Capitulo II

 

 

6. La denuncia del paganismo nacional-socialista

 

 

 

 

 

 

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El 30 de enero de 1933, Adolfo Hitler recibió del Presidente Hindenburg el cargo de Canciller del Reich(56). Después de las elecciones del 5 de marzo para el Reichstag, conducidas en un clima de patente intimidación, el 25 de marzo fueron conferidos por ley los “plenos poderes” al gabinete nacional-socialista. En la misma primavera, el Führer solicitó la estipulación de un Concordato entre la Santa Sede y el nuevo régimen. El acuerdo fue firmado en el Vaticano el 20 de julio de 1933 (57). La Santa Sede, sin embargo, declaró que el Concordato con el Reich no debía de ningún modo parecer la aprobación de las doctrinas y de las tendencias del nacionalsocialismo (58).

Como encargado suyo para la “supervisión” de la educación ideológica del partido y de todas las asociaciones alineadas, Hitler nombró a Alfred Rosenberg, el hombre que representaba “la quintaesencia de todas las fuerzas hostiles a la Iglesia y al cristianismo presentes en la NSDAP” (59). La década que va desde 1935 hasta el fin del régimen, fue caracterizada por una creciente exasperación de la lucha antirreligiosa, con la supresión progresiva de las escuelas, de las instituciones y de la prensa católica y la difamación sistemática de los principios y de las instituciones de la Iglesia.

El 14 de marzo de 1937, apareció la Encíclica de Pío XI Mit brennender Sorge. Movido por el deseo de hacer que “la fe en Dios, primer e insustituible fundamento de toda religión”, permaneciese “pura e íntegra en las regiones alemanas»” el Papa condenaba los errores del nacional-socialismo, afirmando entre otras cosas: “Si la raza o el pueblo, si el Estado o una de sus determinadas formas, si los representantes del poder estatal u otro de los elementos fundamentales de la sociedad humana tienen en el orden natural un puesto esencial y digno de respeto, quien por otro lado los desprende de esta escala de valores terrenos elevándolos a suprema norma de todo, aun de los valores religiosos, divinizándolos con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios, está lejos de la verdadera fe en Dios y de una concepción de la vida conforme a ella” (60).

“La Mit brennender Sorge, por su claridad, por su llamado a las verdades de la fe cristiana y a su oposición al neopaganismo nazi, por la condenación del racismo, del Estado totalitario, provocó un impacto violento sobre la opinión pública alemana e internacional. Ella dejó al Führer estupefacto haciéndolo explotar en una abominable cólera. Pero, la Encíclica tuvo el efecto de una intimidación” (61).

Ella, como recordaría Pío XII, “desveló a los ojos del mundo lo que era en realidad el nacional-socialismo: la orgullosa apostasía de Jesucristo, la negación de Su doctrina y de Su obra redentora, el culto de la fuerza; la idolatría de la raza y de la sangre, la opresión de la libertad y de la libertad humana” (62).

En la resistencia al nacional-socialismo en Alemania se distinguieron sobre todo dos prelados: Mons. Konrad von Preysing (63), Obispo de Berlín, y Mons. Clemens von Galen (64), Obispo de Münster.

Ambos intervinieron desde sus sedes episcopales para defender la conciencia cristiana de la persona humana y los derechos soberanos de Dios sobre la sociedad y las familias. “Yo levanto mi voz -afirmó Mons. von Galen en su sermón del 15 de julio de 1941, en la iglesia de San Lamberto, en Münster- y en mi calidad de hombre alemán, de ciudadano honrado, de ministro de la religión católica, de obispo católico, yo exclamo: ¡Exigimos justicia! Si este grito permanece desatendido, no será más posible restaurar el dominio de la justicia soberana. Así, nuestro pueblo alemán y nuestra patria, pese al heroísmo de nuestros soldados que alcanzan victorias gloriosas, a causa de la corrupción interna irán a pique” (65).

La actitud y el tono de estos prelados alemanes fue admirado por Plinio Corrêa de Oliveira que, como ellos, pertenecía al batallón indómito de los defensores de la fe. Entre 1929 y 1947, fueron publicados en el Legionário 2.956 artículos contra el nazismo y el fascismo, de los cuales 447 son de Plinio Corrêa de Oliveira. Es importante resaltar cómo gran parte de estos escritos aparecieron no sólo antes de la guerra, sino antes de la Encíclica Mit brennender Sorge, en un momento en el cual muchos equívocos aún se condensaban sobre el nazismo. En la persecución antirreligiosa del nazismo, el Dr. Plinio no vio un aspecto accidental y extrínseco de la política del Tercer Reich, sino la lógica consecuencia de una visión del mundo antitética de la católica. “La realidad es que la política antirreligiosa del III Reich es un carácter esencial de éste, un trazo fundamental de su contenido ideológico o, mejor dicho aún, el sentido profundo y la propia razón de ser del nazismo” (66).

Plinio Corrêa de Oliveira reconstruyó lo que definía como una “genealogía de monstruos”, trazando las ascendencias ideológicas del nacional-socialismo, desde Lutero hasta Hitler.

“El protestantismo produjo en Alemania un proceso evolutivo de ideas filosóficas y hechos político-sociales que, paralelamente al liberalismo y en aparente antagonismo con éste, generó con una lógica de hierro (verdadera si no fuesen erróneas sus premisas) el nazismo. (…) El nazismo es el resultado de una evolución profunda, su política antirreligiosa es parte integrante de su pensamiento y, ese pensamiento es tan entrañadamente antirreligioso, que yo no me asombraría más con la conversión de la masonería en una cofradía de piedad, que con la transformación del Partido Nazi en baluarte de las ideas católicas en Europa Oriental” (67).

Plinio Corrêa de Oliveira no dejó de denunciar el antisemitismo nazi mostrando la sustancial diferencia con las medidas de cautela tomadas históricamente por la Iglesia con relación al pueblo hebreo.

“Las medidas de prudencia que se recomiendan con relación a los judíos son legítimas y hasta necesarias cuando el judío no es convertido o cuando se convirtió con la intención evidente de épater le bourgeois. Mas esa precaución se dirige exclusivamente contra los errores doctrinarios del judío y no contra su raza en sí misma, que es la raza en la cual se encarnó el Verbo. Convertido sinceramente, el judío es un hijo dilecto de la Santa Iglesia” (68). Estando así las cosas, la Iglesia determinó ”con incesante energía, que nunca se faltase a la caridad para con el antiguo pueblo de Dios. El nazismo, por el contrario, es para con los judíos de una crueldad brutal e inútil” (69). “Necesario sería que en Alemania surgiese un nuevo San Bernardo que invocara para el pueblo de Israel aquella misericordia que ni su gran víctima le negó”(70). 

Notas:

56) Después de la muerte del Presidente Hindenburg, el 2 de agosto de 1934, los poderes de Presidente del Reich y de Canciller fueron unificados en las manos de Hitler. Se inició así la rápida transformación de la sociedad en un sentido totalitario. Sobre este desarrollo, cf. entre otros: Karl Dietrich Bracher, Die deutsche Diletatur; Kiepenheuer und wítsch, Köln, 1980 (1969), Martin Broszat, Der Staat Hitlers, Deutscher Taschenbuch Verlag, Munich, 1981; Hans-Ulrich Thamer, Il terzo Reich. La Germanía dal 1933 al 1945, trad. it. Il Mulino, Bolonia, 1995.

57) Los plenipotenciarios de Pío XI y de Hitler en las tratativas fueron respectivamente el Cardenal Eugenio Pacelli, Secretario de Estado, y el Vice Canciller del Reich, Franz von Papen. Sobre el Concordato de 1933 y sobre las relaciones entre la Santa Sede y el nacional-socialismo, cf. Michele Maccarrone, Il Nazionalsocialismo e la Santa Sede, Studium, Roma, 1947; Friedrich Engel-janosi, Il Vaticano fra fascismo e nazismo, Le Monnier, Florencia, 1973; Anthony Rhodes, The Vatican in the Age of Dictators 1922-1945, Hodden & Stoughton, Londres, 1973; Robert Graham, Il Vaticano e il nazismo, Cinque Lune, Roma, 1975; Giacomo Martina, Storia della Chiesa, vol. IV, L'età contemporanea, Morcelliana, Brescia, 1995, pp. 129-218.

58) Cf. el «Osservatore Romano» del 27 de julio de 1933. «Es verdad que se puede hacer la pregunta de si la conclusión del Concordato con el Reich contribuyó efectivamente, como posteriormente ha sido afirmado muchas veces, a la Machthefestigung (consolidación del poder) nazi, una vez realizada la conquista del poder. Lo cierto es que el Concordato firmado por Pacelli, no sin preocupación, dotó al gobierno de la Iglesia de una base jurídicamente irrefragable, y al mismo tiempo la efectiva posibilidad de enfrentar continuamente al régimen de Alemania, en el período siguiente, antes sus arbitrariedades y violaciones del derecho de las gentes” (Bukhart Schneider, Pius XII. Friede das Werle der Gerechtigleeit, Musterschmidt Verlag, Göttingen, 1968, p. 21).

59) H. U. Thamer, Il terzo Reich, op. cit., p. 550. Con sus dos panfletos A los oscurantistas de nuestro tiempo (1935) y Peregrinos protestantes de Roma (1937), Rosenberg declaró abiertamente la incompatibilidad entre nacional-socialismo y cristianismo.

60) Pío XI, Encíclica Mit brennender Sorge, del 14 de marzo de 1937, in Igino Giordani, Le encicliche sociali dei Papi, da Pio IX a Pio XII, Studium, Roma, 1944, p. 410 (pp. 405-426). El texto de la Encíclica fue enviado clandestinamente a centenas de ciudades y pueblos de Alemania, donde fue impreso en cada lugar y distribuido a las diferentes diócesis. El 21 de marzo de 1937, para acentuar al máximo la importancia del hecho, los Obispos alemanes leyeron personalmente, desde el púlpito, la Encíclica de Pío XI. Sobre la Encíclica cf. Heinz-Albert Raem, Plus XI und der Nationalsozíalismus. Die Enzylelika «Mit brennender Sorge» vom 14 marz 1937, Schöningh, Paderborn, 1979.

61) Jean Chélini, L'EgIise sous Pie XII. La tourmente (1939-1945), Fayard, París, 1983, p. 87.

62) Pío XII, Discurso del 2 de junio de 1945, in DR, vol. VI, p. 70. Pío XII en este discurso traza un cuadro de esta lucha contra la Iglesia y de la resistencia opuesta por la Santa Sede y por el pueblo alemán.

63) El Conde Konrad von Preysing, nació en Kronwinckel el 30 de agosto de 1880 y murió el 21 de diciembre de 1950 en Berlín. Pertenecía a una familia de la aristocracia católica desde siempre al servicio de la Iglesia. Ordenado sacerdote en 1912, conoció en Munich al Nuncio Pacelli que, una vez designado Secretario de Estado, lo hizo nombrar Obispo de Eichstatt en 1932 y después de Berlín el 6 de julio de 1935. Desde 1933, él se manifestó como el punto de referencia de los opositores intransigentes al nacional-socialismo, en contraposición a la línea “blanda” de Adolf Bertram, Presidente de la Conferencia Episcopal. El 18 de febrero de 1946 fue nombrado Cardenal.

64) El Conde Clemens August von Galen nació el 16 de marzo de 1875 en el castillo de Dinkloge, de una antigua familia católica de Oldenburg. Sacerdote en 1904, fue destinado a Berlín, y después como párroco de San Lamberto en la Diócesis de Münster, de la cual fue designado Obispo en 1933. Desde entonces hasta 1945, condujo desde el púlpito una lucha implacable contra el nazismo lo que le valió el apelativo de “león de Münster”. Nombrado Cardenal en el Consistorio del 18 de febrero de 1946, murió inmediatamente después de su retorno de Roma a Münster el 22 de marzo de 1946. La diócesis de Münster introdujo su causa de beatificación. Cf. Clemens August Graf von Galen. Un vescovo indesiderabile. Le grandi prediche di sfida al nazismo, a cargo de Rosario F. Esposito, Edizioni Messaggero, Padua, 1985; AA. W., Il leone di Münster e Hitler, Clemens August cardinale von Galen, a cargo de Mons. Reinhard Lettmann e Mons. Heinrich Mussinghoff, Herder, Roma-Friburgo-Viena, 1996.

65) Cit. in Clemens August Graf von Galen. Un vescovo indesiderabile, op. cit., pp. 123-124.

66) P. Corrêa de Oliveira, Falsificação, in “O Legionário”, n" 397 (21 de abril de 1940).

67) P. Corrêa de Oliveira, Genealogia de monstros, in “O Legionário”, n° 302 (29 de junio de 1938). Él agrega; «En el elemento genéricamente germánico, el protestantismo inoculó, además del virus del liberalismo, otro veneno: las ideologías de la fuerza. Estas teorías -por lo demás muy emparentadas con la concepción democrática de la sistemática victoria de las mayorías- han engendrado toda la ideología militarista y brutal de la política internacional de Federico II y de muchos Hohenzollern, y más tarde han creado el imperio de Bismarck, la pasión militarista alemana, las escuelas filosóficas germánicas del siglo XIX y, por fin, como producto arquetípico de la losofia nietzscheana, el hitlerismo” (Íd.). Sobre las raíces culturales del nacionalsocialismo, cf. Edmond Vermeil, Les doctrinaires de la Révolution allemande, Nouvelles Editions Latines, Paris, 1948; Peter Viereck, Metapolitics. The roots of tbe nazi mind, Capricorn Books, Nueva York, 1961 (1941); G. L. Mosse, The crisis of German Ideology, Grasset & Dunlap, Nueva York, 1964; Nicholas Goodrick-Clarke, The occult roots of Nazism, The Aquarian Press, Wellingborough, 1985; Luciano Pellicani, La società dei giusti. Parabola storica dello gnosticismo rivoluzionario. Etaslibri, Milán, 1995. PP. 371-387.

68) P. Corrêa de Oliveira, Uma velha ambição dos Judeus, in “O Legionário”, n° 508 (7 de agosto de 1958).

69) P. Corrêa de Oliveira, 7 dias em rivista, in “O Legionário”, n° 232 (21 de febrero de 1937).

70) P. Corrêa de Oliveira, 7 dias em rivista, in “O Legionário”, n° 215 (25 de octubre de 1936). En otros artículos él muestra cómo las persecuciones antisemíticas de Hitler habían contribuido de manera indirecta pero poderosa a la realización del sueño sionista. “Lo que los jefes del sionismo no obtuvieron, lo obtuvo Hitler con su campaña antisemítica: pobló Tel-Aviv, la nueva ciudad hebraica de la Palestina, hoy dotada de innumerables mejoras y de gran confort. La ‘patria nacional’ de los judíos, el Sr. Hitler la ha poblado” (id., 7 dias em rivista, in “O Legionário”, n° 599 (30 de enero de 1944).


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