Plinio Corrêa de Oliveira
La importancia del factor religioso en los rumbos de un bloque clave de países: América Latina
|
|
TFP
Informa,
No. 36, Bogotá, pág. 1-12 Sao Paulo, April 22, 1985 The Honorable Morton C. Blackwell My dear friend, As I write you, the funeral cortege of President-elect Tancredo Neves is on its way to São João del Rey, in Minas Gerais – the state that you visited. At the same time, the leftists are doing all they can to throw Brazil into chaos, which could favor the implantation of a pre or semi-communist regime. For our part, we are doing all we can to counter this. You can well imagine how all this burdens me with occupations and concerns. Lamentably, this posed one more obstacle to the preparation of my speech to the inspiring and important congress that you are promoting as an exponent of the New Right. In short, I was unable to spend as much time preparing my contribution to the meeting as I would like to have spent. The result is – quite paradoxically – that I made it longer than I would have wanted ("I didn’t have time to write little," an intellectual from bygone days once lamented). So I ask your amiable understanding for this fact. And wishing a brilliant success to you and the other lecturers, I remain With cordial friendship, Plinio Corrêa de Oliveira * * * LA IMPORTANCIA DEL FACTOR RELIGIOSO EN LOS RUMBOS DE UN BLOQUE CLAVE DE PAÍSES: AMÉRICA LATINA Saludando cordialmente a los preclaros participantes del "International Policy Forum" en Dallas, y de modo especial a su insigne y benemérito presidente Morton Blackwell, manifiesto mi pesar por la imposibilidad en la cual me encuentro —como Presidente del Consejo Nacional de la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP), puesto en frente de la crítica coyuntura nacional ocasionada por el fallecimiento del Presidente electo, Dr. Tancredo Neves— de exponer personalmente a mis pares algunas ponderaciones concernientes a América del Sur. Las envío, pues, por escrito.
I — IBERO-AMÉRICA EN EL MUNDO DE HOY Estoy persuadido de que este gran bloque —Latino-América, indisociable, que incluye también América Central y Méjico— tiene, en el mundo de hoy, un peso mucho mayor de lo que imagina considerable número de europeos y norteamericanos, aún bajo influencia de clichés y hábitos mentales desactualizados. 1. Persistencia negativa de los viejos clichés Estoy lejos de ser adversario sistemático de todos los clichés y hábitos mentales. Ellos tienen su papel benéfico en la continuidad de la elaboración intelectual y del actuar humanos. Pero de cuando en cuando es forzoso actualizarlos o substituirlos. Estoy seguro de que, en lo referente a América Latina, la necesaria substitución (por lo tanto, mucho más aún que una mera actualización) está siendo hecha con lentitud. Tal lentitud se explica. Ya que la atención del hombre contemporáneo es solicitada en todas las direcciones, por los aspectos cada vez más graves de la crisis universal de nuestros días. Esto lleva a que, a veces, él no tiene tiempo para profundizar en los temas suramericanos. De otro lado, las transmisiones de los mass media, muchas veces incompletos en cuanto a los hechos latino-americanos, o unilaterales en la apreciación de ellos, orientan habitualmente los espíritus para meras elucubraciones declamatorias, de carácter humanitario, acentuadamente salpicadas de demagogia. Sin dar aquí un elenco completo de los clichés y hábitos mentales concernientes a América Latina, cuya substitución me parece necesaria y urgente, digo desde luego que los tres temas latinoamericanos, que más frecuentemente aparecen en el noticiero internacional —el problema de las deudas en las naciones del área, principalmente Argentina, Brasil o Méjico, los riesgos muy auténticos que la ocupación de Nicaragua por el comunismo sandinista hace correr a la estabilidad de América Central y América del Norte, y el estado de indigencia en que se encuentran ponderables sectores poblacionales— están lejos de compendiar en sí todos los riquísimos aspectos de la realidad en esa área del mundo, y en las naciones que en ella se encuentran. 2. El aspecto positivo de la realidad En efecto, la realidad también tiene otro aspecto. O sea, el aspecto positiva. Para que alguien se dé cuenta de esto, basta con enumerar los recursos incalculablemente amplios (en la tierra como en el mar) de casi toda la región, el proceso de desarrollo que se va extendiendo con paso siempre más acelerado por áreas cada vez más extensas, de suerte a hacer ya de muchas ciudades ibero-americanas centros poblacionales pujantes, en franca expansión industrial y comercial (por ejemplo, Buenos Aires, Río de Janeiro, São Paulo y Méjico figuran hoy entre las ciudades más importantes del globo). Todo este proceso tiene su base en una agricultura racionalizada, mecanizada y expansionista, que va invadiendo victoriosamente zonas antes dominadas en parte por la modorra y por la rutina, y en parte no civilizadas por el hombre. De tal suerte que se puede afirmar, ya hoy, ser el bloque latino-americano destinado a constituir la gran potencia de proyección mundial, que emerge en los albores del siglo XXI.
3. Un aspecto positivo, especialmente importante para el futuro: la unidad latino-americana Hablo aquí de la América Latina como un sólo bloque, del punto de vista no sólo geográfico, sino también étnico, cultural e histórico. Portugal (del cual procede Brasil) y España (de la cual proceden todas las demás naciones de la Ibero-América) constituyen en Europa un sólo todo étnico y cultural, con una larga era de pasado histórico común. Y esto influyó a fondo las colonias americanas de esas naciones. Más o menos como la procedencia británica, étnica y cultural, se hace sentir en los Estados Unidos como también en el Canadá inglés. A eso se acrecientan otros valiosos factores de concordia. Casi todos los países ibero-americanos disponen aún de amplios espacios internos desocupados, donde expandirse. Lo que torna sin actualidad todas o casi todas las cuestiones limítrofes entre ellos. Y sus mutuas competencias económicas están lejos de ser agudas como las de otras naciones. Es mucho de notar, además, que todos los pueblos latino-americanos son católicos romanos, en consecuencia de la propia herencia ibérica. Las grandes corrientes inmigratorias del siglo XIX constaron, de modo muy acentuado, de pueblos católicos, como los italianos y los sirios, lo que a su vez, benefició la unidad religiosa del bloque. Así se puede aseverar en lema ibero-americano (con énfasis oratorio un poco exagerado) el principio "todo nos une y nada nos separa". Lo que, en todo caso, muy difícilmente se podría decir, con igual realidad, de otras grandes áreas de la tierra. Es preciso acrecentar que esa nota católica romana se conservó en América Latina con un matiz especialmente ibérico, de profundo acatamiento a la Sede Romana y a las autoridades eclesiásticas locales. Están expuestas así algunas de las principales razones por las cuales es necesario al estudioso de las cuestiones contemporáneas conocer la posición latino-americana ante la alternativa comunismo-anticomunismo. II — LOS MÉTODOS DE EXPANSIÓN COMUNISTA SE MODIFICARON A PARTIR DE LOS AÑOS CUARENTA 1. Las vías de expansión del comunismo hasta los años 40 Desde Marx hasta los años 40, en que se dio término a la II Guerra Mundial, el comunismo utilizó dos vías de expansión más o menos simultáneas. a) El proselitismo doctrinario, consistente en la predicación abierta y categórica de la crítica de Marx al sistema capitalista y del régimen socioeconómico (totalitario y finalmente anarquista) por él preconizado; b) El asalto al Poder por la violencia, concretizado sea por atentados terroristas contra individuos, sea por revoluciones sociales. Todo eso despertó como contragolpe una "reacción igual y en sentido contrario", pues así se puede calificar, de algún modo, la "revancha" nazista y fascista. 2. La táctica comunista después de la II Guerra Mundial Después de la II Guerra Mundial, la táctica comunista pasó por alteraciones importantes: a) Toma mucha mayor importancia la expansión imperialista, no sólo bélica sino, de modo siempre más acentuado, también política, económica y cultural; b) en cuanto a la expansión bélica, continúa ella desempeñando un considerable papel. Pero, en la medida de lo posible, ha disfrazado su cuño de "cruzada contra la Cruz", con motivaciones "patrióticas" geopolíticas, económicas y otras; c) el proselitismo ideológico explícito continúa, pero un tanto adelgazado. En general los pueblos libres se manifiestan inmunes a él; d) las ideologías vecinas del comunismo, en las cuales éste se incuba para circular más fácilmente, toman una importancia preponderante en la acción proselitista, que usa las corrientes "vecinas" con un carácter proselitista preparatorio, subyacente e implícito. Será más fácil a la predicación comunista explícita (a la cual la gran mayoría de las poblaciones se muestra siempre más hostil) reclutar enseguida a las personas de esta manera preparadas; e) la táctica de infiltración en las organizaciones no comunistas se torna siempre más sofisticada, y se aplica muy ampliamente, con la ayuda de los "idiotas útiles" y "compañeros de viaje", y la utilización de artificios como la "táctica del salame", la "caída de las barreras ideológicas" y la "detente". f) "Idiotas, útiles" y "compañeros de viaje", escurridos en puestos y en ambientes dirigentes de la sociedad burguesa, desempeñan, a veces, a la par de una acción proselitista imponderable, también otra forma de actividad. Quiera en sectores políticos, militares, universitarios, publicitarios, religiosos u otros, consiguen ellos poner en circulación, en momentos-clave, "informaciones" y "consejos" ardilosamente adaptados a las conveniencias de Moscú, sugerir maniobras que redunden en fracaso para el mundo libre, o transmitir a los comparsas comunistas el conocimiento de hechos importantes; g) La presión de ciertos medios publicitarios de izquierda y, aunque menos frecuentemente, de ciertas personalidades o corrientes que se afirman contradictoriamente de centro o de derecha, lleva a los Estados y las economías públicas y privadas a asumir con gradualidad cada vez más rápida, formas más estatalistas, con lo que se van aproximando más y más del capitalismo de Estado integral. Nace así la "guerra psicológica" revolucionaria, o sea, al servicio de la revolución comunista mundial, la cual abarca también, incluso, muchos otros aspectos que no habría espacio para enumerar aquí. III. LOS AMBIENTES Y LOS TEMAS RELIGIOSOS, EN LA "GUERRA PSICOLÓGICA" REVOLUCIONARIA DE IBERO-AMÉRICA Los ambientes y los temas religiosos (como también los aspectos religiosos y morales de ciertos temas no intrínsicamente religiosos) tienen en América del Sur (como en ibero-América en general) una importancia considerablemente mayor que en otras partes del mundo. Y esto especialmente tratándose de la opción comunismo-anticomunismo. De forma que uno de los principales empeños del expansionismo comunista viene consistiendo, desde los lejanos años 40 —e incluso desde mediados de la década del 30— en la infiltración ideológica de los sectores religiosos. Se puede decir que, una vez coronada de éxito, eventualmente, esta infiltración, el comunismo habrá ganado ipso facto la batalla. Para comprender bien esta realidad, es necesario desembarazar la temática de ciertas nociones, erradas en cuanto que contienen apenas parcelas de la realidad, y que son inculcadas como si contuviesen la realidad entera: 1. Mala distribución de la riqueza: viejo cliché de la propaganda comunista La primera de ellas es la de que, en la América del Sur como en la América Central y en Méjico, la mala distribución de la riqueza habría creado una estructura económica monstruosa, en la cual unas pocas fortunas nababescas constituirían un polo, y la multitud hambrienta el otro polo. Las camadas intermediarias no existirían. De donde una continua fricción entre los dos polos, generadora de tensiones que estarían prontas, en la actualidad, a degenerar en una lucha de clases espontánea e incontenible. Y en revolución social. En suma, este cuadro brutalmente simplista y desprovisto de matices —si bien que real en alguna medida— constituye de modo general una repetición monótona de los clichés de propaganda que sirvieron para explicar al mundo atónito la revolución comunista de Rusia. Ese cuadro, en el cual el factor económico es presentado como el único motor de la revolución social, deja trasparecer así la influencia de la ideología comunista, según la cual la economía es, en último análisis, el único resorte-compresor de la Historia. 2. La Jerarquía eclesiástica, el "V Poder" Es necesario relacionar ahora con este cuadro los pensamientos religiosos. Es cierto que, con excepción de Argentina, la cual mantiene un régimen de unión entre la Iglesia Católica y el Estado, principalmente simbólico y casi enteramente vacío de consecuencias jurídicas, todas las otras naciones sur-americanas son oficialmente laicas. Esto no impide, entre tanto, que, en todas ellas, la influencia de la Iglesia Católica sea en cierto sentido tan ampliamente preponderante, que la Jerarquía eclesiástica constituya, en cada una de esas repúblicas, el "V Poder". Según esta numeración, el Ejecutivo sería el primero, el Legislativo el segundo, y el Judicial el tercer Poder del Estado. El macro-capitalismo publicitario sería el cuarto Poder, localizado en la esfera privada. Y la Jerarquía eclesiástica (también situada en la esfera privada, según los dictámenes del Estado laico) sería el quinto Poder. En América del Sur, esos poderes siempre vivieron en paz unos con los otros. Sus respectivas influencias se compensan. De tal suerte que a ninguna cabe una preponderancia sistemática e invariable. Esa preponderancia se disloca discretamente de un Poder a otro según las circunstancias, y siempre es ejercida por el Poder preponderante con moderación, relativamente a los otros Poderes. 3. Los tres Poderes del Estado en frente del comunismo Los tres Poderes del Estado han sido empleados, a veces pro y a veces contra la conquista de la opinión pública y del Estado por el comunismo. No sólo en el Chile de Allende sino —si son vistas con profundidad las cosas— también el Perú de Velasco Alvarado y Bolivia en varios períodos de la Historia contemporánea, tuvieron Poderes públicos (I, II, III) utilizados para modelar el Estado y la sociedad (por medio de lo cual, también la opinión pública) en sentido fuertemente proclive al comunismo. Entre tanto, hasta el momento, esto dio poco rendimiento. En efecto, el IV y el V Poder ayudaron sin duda a la propensión comunista de los Poderes del Estado. Pero, por razones circunstanciales auténticas, el IV y el V Poder juzgaron necesario, en estos países, no colocarse de modo total, ostensivo y enfático, en favor del comunismo. El Poder público hizo entonces gran parte de su trayectoria desacompañado de la cobertura ostensiva de estos Poderes. El intentó así dar "pasos mayores que sus piernas", por una política reformista. Y cayó en el camino. En Brasil y en Chile, por el contrario, los Poderes del Estado fueron ampliamente utilizados para la acción anticomunista. 4. En Brasil, el Episcopado se cerró a toda colaboración con la acción anticomunista del Estado En el primero de esos países, el Episcopado (el más numeroso del mundo, actualmente con 368 Obispos) se cerró a toda forma de colaboración con la acción anticomunista del Estado. Gran parte de los dirigentes del V Poder favoreció discretamente (y en algunos casos muy indiscretamente) la guerra psicológica revolucionaria movida por un ala de los comunistas: o sea, no el Partido Comunista del Brasil —PC do B (violento, terrorista y duramente reprimido por la policía), pero sí el Partido Comunista Brasileño —PCB (pacífico, ideológico, proselitista), ampliamente infiltrado en los medios intelectuales, inclusive seminarios católicos, y en los círculos snobs de cierta alta y media burguesía. E infiltrado también —jamás será suficiente realzarlo— en los equipos de colaboradores y redactores de la gran prensa, así como entre los artistas, actores y locutores de radio y televisión, y en los medios teatrales. El PCB gozó, bajo el régimen militar, de una libertad casi completa. 5. La Fuerza verdaderamente decisiva del movimiento reformista en Brasil, es la Jerarquía eclesiástica Las fuerzas comunistas tuvieron así un papel aparatoso (insisto en la palabra, para indicar que este papel fue inflado, más allá de la medida de lo real, por los mass media) a lo largo del proceso de abertura. Ambos partidos comunistas vienen siendo utilizados actualmente como espantapájaros por los comunistas y por sus compinches socialistas, para hacer imaginar a los propietarios de tierras, de empresas industriales y comerciales, así como de inmuebles urbanos, que serán en breve tragados por la violencia comunista, si no consintieren en "reformas sociales" urgentes, las cuales dejarán mutilado, falto de equilibrio intrínseco, y por lo tanto tambaleante, el instituto de la propiedad privada. La gran, la única fuerza verdaderamente decisiva de ese movimiento reformista, que incluso se va arrastrando por todo el País (y que si tuviere éxito, lo dejará concretamente a pocos pasos del régimen socio-económico comunista), es el V Poder. La Jerarquía eclesiástica ha impulsado fuertemente el movimiento reformista. Como veremos adelante, para esto no ha faltado la colaboración de los otros cuatro Poderes, inclusive bajo el régimen militar, en que el número de empresas estatales y subsidiarias prácticamente se quintuplicó. En efecto, si al final de la década del 50 el número de empresas controladas por el Estado era de 121, al final de la década del 70, que coincide con el cierre del mandato del Presidente Geisel (1974-1979), ese número ascendía a 560. En el momento actual, la derrocada del Brasil rumbo a un régimen socialista "avanzadísimo", fuertemente proclive al comunismo, es esencialmente impulsado por la izquierda católica. Y por ésto mismo dependiendo fundamentalmente de la siguiente cuestión: — Hasta qué punto la inmensa mayoría católica se dejará guiar en este rumbo por la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) (cfr. No. IV, 4 abajo)? 6. Brasil y Chile: diversidad de actitudes En Chile, las líneas generales del cuadro han sido bastante análogas a las de Brasil. Sin embargo, teniendo de por medio otros serios elementos de diversificación que distinguen la inmensa República atlántica de la nación chilena, de tan extenso litoral en el Pacífico, es necesario notar una diversidad fundamental. El régimen militar brasileño evitó —hasta con pánico— cualquier tensión global con la CNBB, y se limitó a las fricciones que la imprudencia de este o de aquel Obispo o Sacerdote, individualmente considerado, tornaba inevitables. En Chile, el régimen militar, más clarividente, no ha retrocedido en enfrentar atritos globales con la Conferencia Episcopal de Chile (CECH) y, de otro lado, la libertad que da a la línea cultural y "pacífica" del comunismo chileno es menor. Esto ha cercenado en alguna medida, la guerra psicológica revolucionaria en aquel país, proporcionando al régimen militar condiciones para una duración que, según parece en el momento, puede ser larga. Y creando condiciones para que, en determinado momento, una reversión del país para el régimen civil se haga en condiciones en que éste pueda defenderse por sí mismo, y de modo eficaz, contra el comunismo. 7. También en Paraguay la colaboración del Estado con el IV y V Poder se va deteriorando Del Paraguay, donde también tiene vigencia un régimen militar, poco tratan los medios de comunicación social. Y, de mi parte, no estoy de tal manera informado de la situación interna de aquel país, que me sienta animado a decir algo sobre él. Puedo afirmar apenas que la colaboración del Estado con el IV y V Poderes se viene deteriorando gradualmente, lo que tal vez conduzca a problemas análogos a los que se delinearon en Brasil y en Chile. Pero el curso eventual de los hechos en Paraguay está profundamente condicionado al estado de salud del anciano Presidente de la República, General Stroessner, cuyo prestigio personal en el país es tan grande, que constituye por sí sólo un grave obstáculo a todo surto oposicionista. IV. EL FUTURO - FACTORES RELIGIOSOS Poseyendo esos datos, resta lanzar ahora una mirada interrogativa sobre el día de hoy: ¿qué día de mañana nos prepara él? Naturalmente, conozco mejor los hechos que pasan en mi propio país. Me reporto, pues, especialmente a él, en lo que paso a decir. Pero conozco lo suficiente de la realidad suramericana para afirmar que, en líneas generales, el cuadro es el mismo para los demás países de este subcontinente. Me es necesario advertir preliminarmente que comenzaré a referirme a la palabra "politizado", usando el vocablo en un sentido especial. O sea, para designar la calidad de quien está culturalmente habilitado a considerar el interés colectivo, tanto en su aspecto de conjunto, como en sus factores capitales; más aún, a observar las relaciones entre el bien común y el bien individual, y a evaluar debidamente el primado comedido y armonioso de aquel sobre éste. En rigor, la politización así entendida puede concernir tanto a la sociedad temporal (el Estado) cuanto a la sociedad espiritual (la Iglesia). El individuo totalmente politizado será entonces el que posea la capacidad de conocer y de ponderar adecuadamente el bien común de una y otra sociedad. Hablaré también de la "concientización" en el sentido de una etapa preliminar de la politización. Concientizado será el individuo que tomó "conciencia" de sus necesidades y de sus derechos (reales o ficticios) individuales, inclusive en la medida en que éstos existen también para multitudes, y constituyen así problemas de la polis. El individuo plenamente concientizado es ipso facto politizado. 1. Católicos politizados: progresistas, conservadores y reaccionarios En este sentido, los católicos politizados forman dentro de la Iglesia una minoría dividida. Unos se dicen progresistas. Para ellos el progreso consiste en una caminada de la Iglesia (y parí passu de la sociedad temporal) rumbo a una cada vez más acentuada igualdad. Pero específicamente en la Iglesia, entre Obispos, clérigos y laicos, y una concomitante erosión del prestigio y de los poderes del Papado. En la esfera temporal, esos politizados tienden análogamente a una sociedad cada vez más igualitaria, cuyo término final sería la autogestión integralmente horizontalizada e igualitaria, preconizada por Marx como etapa sucesiva al capitalismo de Estado. Simétricamente están, en los medios católicos, los politizados que se afirman conservadores, que en materia espiritual desean no ir más allá de las reformas del Vaticano II. En la esfera temporal es frecuente que tiendan para la conservación de la sociedad actual, tal vez parcamente reformada en un punto o en otro. Finalmente, están los católicos reaccionarios, nostálgicos de la situación religiosa tal como ésta se conservó hasta el Pontificado de Pío XII. En la esfera temporal, no es raro que deseen la abolición de socializaciones y de leyes igualitarias promulgadas a partir de los años 40 hasta ahora. 2. Distribución desigual entre progresistas, conservadores y reaccionarios, en el Clero y en el laicado El grueso del Episcopado, del Clero y de los Religiosos se divide, incluso muy desigualmente, en esas tres corrientes. O sea, los progresistas son una minoría decidida y activa, los conservadores una mayoría indecisa e indolente, y los reaccionarios casi no los hay. En el laicado, entre tanto, la situación es sensiblemente diversa. En efecto, los progresistas laicos constituyen una minoría proporcionalmente mucho menor de que en el Clero. Y sus componentes son menos resueltos. Por el contrario, los conservadores son mucho más numerosos, y aún más irresolutos en el laicado. Y los reaccionarios un tanto más numerosos, y sobre todo mucho más decididos. Los conservadores del Clero y del laicado, pacatos por índole y casi por definición, se manifiestan poco. Su peso, principalmente estático, es considerable. Progresistas y reaccionarios polemizan bastante entre sí. Los mueve mucho menos la esperanza de conquistar adeptos en el campo opuesto, que atraer, por el ruido de la polémica, la atención y la simpatía de nuevos adeptos en esta verdadera "tierra de nadie" que es el sector conservador. Este último es constituido, en su fuerte mayoría, de personas escasamente politizadas, cuando no despolitizadas del todo. La posición de ellas es mucho menos una convicción raciocinada que una tradición, un hábito al cual adhieren desde el fondo del alma. 3. Peso del factor religioso en la determinación de los rumbos de América del Sur Por esto mismo, las minorías progresista y reaccionaria van ganando gradualmente terreno en la mayoría conservadora. Cuál de ellas ganará la lucha? Las potencias, los medios de acción y las tácticas, de unos y de otros, son tan desiguales que la lucha entre unos y otros recuerda un tanto la del gladiador con tridente y escudo contra el gladiador con yelmo, coraza, escudo y espada corta. De cualquier forma, el éxito final será de quien haya conseguido incorporar para sí la parcela más influyente, más dinámica y mayor de conservadores. Es según estos datos poco claros, que se pueden prever, paso a paso, los rumbos posibles de la opinión católica en Brasil y, mutatis mutandis, en los demás países de América del Sur. Rumbos de la opinión católica? Sí. Pero como que de Brasil (o de cada una de las otras naciones) por entero. Pues, en el subconsciente, la mayoría católica se identifica (cfr. No. 1, 3) casi completamente con la Nación. El futuro de América del Sur se está decidiendo, pues, en el momento actual, en función del debate dentro de la Iglesia. Si la mayoría católica tiende, en nombre de la Fe, para el igualitarismo teológico y socio-económico, América del Sur será comunista. Si ella resistiere a tal igualitarismo en nombre de la Fe, ella será contraria al comunismo. Hago notar de paso que, en el primer caso, ella será antinorteamericana, y sus doce naciones serán tan enteramente títeres de Moscú cuanto Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, la Cuba de Fidel o la Nicaragua de Ortega, para citar apenas algunas de las infelices naciones bajo el yugo comunista. Así, América del Sur puede ser comparada —del punto de vista norte-americano— a un gigantesco péndulo de 260 millones de habitantes, con 17,8 millones de kilómetros cuadrados, y con potencialidades económicas y estratégicas incalculables, que oscila entre Moscú y Washington. Tal oscilación, de alcance internacional, político y socio-económico inmenso, no determinará su punto estático por la mera influencia del factor religioso (cfr. No. III, 2), conviene repetir. 4. Las dos figuras de la Iglesia entre las cuales el católico conservador es llamado a optar En qué términos lógicos y psicológicos se pone, entonces, para el católico conservador, la opción que debe ejercer? Por su formación religiosa, y especialmente por el matiz ibérico de ésta (cfrs. No. 1,3), él no procurará resolver el problema según sus meras preferencias personales. Sino que él deseará saber, por encima de todo, con quién está la Jerarquía de la Iglesia. Por esto, en su interior, él tendrá que optar entre dos figuras de la Iglesia: a) La que él ve en la continuidad majestuosa y rutilante de la enseñanza socio-económica de la Iglesia desde San Pedro hasta Pío XII, y que lo convidará a interpretar las enseñanzas y la conducta del Vaticano y del Concilio según esas enseñanzas; b) Y, de otro lado, la figura "rejuvenecida", renovada o innovada, más del futuro que del presente, que le es descrita por los que procuran interpretar todo cuanto la Iglesia viene enseñando y haciendo, a partir de Juan XXIII (e inclusive el Concilio), según el sentido progresista, e incluso mismo interpretando, en este sentido, las enseñanzas de la Iglesia premedieval. Esa última concepción presenta los períodos medieval y tridentino como religiosamente faltos y decadentes, lo que horroriza a los conservadores. Como también horrorizan a los conservadores algunas críticas de ciertos reaccionarios a la Iglesia del Vaticano II y a la era post-conciliar. Todo eso, que viene siendo afirmado de la temática política y socio-económica, se puede decir tanto o más de la Teología y de la Moral (permisivismo versus fidelidad a la Ley de Dios y a la Iglesia), así como de la Liturgia, de la Exégesis, etc. Pero, por la naturaleza de mi trabajo, es sólo el terreno socio-económico el que tengo en vista. 5. En el orden concreto, toca a Juan Pablo II el gran papel en la opción de los conservadores Entre los católicos, es reducido el número de los sede-vacantistas, o sea, de los que —tal vez más numerosos de lo que muchos piensan— niegan la autenticidad de Juan XXIII y de sus sucesores. Es, por lo tanto, poco probable que ellos ejerzan una influencia muy ponderable en esta trágica opción de los católicos conservadores. Y queda así patente que, en el orden concreto de los hechos, a Juan Pablo II le corresponde el gran papel en esa opción de los conservadores. En principio, parecería que las cosas serán como él quisiere. 6. No es fácil prever en qué medida el actual Pontífice hará uso de sus atribuciones Pero la realidad bien puede no ser ésta, o por lo menos bien puede no ser enteramente ésta. En efecto, consideradas las cosas apenas en el plano humano, incontables son —máxime en las épocas de confusión y de convulsión— los factores que pueden llevar a un Papa a no decir o no hacer algo o mucho de lo que quiera. Basta recordar, en este sentido, los casos de Pío VI y Pío VII que sucesivamente rigieran la Iglesia durante la Revolución Francesa y en la era napoleónica. Así —y aunque prestando, de muy buen grado, los debidos homenajes a las sabias y oportunas enseñanzas de Juan Pablo II, dadas por sí mismo o a través del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal J. Ratzinger— no es nada fácil prever en qué medida el actual Pontífice querrá hacer uso de sus atribuciones, en esa inmensa encrucijada histórica en que se encuentra América del Sur. Encrucijada ésta, a partir de la cual los pasos de ella probablemente no podrían llevar atrás de sí un mundo organizado y unido. Pero, tal vez, lleven tras de sí, en dadas circunstancias, fragmentos decisivos de nuestro mundo contemporáneo, profundamente conturbado y radicalmente dividido. Sea como fuere, quién podrá calcular la pluralidad de presiones contradictorias a las cuales, frente a este problema (y para no hablar sino de éste!) está sujeto un Papa? Presiones... Presiones éstas las cuales la virtud cristiana manda que se tomen algunas en cuenta y otras se desafíen con Fe y confianza en Dios, como si de nada valiesen. Con qué gracias abundantes o superabundantes asistirá al Papa, en todo momento, paso a paso, la Providencia Divina, siempre amorosa de la Santa Iglesia? Cómo reaccionará a cada instante el libre arbitrio del Pontífice? Augustos y sublimes misterios, los cuales no nos es dado sondear. Es cierto que nada se pasa en el mundo sin el mando o el permiso de Dios, ya que ni un pajarito cae sin que El lo quiera, y hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados (cfr. Mt. 10, 29-30). Pero es igualmente bien cierto que, por designios insondables de la sabiduría y de la bondad de Dios, pueden acontecer, en el decurso de la historia de la Iglesia, como ya ha acontecido en el pasado de Ella, tanto desastres imprevisibles que aterrorizan, cuanto triunfos que sorprenden y deslumbran incluso los espíritus más críticos. Lo cierto es que, en el orden de las realidades en curso en América del Sur, y en toda América Latina, la lucha doctrinaria entre católicos progresistas y reaccionarios, y la actitud de los conservadores frente a esa lucha, se revela, luego de un análisis acucioso del panorama actual, revestida de una importancia capital. Es por esto que me parece útil someterlo a la atención de los participantes de este proyecto encuentro. V. VISTA DE CONJUNTO La presente visión de conjunto se compone de asertivas, de las cuales algunas son generalmente notorias, otras no lo son, y contrarían de tal modo viejos clichés consagrados, que estarían pidiendo demostración. Entre tanto, como suele acontecer con las visiones de conjunto muy amplias, ellas corren el riesgo de tomar proporciones de enciclopedia, si se enmarañan en tales demostraciones. Tales visiones de conjunto pueden ser útiles a lectores que posean sobre el tema en foco datos fragmentarios, caóticos y quizá hasta contradictorios. Ellas pueden ayudarlos a situarse en un ángulo a partir del cual esos elementos esparcidos pueden tornarse explicables y coherentes. Con eso, una visión de conjunto puede servir de estímulo para la reflexión, el análisis y la síntesis que el lector normalmente desea operar. Y lo puede estimular para la pesquisa de datos nuevos, a respecto de los cuales él tenga entonces medios de encajar dentro de un todo bien concatenado. Para concluir, me complace decir que tengo en vista el hecho de que este Congreso se realiza en la América del Norte, con la iniciativa y acogida fraterna de nuestros comunes amigos de la Nueva Derecha, a tantos títulos beneméritos de su país, y con esto también del Occidente y del mundo entero. Y notadamente de los incontables hombres y mujeres no comunistas que arrastran una existencia penosa en las naciones-mazmorra situadas detrás de la cortina de hierro, o localizadas en tantos otros puntos de la tierra. Por fin, también beneméritos, con todo esto, de los preciosos restos de la civilización cristiana que aún se hayan esparcidos por el mundo. Soy brasileño y sur-americano. Discurriendo sobre problemas de mi Patria y de los países vecinos y hermanos, mi mirar se extendió, más de una vez, por la América Central y por Méjico, igualmente hermanos, si bien que no vecinos. Pues hermanos somos todos nosotros los de las tres Américas. Por qué, al concluir este trabajo, mi mirar no se extiende pues, fraternalmente, para las tierras que se extienden para más allá de la divisa del Río Grande? Pongo cordialmente las reflexiones que él contiene en manos de los norte-americanos y canadienses presentes al Congreso. Quién sabe si el cuadro delineado en este trabajo, por las analogías y diversidades que presente en relación a lo que ocurre en los países septentrionales de nuestro Continente, les puede ayudar en alguna parcela, en la elucubración de sus propios temas nacionales? Cuánto me alegra la perspectiva de que les sea útil! En esto también habrá, de una forma o de otra, ventajas para las naciones de nuestra querida Europa, en las manos de cuyos representantes también deposito el presente trabajo, al mismo tiempo que, con sentimientos de ardorosa simpatía, les saludo. |