivencia política una obra de amor» es desconocer totalmente la re­alidad cubana. Si fuera como dice Su Eminencia ¿por qué se debe considerar delictivo el tratar de escapar de esa «convivencia politica» que se califica aquí como «obra de amor»?, ¿por qué un país como Cuba, que apenas si tenía emigración, ha visto en los 30 años de la dictadura castrista un millón de sus ciudadanos abandonar el país? ¿Por qué en el breve espacio de cinco meses, en 1980, 125.000 personas se lanzaron a las costas floridianas en un éxodo incontrolable? ¿Qué deberíamos pensar Sr. Cardenal, si en cinco meses, 1.100.000 brasileños buscasen refugio en Chile?

10. Rechazadas por el Sr. Cardenal informaciones ofrecidas por los tres Sres. Obispos cubanos

«Creemos, Sr. Cardenal, que es vícti­ma de su bondad y buen corazón. Su Eminencia no conoce a Cuba sino a través del testimonio de otras personas de su confianza. No nos corresponde a nosotros el expresar aquí una opinión sobre la intención de esas personas o el conocimiento que las mismas puedan tener de la extrañeza ante el silencio de Su Eminencia a nuestra oferta fra­ternal, como hermanos en el episcopa­do, de poner a su disposición otros as­pectos de la situación en Cuba que por lo visto Su Eminencia ignora.

11. La falta de libertad religiosa «disminuye en números absolutos» las vocaciones sacerdotales y religiosas y la «asistencia a la Misa dominical»

«Uno de estos aspectos que podría preocupar a Su Eminencia es la falta de libertad religiosa en Cuba que afecta especialmente a los católicos. Esta falta de libertad, cuyos detalles podríamos ofrecer a Su Eminencia cuando gusta­se, se refleja trágicamente en las esta­dísticas religiosas; Cuba es el único país entre sus hermanos del Caribe y pro­bablemente de la América Latina en general, que en los últimos 30 años ha visto disminuir en cifras absolutas el número de católicos, sacerdotes, re­ligiosos y seminaristas, así como la asis­tencia a la Misa dominical.

12. Una información que no corresponde a los hechos

«La reciente polémica suscitada por su mensaje navideño es una prueba evi­dente de lo que estamos diciendo. Su Eminencia ha podido contestar y hacer todas las declaraciones públicas que ha creído oportuno hacer, tanto en su pa­tria como en el extranjero. Que sepa­mos, los obispos de Cuba por su parte, han mantenido su acostumbrado silen­cio. La prensa le ha atribuido la afirma­ción de que el mensaje, que pretendía ser confidencial y privado, se hizo pú­blico solamente después que el Sr. Ar­zobispo de La Habana dio su asenti­miento. Nos consta el testimonio de personas completamente fidedignas que esa afirmación no corresponde a los hechos. Eminencia, no dudamos de su veracidad, pero pensamos que una vez más ha sido víctima de su confianza y credulidad confiando en terceras per­sonas.

13. Tomando como base la exhortación apostólica «Evangelii Nuntiandi»

«A propósito de esta libertad religiosa nos atravemos una vez más a citar la exortación apostólica Evangelii Nuntiandi: «De esta justa liberación, vinculada a la evangelización, que trata de lograr estructuras que salvaguarden la libertad humana, no se puede separar la nece­sidad de asegurar todos los derechos fundamentales del hombre, entre los cuales la libertad religiosa ocupa un puesto de primera importancia» (Evan­gelii Nuntiandi, N.39).

14. Que Dios aparte del Brasil la trágica experiencia cubana

«Queremos concluir reiterandole el deseo que le expresamos en nuestra correspondencia privada: «Dios quiera que su país nunca tenga que pasar por la trágica experiencia por la que nos­otros estamos atravesando».

«Señor Cardenal, Paz y Bien. Mons. Eduardo Boza Masvidal, Obispo en Los Teques; Mons. Agustín Román, Obispo Auxiliar de Miami; Mons. Enrique San Pedro S.J., Obispo Auxiliar de Galveston-Houston.»


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