Plinio Corrêa de Oliveira

 

 

Rumbo a la

socialización integral del país:

una Constitución que la mayoría

de la población no quiere

 

 

 

 

 

Covadonga Informa, Año XIX – Núm. 209, Octubre-Noviembre 1996, Págs. 22-23

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[Del Autorretrato Filosófico de Plinio Corrêa de Oliveira]

Dado que el modelo de democracia directa -que estuvo en vigor, por ejemplo, en los Estados de dimensiones municipales de la Antigüedad helénica- es impracticable en los Estados contemporáneos debido a la amplitud de su población y de su territorio, la democracia se ejerce en ellos de modo indirecto, o sea, representativo.

Por eso, los ciudadanos eligen representantes que votan las leyes y dirigen el Estado según las intenciones del electorado. Es la democracia representativa.

La relación entre el elector y el candidato que él sufraga es, en esencia, la de una procuración. El elector otorga al candidato a diputado o senador de su preferencia un mandato, para que ejerza así el Poder Legislativo según el programa que éste debe normalmente exponerle a la opinión pública, para su conocimiento, durante la campaña electoral.

Afirmaciones análogas caben en lo tocante a las elecciones para ocupar los puestos en el Poder Ejecutivo.

A consecuencia de lo aquí expuesto, la autenticidad del régimen democrático reposa enteramente en la autenticidad de la representación.

Es obvio. Pues si la democracia es el gobierno del pueblo, sólo será auténtica si los que detentan el Poder Público (tanto el Ejecutivo como el Legislativo) son escogidos y actúan según los métodos y considerando las metas deseados por el pueblo.

Si esto no se da, el régimen democrático no pasa de ser sino una vana apariencia, quizás un fraude.

Tal era el agudo problema que se les planteaba a los brasileños al ser convocados para elegir, el 15 de noviembre de 1986, a los parlamentarios que formarían la futura Asamblea Nacional Constituyente.

Realizada la elección, se imponía la tarea de hacer un estudio que tratase al mismo tiempo sobre la representatividad de la recién elegida Asamblea Constituyente y sobre el Proyecto de Constitución que la misma estaba elaborando.

El resultado de este estudio fue el libro Proyecto de Constitución angustia al país, que finalicé en octubre de 1987, y que fue ofrecido a todos los constituyentes como contribución para evitar el funesto desenlace que se podía vislumbrar ante el eventual divorcio del nuevo texto constitucional y el pensamiento mayoritario de la nación.

En la primera parte de este trabajo, analizo los requisitos necesarios para la representatividad de una elección. Hago la distinción entre políticos de profesión y profesionales políticos, mostrando cómo el ingreso de estos últimos en la vida pública, como auténticos representantes de las más variadas profesiones o campos de actividad, enriquecería el cuadro político del país.

Este sería, a mi modo de ver, el medio de deshacer el enajenamiento del electorado (que se manifiesta en el sorprendente porcentaje de abstenciones, votos en blanco y nulos) y sanear la carencia de representatividad de la Asamblea Constituyente, resultado melancólico de la elección sin ideas de 1986 (Parte segunda).

A esta carencia de representatividad congénita se le sumó otra, proveniente del funcionamiento tumultuoso y anómalo de la propia Constituyente, en que las inautenticidades se sucedían en cadena:

1) el Plenario de la Constituyente era menos conservador que el electorado;

2) Las Comisiones temáticas eran más izquierdistas que el Plenario;

3) la Comisión de Sistematización (que coordinaba el trabajo preparado por las Comisiones temáticas) presentaba la mayor dosis de izquierdismo de la Constituyente.

De esta forma, una minoría izquierdista activa, articulada y audaz, amenazaba arrastrar al país por caminos no deseados por la mayoría de la población (Parte tercera).

En la parte cuarta analizo el Proyecto de Constitución que por entonces se debatía en el Plenario, y demuestro cómo se estaba dando un gran paso rumbo a la socialización integral de Brasil, de manera notoria en lo concerniente a la disgregación de la familia y al menguamiento de la propiedad particular.

El libro termina con una propuesta concreta: en primer lugar, que se votase una Constitución sobre la organización política, a respecto de la cual fácilmente se puede llegar a un consenso en las actuales condiciones de la opinión pública brasileña. Una vez aprobada esta parte por los constituyentes, sería sometida a un referéndum popular. En una segunda etapa, y después de un amplio trabajo para esclarecer a la población acerca de las materias de naturaleza socio-económica, sobre las cuales existe una profunda división, se elaboraría un complemento, que sería asimismo sometido a referéndum. Esto redundaría en darle a la población la mayor capacidad posible de expresión, y la Constituyente se alzaría con el noble papel de interrogar al pueblo, para conocer su voluntad acerca de puntos tan delicados. 

 

Los socios y cooperadores de la TFP se consagraron durante cinco meses a difundir la obra en más de 240 ciudades de 18 Estados de la Federación, divulgando los 73 mil ejemplares editados.

Cabe resaltar el récord de una media de 1.083 ejemplares diarios vendidos durante los diecinueve días de difusión intensiva en Sao Paulo.

Finalmente, se esbozó una cierta reacción de los elementos más conservadores, en el seno de la Constituyente; sin embargo les faltaba el ímpetu y la determinación necesarios para revertir el proceso descrito en el libro. Y Brasil recibió como "regalo" una Constitución que suscitaría en seguida toda especie de embarazos para la gobernabilidad del País.


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