TFP Informa, Quito, Septiembre-Octubre 1986, Pág. 2-3
El Brasil puede resbalar para la extrema izquierda
Campaña de la TFP contra la Reforma Agraria en el Brasil toma envergadura internacional
Con intención evidente de dar respaldo al agro-socialismo brasileño, versiones completamente infundadas, acerca del pretendido estado de miseria que reinaría en la gran nación sudamericana, vienen siendo insistentemente inyectadas en los Estados Unidos y Europa.
Tales versiones justificarían, a los ojos de norteamericanos y europeos, la implantación de una drástica Reforma Agraria de sabor fuertemente socialista –seguida después por las Reformas Urbana e Industrial, y demás reformas de base, que constituirían etapas tendientes a empujar al Brasil hacia una posición extremadamente izquierdista.
Con el objetivo de detener esa propaganda soplada por la izquierda internacional salió a luz el libro "Is Brazil Sliding Toward The Extreme Left? Notes on the Land Reform Program in South America's Largest and Most Populous Country" "¿Está el Brasil resbalando para la extrema izquierda? Notas sobre la Reforma Agraria en la mayor potencia territorial y demográfica de América del Sur".
Escrito por Carlos Patricio del Campo, Economista e Ingeniero Agrónomo licenciado por la Universidad de Berkeley, Estados Unidos, y con prefacio del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, la obra presenta un penetrante análisis socio-económico de la realidad brasileña, sólidamente basado en estadísticas fidedignas, y deja sin respuesta a los prestidigitadores del hambre y de la miseria que, a ese pretexto, quieren imponer al país una Reforma Agraria socialista y confiscatoria.
Al mismo tiempo que anunció la obra por el sistema mass-mailing, la TFP norteamericana hizo también una larga distribución del estudio en los más importantes medios políticos y económicos de los Estados Unidos. A pesar de estar aún en el comienzo, la campaña ya recibió notables repercusiones provenientes de la Casa Blanca, del Congreso y de algunos órganos de la Prensa.
A título de ejemplo, mencionamos aquí algunos datos sólidamente documentados que demuestran como es carente de objetividad la descripción de la presente realidad socio-económica brasileña, pintada con las tintas oscuras de los promotores de la Reforma Agraria:
1) El agro brasileño ha contribuido significativamente para el progreso social y económico del país. El citado trabajo de Carlos Patricio del Campo muestra que:
a) En la última década, la producción agropecuaria per capita aumentó en una tasa media anual del 2 por ciento. Esto significa que esa producción superó sensiblemente el crecimiento demográfico del país;
b) El 50 por ciento de las exportaciones del Brasil son de origen agropecuario;
c) El agro brasileño transfirió 35 por ciento a 48 por ciento de su ganancia para la industria y el comercio.
2) El sueldo real del trabajador agrícola aumentó de 3,8 por ciento a 6,3 por ciento anualmente, durante la década del 70. Entre los años 80 y 84, el salario real disminuyó, acompañando la caída general del rendimiento del País causada por la deuda externa. Esta crisis, dígase de paso, de ningún modo se debe a cualquier retroceso o estancamiento en el agro, sino a otros factores, entre los cuales los especialistas de todas las corrientes señalan como gran responsable el fracaso de la amplia estatización industrial llevada a cabo principalmente durante la presidencia del General Ernesto Geisel (1974-1979).
El fuerte crecimiento de la producción agrícola ocurrido en el año 85 (8,0 por ciento) y las buenas perspectivas para 1986 indican una probable recuperación de los sueldos en la agricultura.
3) El número de propietarios rurales ha crecido en una tasa del 2 por ciento al año, en las últimas décadas. En el año de 1980 (último censo agropecuario), 49 por ciento de la población activa agrícola masculina, mayor de 24 años, era propietaria de tierras. Porcentaje que viene aumentando constantemente con el decorrer de los años.
4) El cuadro desolador de miseria con que se describe la situación brasileña no corresponde a la realidad.
Sin negar la existencia de ciertas situaciones que exigen urgente solución, hay que ponderar, entretanto, que los datos disponibles no confirman este cuadro desolador. El mencionado libro "Is Brasil Sliding Toward the Extreme Left?" apunta, entre otros, los siguientes datos:
a) El número de familias pobres disminuyó significativamente. De 44 por ciento en el fin de la década del 60, eran en el máximo 18 por ciento en el fin de la década del 70.
b) En 1960, 12 por ciento de las familias tenían televisión, en 1980, 54 por ciento. Las residencias con luz eléctrica aumentaron en ese período de 39 por ciento para 67 por ciento del total de residencias en el país. El porcentaje de familias poseedoras de radio aumentó de 35 por ciento para 76 por ciento, en igual espacio de tiempo.
c) La nación brasileña se caracteriza por una fuerte movilidad social en sentido vertical. De 55 por ciento a 65 por ciento de las familias de clase baja ascienden de posición social, de una generación para otra, y entre 53 por ciento a 72 por ciento de las personas pertenecientes a esa misma clase, ascienden de categoría social;
d) Carece de cualquier fundamento serio la afirmación de que la gran mayoría de la población brasileña sufre de desnutrición. Tomando en consideración las necesidades recomendadas para el consumo de alimentos, y de acuerdo con la más completa investigación sobre nutrición realizada en Brasil, existe una media de superávit calórico en el consumo alimenticio de la población.
Un estudio realizado por el Banco Mundial (basado en la misma investigación) para averiguar las deficiencias en el consumo de alimentos, con el objetivo de que la población brasileña alcance padrones de peso y altura análogos a los de los sectores del País más favorecidos económicamente, concluyó que en el máximo, 17 por ciento de la población estaba con déficit en relación al mencionado padrón de consumo. Por otro lado, los especialistas afirman que esos datos avalúan el riesgo de desnutrición, y no la desnutrición propiamente dicha. O sea, el referido 17 por ciento no corresponde necesariamente a la población desnutrida, sino a la población en riesgo de sufrir desnutrición.
La causa de la mala alimentación de muchos, se desprende no tanto de problemas económicos, sino a los hábitos alimenticios y ciertos aspectos educacionales y culturales.
e) De acuerdo con las estadísticas disponibles, los índices de mortalidad infantil han disminuido significativamente. La principal causa de la mortalidad es debida a enfermedades infecciosas, teniendo la desnutrición una participación insignificante en el índice de víctimas.
Pero, diría un observador colocado a distancia y erradamente informado por tantas noticias difundidas por los "medios de comunicación social": por más dignas de nota que sean las informaciones referidas, ellas no pueden mantenerse frente a la evidencia de los hechos, o sea, contra el pregonado movimiento de los trabajadores rurales que se arrastran hambrientos a lo largo de las carreteras, y que invaden las propiedades para extraer de la tierra, con el trabajo de sus manos, el alimento necesario al sustento de la familia y de sí mismo!
Mencionamos aquí una circunstancia que sólo por sí deja ver la exageración inconcebible de esas versiones.
La prensa hablada y escrita del Brasil, sólo hace referencia a trabajadores manuales extrínsecos a las haciendas, que en ellas penetran ilegalmente. Nunca, o casi nunca, hay referencias a la apropiación de áreas aún disponibles en la propia hacienda, hechas por trabajadores manuales en ella empleados, y necesitados de matar el hambre por medio de su propio trabajo, posesionándose de las mencionadas áreas disponibles. Como igualmente no hay referencia a un solo caso en que trabajadores empleados en una tierra confraternicen con los invasores para imponer una división al propietario. De donde se deduce que reina la entera paz social en las incontables haciendas recorridas por los invasores en sus andanzas.
¡Cómo son tendenciosas unas y otras noticias difundidas en el mundo por el tifón de la propaganda moderna!