Introducción

 

 

 

 

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A MEDIADOS DE abril de 1989, agencias internacionales informaron que S.S. Juan Pablo ll habia recibido oficialmente la invitación de la Conferencia Episcopal Cubana para visitar la isla-prisión, de manos del Arzobispo de San Cristóbal de La Habana, quien también habria sido portador de un mensaje de Fidel Castro al Pontífice (1).

La noticia se daba a conocer en un momento decisivo del largo proceso de acercamiento “Episcopado cubano” “régimen comunista”, en curso en el país.

No es necesario realzar la trascendencia de una eventual visita del Sucesor de Pedro a la isla-presidio, cuya fecha aún no se ha determinado. Pero si es preciso, entretanto. examinar el contexto en que ella podria efectuarse, dadas las especiales circunstancias vigentes en Cuba.

Desde inicios de la década del 70, el dictador Castro comenzó a aplicar una nueva política religiosa. Concomitantemente, se abrió una fase dentro del proceso de acercamiento Iglesia-régimen castrista, que viene produciendo desde entonces las más graves perplejidades y aflicciones. Del lado católico, ese proceso ha tenido como protagonistas e impulsores -en varios de sus lancesademås de altos prelados cubanos. a figuras episcopales latinoamericanas, norteamericanas e incluso vaticanas; y abre hacia el futuro densas interrogaciones. Éstas se plantean especialmente para los millones de católicos cubanos y latinoamericanos que resisten al comunismo, y libran doctrinalmente contra este -cualquiera que sea el matiz táctico con que se presente- “el buen combate de la Fé" (San Pablo, 1 Tim, 6-12).

 

Tema central y partes del presente estudio

En efecto, el régimen cubano siempre fue considerado, con tantas y sobradas razones, como una de las más crueles y despóticas realizaciones concretas del marxismo-leninismo. Sin embargo, pareciendo abstraer de esa terrible realidad -por motivos que no han sido explicados a la opinión pública mundial- se fue gestando, a la sombra de la tiranía enquistada en la conuencia de las tres Américas, ese singular proceso de acercamiento católico-marxista. Dejando atras los enfrentamientos de la primera hora, se pasó a la coexistencia, de ella al dialogo y, finalmente, de parte de más de un protagonista del lado católico, se ha caminado rumbo a la coincidencia en las propias metas socio-económicas comunistas.

La génesis de ese proceso, y sus sucesivas metamorfosis; el impulso dado al mismo por la nueva política religiosa del dictador; las perspectivas sombrías que abre para la Iglesia y la sociedad temporal en las Américas; y sus delicados alcances doctrinales, constituyen la temática central del presente estudio.

La Parte I mostrará al lector una visión de conjunto del panorama de miseria en que yace el pueblo cubano; y describirá, sumariamente, mecanismos actuales de la implacable maquinaria de persecución politico-ideológico-religiosa montada por Fidel Castro y sus mentores, sobre los infelices habitantes de la isla-presidio (2).

La Parte II será dedicada a la exposición y análisis de la cronología de esos hechos “convergenciales" comuno-católicos (*), desde el comienzo de su fase más importante -que puede situarse, según testimonio del propio dictador caribeño, entre 1971 y 1972- hasta los días que corren. Para que se tenga desde ahora una idea sobre la magnitud de ese fenómeno de acercamiento, dialogo y colaboración comuno-católica, baste adelantar el pensamiento al respecto del Director del Secretariado General de la Conferencia Episcopal Cubana, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes: “Si no creyéramos que los marxistas cubanos trabajan por los mismos objetivos que Pablo VI llamó la Civilización de la Verdad y del Amor, no podría haber diálogo franco y constructivo, ni colaboración” (3)...

(*) En adelante, frecuentemente se hará mención a este fenómeno de acercamiento, coexistencia, diálogo y colaboración entre elementos católicos y comunistas en Cuba, como siendo un proceso “convergencial". El término “convergencial" no ha sido admitido en los Diccionarios de ia  Lengua castellana. Sin embargo, se ha creído oportuno adoptarlo en el presente trabajo, porque tiene una mayor fuerza de expresión que el vocablo “convergente". Al aplicarlo al caso cubano, se pretende indicar una realidad con aspectos religiosos, sociológicos y psicológicos específicos.

Interrnediando en ese desconcertante dialogo católico-marxista, se encuentra la figura singular de Fray Betto, dominico lego implicado en el apoyo a las guerrillas comunistas que asolaron Brasil en la década del 60. Con entrada fácil tanto en los altos escalones del régimen castrista, cuanto en medios eclesiásticos cubanos, Fray Betto efectúa desde hace años contínuos viajes a la isla-prisión para asesorar al régimen en su “política religiosa". El pensamiento que inspira su acción constituye una deformación gravísima de la doctrina católica, tan del agrado de Fidel y sus mentores, pues afirma explicitamente que “el cristianismo es esencialmente comunista" (4).

La Parte III versará, principalmente, sobre los más importantes documentos emanados del Episcopado cubano que muestran el alcance, las modalidades y la gravedad de su actitud ante el régimen de Fidel Castro.

 

Escenario internacional en que se sitúa el “modelo” cubano de aproximación comuno-católica

Parece conveniente decir una palabra sobre el cuadro internacional en que el experimento cubano de aproximación comuno-católica se desarrolla, para medir así su importancia en cuanto “modelo” potencial para otros países.

Junto a la descripción sumaria de ese escenario, se incluyen algunas hipótesis de trabajo, muchas de las cuales encontrarán confirmación a lo largo de estas páginas -al menos en sus líneas generales- a través de hechos y documentos citados.

En primer lugar, debe hacerse referencia a la oposición manifestada por Fidel Castro en relación a la política de “perestroika" y “glasnost" de Gorbachev. Esa oposición continúa hasta el momento, pese a las transformaciones ocurridas en el mundo comunista a partir  del desmantelamiento de la Cortina de Hierro, a finales de 1989. No se entrará a deslindar lo que haya de realidad y/o de escenificación, en dicha discrepancia. Sin embargo, interesa enfocar cierto efecto psicopolitico que se desprende de esa real o aparente divergencia de rumbos.

Debe tenerse presente que la dependencia económico-política de Cuba en relación a Rusia es tal, que su régimen se desplomaría en caso que Moscú cortase, o aún disminuyese, en forma substancial, esa ayuda. Por lo tanto, en la hipótesis de que los desentendimientos entre ambos regímenes tuviesen raíces profundas, se levantaría la pregunta sobre la existencia, dentro del propio régimen soviético, de apoyos no pequeños a la línea castrista, que impedirían medidas coercitivas drásticas del ala gorbacheviana sobre aquella (5).

No puede descartarse que esos apoyos provengan también del actual régimen de Pekin, el cual, según noticias de prensa, viene adoptando una política opuesta a la de Moscú, y de acercamiento creciente con el gobiemo comunista cubano (6); así como de algunos PCs latinoamericanos, que han adoptado posiciones ambiguas, y hasta abiertamente contrarias, en relación a la “perestroika".

La dualidad Moscú-La Habana no parece haberse modificado después del viaje de Gorbachev a Cuba en abril de 1989, y de las reuniones de cúpula Bush-Gorbachev en Malta, en diciembre de 1989, y en Washington, en mayo de 1990, a pesar de alegadas presiones norteamericanas, y de enfáticas protestas de exiliados cubanos (7). Uno de los efectos psicopolíticos ostensibles que produce esa dualidad es el de presentar al régimen castrista con un margen de independencia que le permita perlarse como líder de un “modelo” específico de comunismo, pasible de ser exportado -eventualmente con la misma substancia, pero con las debidas adaptaciones- a otros países de América Latina, el continente de mayor población católica del mundo (8).

 

“Miserabllismo", nota característica del comunismo cubano

Según se concluye de un análisis atento, el perfil característico de ese “modelo" estaría dado por una simbiosis prototípica del comunismo cubano con las corrientes más avanzadas de la “izquierda católica" latinoamericana. De esa síntesis nacería una sociedad con un estilo de vida que puede calificarse como “miserabilista” (**), si comparada con las llamadas sociedades “consumistas" occidentales; o con ciertos modelos de comunismo que  en teoria alegan querer llegar a padrones de bienestar similares a Occidente (9). Esa sociedad “miserabilista” se opone frontalmente al ideal de sano progreso de todo pueblo cristianamente constituido.

(**) En el presente estudio, se designa genéricamente como “miserabilista" a cualquier doctrina o tendencia cultural que señale como padrón ideal de vida, para el ser humano. condiciones materiales que estén tan sólo en el nivel de lo indispensable: o sea, no muy arriba del límite de carencia.

Para el "rniserabilista", conviene que el hombre disponga sólo de lo necesario para la conservación de su existencia y de su salud. Lo que exceda de ese límite ya sería considerado “superfluo" y dispensable. El “miserabìlismo", en contraste con la Doctrina Católica, condena la categoría  de bienes convenientes, y los rotula negativamente como superuos.

Así, todo aquello que exceda de lo necesario, lejos de ser benéco para el hombre, le resultaría nocivo. Esto, porque se despertaría en él un deseo sin frenos por todo cuanto es apetecible, deleitable, de gran calidad, y hasta magnico; y, sobre todo, porque se estableoerían desigualdades entre los hombres. Según el “miserabilista”, el deseo del ser humano por lo que es de grande o grandísima categoria trae como consecuencia graves daños para la salud fisica y psíquica de las personas. Esa tendencia estaría en la raíz de muchos desórdenes de la vida modema. El “miserabilista” deende la idea de que tanto el consumo cuanto la producción del hombre, deben ser proporcionados a los exiguos padrones que él concibe como ideales.

Es correlativo con el concepto de “miserabilismo", el término subconsumismo. Resulta fácil ver cuánto la concepción miserabilista-subconsumista se acomoda a las conveniencias del capitalismo de Estado, incapaz de producir abundantemente.

Sirve para intentar justificar la situación de miseria que provoca en los pueblos sometidos a su yugo. El miserabilismo comunista -con sus ansias delirantes de igualitarismo, fruto del orgullo y de la envidia- no pudiendo ofrecer a los hombres la igualdad en la prosperidad, procura justicarla en la pobreza.

Las alusiones al "miserabilismo" serán frecuentes a lo largo del texto. Se dedicará el Capítulo 8, Parte lll, específicamente al tema, mostrando puntos esenciales en que las tendencias miserabilistas contemporáneas entran en contradicción con la doctrina tradicional de la Iglesia.

El “teólogo de la liberación” brasileño Fray Clodovis Boff, describe esa sociedad “miserabilista" cubana (10) como siendo “una inmensa comunidad de religiosos, donde todos tienen lo necesario y no hay nada de superuo o lujoso". "Me gustó esa vida reducida a lo esencial", agregó después de un viaje a Cuba en 1985, en compañia de su hermano Fray Leonardo Boff y de Fray Betto, a quien se les unió en la isla Monseñor Pedro Casaldáliga -claretiano español-, Obispo de São Félix do Araguaia, Brasil, conocido por sus posiciones pro-comunistas (11).

A las características de pobreza y subconsumo del modelo cubano -eufemisticamente rotuladas de satisfacción de las “necesidades basicas” (12) - corresponderían predicados análogos en la sociedad espiritual, reflejados en una “iglesia pobre, desprendida de poder" (13), con las “manos vacías” (14), según expresiones incluídas en documentos del Episcopado cubano. Iglesia que -en palabras pronunciadas por “teólogos de la liberación" en Managua, en 1980- “como el grano", “sea enterrada, muera y desaparezca en la práctica de los pobres para resucitar en el Reino"(15)... católico-marxista, del cual Cuba se propone como un modelo.

Fray Clodovis Boff, en su “Carta teológica sobre Cuba", declaró que tanto a Monseñor Pedro Casaldaliga, cuanto a Fray Leonardo Boff, a Fray Betto, y a él mismo, les pareció “indudable que Dios estaba pasando por Cuba". Fray Betto llegó a confiarle “haber tenido la nítida impresión de la presencia del Reino en aquella obra revolucionaria" (16). En el lenguaje “liberacionista”, el “Reino” coincide con la sociedad comunista a ultranza. En aras de ese modelo de inspiración “miserabilista" de convivencia humana -tanto para la sociedad espiritual cuanto para la temporal- no faltarán eclesiásticos que justifiquen la preterición de derechos esenciales, inclusive la “piedra angular" de todos los verdaderos derechos humanos (17), cual es poder profesar sin cortapisas la verdadera Religión (18).

 

Viabilidad del proyecto revolucionario cubano en cuanto inspirador de fórmulas “miserabilistas" para América Latina

Más de un lector podrá preguntarse sobre la real viabilidad de ese proyecto revolucionario fuera de Cuba, donde esa simbiosis católico-marxista está en avanzado estado de elaboración.

En lo que a América Latina se reere, la delicada situación interna de los más importantes países del continente hace que encuentre un terreno fértil para aventuras “liberacionistas" de inspiración cubana (19).

Desde el momento en que un Cardenal de la Santa Iglesia -como es el caso del Arzobispo de São Paulo, Brasil, Monseñor Paulo Evaristo Arns- ensalza al socialismo cubano como un “ejemplo de justicia social", en el que cree vislumbrar “señales del Reino de Dios" (20) -sin que haya trascendido públicamente cualquier reprensión vaticana- la “izquierda católica" latinoamericana podrá alegar este antecedente para propugnar la implantación en el continente de otros “modelos” similares, de manos dadas con elementos pro-castristas, delineando a partir de esas naciones un 4° Mundo comuno-católico miserabilista.

Los publicitados viajes de Castro a Ecuador, Méjico, Venezuela y Brasil, entre 1988 y 1990, para asistir a la toma de mando de sus Presidentes electos, preparan también el terreno para que ciertos dirigentes latinoamericanos -sea por afinidad ideológica, sea por oportunismo político- inclinen su acción en una dirección favorable a los intereses del utopìsmo “miserabilista" (21). En el mismo sentido puede interpretarse la sorprendente actitud de varios gobiernos del continente favorables al reingreso de Cuba en la OEA (22).

La revista francesa “Chrétiens de l'Est” (23) supo ver aspectos esenciales de la maniobra castro-“liberacionista”, en relación a América Latina, al armar:

“Para las autoridades comunistas en el poder, la Iglesia cubana no representa una amenaza interior; reducida a un ´pequeño rebaño`, ella se ha quedado inofensiva, sumisa y ´marginalizada`. Pero en relación a los países de América Latina, por el contrario, lo que está sucediendo en Cuba representa una jugada de primordial importancia. Del éxito o del fracaso de la ´política religiosa` del Partido Comunista de Cuba (PCC) depende el éxito o rechazo de la penetración del comunismo en todos los países de América Latina, donde las raíces y las tradiciones cristianas continúan vivas".

“El éxito de esa cohabitación católico-marxista está destinado sobre todo a inuenciar al resto de los países de América Latina, en los cuales el ´modelo cubano` se constituiría en un argumento de peso para acelerar el proceso revolucionario fomentado por la ´teología de la liberación´. Por fin, esta ´normalización` de las relaciones Iglesia-Estado en Cuba, debería, en la lógica de Castro, facilitar la eventualidad de un acontecimiento que el desea por encima de todo, para reforzar su prestigio y su autoridad no sólo en Cuba, sino también en América Latina, e incluso mucho más allá: un viaje de Juan Pablo II a Cuba" (24).

Otras consideraciones podrían agregarse a este respecto, a partir de un análisis especíco sobre la acción efervescente de activas fuerzas izquierdistas respaldadas por sectores de la prensa, del clero y hasta del gran capital (25).

 

Una reexión sobre tendencias “miserabilistas" más allá de las fronteras latinoamericanas

A partir del cuadro arriba descrito. ampliando la mirada hacia el escenario mundial, es oportuno decir una palabra sobre el problema de las tendencias “miserabilistas" en otras latitudes.

En lo que concierne a los países del Este europeo, la situación de extrema pobreza en que los dejaron décadas de dominio comunista, y la existencia en su interior de corrientes de “izquierda católica", presentes en varios de los gobiernos recién instalados (26), constituyen elementos potenciales que podrían facilitar la adopción de fórmulas comuno-católicas de inspiración miserabilista.

Lo mismo no podría armarse, a primera vista, sobre las sociedades mediana y altamente industrializadas, con poblaciones enteras habituadas a los más altos padrones de confort y consumo, a las que resultaría intolerable un nivel de vida subconsumista como el de la isla-presidio.

Sin embargo, la viabilidad de ese camino “miserabilista” para este tercer grupo de naciones no puede descartarse sin más. En primer lugar, porque las corrientes sociopolíticas que propugnan modos de vida neo-tribales de raíz ecológica, defendiendo incluso un abandono de los estilos de vida occidentales, constituyen hoy en día la vanguardia del pensamiento revolucionario en esos  países, y están en franca expansión. En segundo lugar, porque ciertas circunstancias internacionales pueden facilitar la marcha en ese rumbo. Por ejemplo, el comportamiento imprevisible de variables macroeconómicas -que produjese la eclosión en cadena de depresiones y hasta colapsos económicos- haría evolucionar forzadamente a esos países hacia modelos menos distantes de una economia de subsistencia. Tampoco se pueden descartar conflictos bélicos internacionales inesperados, los cuales, dependiendo de su magnitud, acarrearían el deterioro económico de las naciones involucradas.

A esto se suma, en el caso especíco de los Estados Unidos y de Canadá, la orientación doctrinal de elementos del Episcopado católico de ambos países, que han lanzado documentos interpretados como “anticonsumistas", y hasta como anticapitalistas (27), lo que contribuye indirectamente a preparar los espíritus para vivir en una sociedad empobrecida, derivada de imprevistas coyunturas internacionales.

Podría objetarse que lo expuesto constituye un juego de hipótesis, en relación a las cuales sería posible levantar diversas objeciones de peso. Lo que no las invalida, sino que las pone en su justo término, en el marco de la inestabilidad (28), mutabilidad y efervescencia del panorama político-religioso contemporáneo, cuya lamentable constante ha sido un avance revolucionario en numerosos campos.

Es en esa perspectiva que el lector deberá acompañar los hechos relatados en las páginas que siguen, los cuales serán presentados de modo articulado y coherente. La interpretación que de ellos se haga, será corroborada incluso por abundantes documentos de teóricos y guras revolucionarias de destaque. Este reconocimiento les otorga, a nuestro juicio, un sentido preciso e incuestionable. Lo cual justifica la importancia que atribuimos, en el escenario internacional, a esa sintesis comuno-católica que se gesta en la Cuba de hoy (29). Y da su razón de ser a las páginas que siguen. 

Notas:

1) Según el periódico "The Miami Herald", del 30-5-89, “Fernando Faure, primer secretario de la Embajada cubana ante la Santa Sede, armó que el Arzobispo de La Habana, Monseñor Jaime Lucas Ortega y Alamino, llevó un mensaje de Castro al Papa, con ocasión de su visita al Vaticano en abril pp.”

Por su parte, un despacho publicado por el diario brasileño “O Estado de São Paulo", del 23-4-89, decía: “Ciudad del Vaticano.- El Papa Juan Pablo II aceptó la invitación del presidente Fidel Castro y deberá visitar Cuba, probablemente en 1991. El convite fue llevado a Juan Pablo II por el Obispo Jaime Lucas Ortega y Alamino, de San Cristóbal de La Habana, quien se entrevistó ayer con el Sumo Pontífice".

2) En las Partes subsiguientes de este estudio, el lector encontrará otros datos concluyentes -junto con referencias bibliográficas de primera línea- que reafirman ese cuadro de postración, control policiaco y miseria descrito en la Parte I (cfr. Parte II, Capítulo 7 y Parte III, Capítulos 2 y 8).

3) Revista “Cuba Internacional", N° 200, La Habana, julio de 1986.

4) Revista “Cuba Internacional", La Habana, abril de 1986.

5) Desde fines de 1988, hasta el momento en que se redactó esta Introducción, en mayo de 1990, numerosos analistas internacionales han abordado el tema. Véase a este respecto el artículo de Joseph B. Treaster, especialista en asuntos cubanos del “The New York Times", “Castro scoming Gorbachev model-Moscow irked but, for now, is not pressing the issue", del 11-1-89. El periodista polaco-norteamericano Tad Szulc, en artículo publicado en el diario “Folha de S. Paulo" (29-12-88) a propósito del 30° aniversario de la Revolución cubana, delineó una “facción anti-Gorbachev" en algunos países comunistas, y hasta dentro de la propia Rusia. Constituyen ejemplos de ello el apoyo ocial que algunos regímenes comunistas, incluido el cubano, dieron a la sangrienta represión desatada por el gobiemo marxista chino contra disidentes del régimen, en junio de 1989 (“OESP", 7-6-89); el discurso de Fidel Castro en conmemoración del 36° aniversario del asalto al Cuartel Moncada, criticando la “perestroika" (“Jornal do Brasil", 28-7-89); las objeciones que el diario "Pravda" levantó contra la política de reformas de Gorbachev (“OESP", 29-7-89); declaraciones de Castro en Brasil criticando el rumbo de las transformaciones impulsadas por Gorbachev en el Este europeo (“Ya", Madrid. 18-3-90); y las publicitadas diferencias entre Gorbachev y jefes militares soviéticos, en mayo de 1990 (“OESP", 17-5-90).

6) cfr. “Resumen Semanal Granma", N° 25, La Habana, 18-6-89, p. 9, donde se comenta la visita del canciller chino Qian Qichen, efectuada a La Habana, y se  destaca el acelerado proceso de acercamiento entre ambos regímenes, durante 1989.

7) Ver, por ejemplo, la interpelación pública que personalidades del exilio cubano efectuaron a Gorbachev, con ocasión de sus visitas a Roma y Washington, en noviembre de 1989 (“Il Tempo", Roma, 2 y 3-12-89), y mayo de 1990 ("Diario Las Américas”, 26-S-90, “The Washington Times", 30-5-90, y “The Washington Post", 31-5-90).

8) En este sentido puede interpretarse el discurso de Fidel Castro en Santiago de Cuba, el 2 de enero de 1989, conmemorativo de 30 años de Revolución. Analistas internacionales comentaron que cuando Castro llamó a hacer una revolución “más perfecta", el dictador cubano pensaba, especificamente, en “un modelo que resulte atractivo a los países del Tercer Mundo", en contraposición a la alternativa dada por la “perestroika" soviética (“El Dia", de Aragón, 3-1-89, p. 16). El viaje del dictador a Brasil, en marzo de 1990, tuvo como uno de sus principales objetivos afirmar la presencia cubana en el contexto latinoamericano, y ahondar las diferencias de los países del continente con los Estados Unidos (articulo “Fidel define las razones de su visita: Contribuir para la aproximación de los países de América Latina; estrechar relaciones con Brasil", “Resumen Semanal Granma", 25-3-90).

9) Juan Valdés, alto funcionario del régimen de La Habana, y Jefe del Departamento de América Latina del Centro de Estudios de America (CEA), hace esa distinción al aclarar que “nosotros no vamos a tener nunca una sociedad de consumo". Y explica que esa es “una posición cubana que encuentra divergencias en el campo socialista".

“Pensamos que el socialismo no debe orientarse para dar lo mismo que el capitalismo da, más casas, más automóviles, más ropas, más videograbadores", concluye Valdés (“1917-1987: Socialismo em Debate", Instituto Cajamar, São Paulo, 1988, p. 133).

10) El Dr. Manuel Sanchez Pérez, ex-Viceministro de Economía de Cuba, que huyera de la isla-prisión en 1985, ha mostrado, con abundantes datos y ejemplos, el “realmente miserable nivel de vida" que poseen los cubanos de la isla (cfr.”U.S. - Cuba Roundtable", International Freedom Foundation, Washington, D.C., septiembre de 1988).

11) “Carta teológica sobre Cuba", Centro de Educación Popular del Instituto Sedes Sapientiae, São Paulo, 1987, p. 5. Fray Clodovis añadió: “Para mí, la austeridad no es un expediente económico para salir de las crisis, pero sí un ideal de vida social como lo era para algunos en la antiguedad” (pp. 5-6).

Sobre el pensamiento revolucionario del Obispo de São Felix do Araguaia, véase el libro de Plinio Corrêa de Oliveira “La Iglesia ante la escalada de la amenaza comunista - Llamamiento a los Obispos Silenciosos”, Editora Vera Cruz, São Paulo, 3ª. edición, 1977, Capitulos 1 y 2.

12) Op. cit. Valdés, “1917-1987: Socialismo em Debate", idem, ibid.

13) Mensaje final del Encuentro Nacional Eclesial Cubano, “Encuentro Nacional Eclesial Cubano-Documento final e Instrucción pastoral de los Obispos de Cuba", Tipografía Don Bosco, Roma, 1ª. edición, p. 16.

14) Discurso inaugural del ENEC, pronunciado por Monseñor Adolfo Rodriguez, entonces Presidente de la Conferencia Episcopal Cubana, “Encuentro Nacional Eclesial Cubano", p. 6.

15) “Iglesia y liberación de los pueblos", Secretariado Intemacional Oscar Arnulfo Romero, V Encuentro Internacional celebrado en Managua, 1980; Ediciones Nuevomar, Méjico, 1984, p. 64.

16) pp. 67-68.

17) cfr. S.S. Juan Pablo II, Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz, 1988, citado en "L'Osservatore Romano", 20 y 21-2-89, p. 6.

18) El “Documento final" del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), realizado en La Habana en febrero de 1986, afirma que la sociedad marxista “ha hecho serios esfuerzos por promover los derechos esenciales", y reconoce que “en la prosecución de la realización de estos derechos pueden quedar menos en evidencia, o a veces preteridos, otros derechos", “entre ellos, el derecho de la libertad religiosa y a otras libertades llamadas civiles" (“Encuentro Nacional Eclesial Cubano", p. 60). La sumisión reejada en el documento no puede ser mayor. Para intentar justificarla, vale hasta una alusión al “bien común", que “exige a menudo que adaptemos o dejemos de lado opciones o preferencias individuales"... (“Encuentro Nacional Eclesial Cubano", N° 172, p. 61).

19) Curiosamente, los saqueos y escenas de violencia ocurridos en Caracas y Buenos Aires en febrero y junio de 1989, habían sido “previstos” por Castro a mediados del año anterior, al recibir en La Habana a un grupo de periodistas latinoamericanos (“Folha de S. Paulo", 5-5-88).

Poco después, hablando en la capital cubana durante el “3° Encuentro de Mujeres Latinoamericanas”, Castro dijo que “la crítica situación económica de América Latina está creando condiciones revolucionarias en varios países del continente", y agregó que "las condiciones objetivas que llevaron a grandes revoluciones históricas, se están acumulando" (“Jornal do Brasil", 10-10-88), creando ventajosos caldos de cultivo para las izquierdas. En Brasil, en marzo de 1990, Castro justificó delante de periodistas una eventual resistencia armada de los sandinistas nicaraguenses derrotados en las urnas (“Resumen Semanal Granma", 25-3-90). Poco después, hablando ante mil líderes de la “izquierda católica" brasileña, el dictador afirmó que "mudanzas políticas" favorables a la Revolución podrian ocurrir en el continente, “tal vez más rápido de lo que pensamos" (“Resumen Semanal Granma", 8-4-90).

20) Periódico “Granma”, órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, 6-1-89.

21) El periodista Newton Carlos, del diario "Folha de S. Paulo", cita a la revista cubana "Casa de las Américas": "Un encuentro como el que se produjo en la capital ecuatoriana (Fidel, el nicaraguense Daniel Ortega, varios presidentes latinoamericanos, etc.) “no habría sido posible hace algunos años atrás”. Después de mencionar los viajes de Castro a la toma de posesión de los presidentes de Mejico y Venezuela, Newton Carlos comenta: “Tanto Fidel Castro como Gorbachev hablan con entusiasmo de la “redemocratización” de los países latinoamericanos. Apuestan en la continuidad de los procesos electorales y en la supervivenda de los gobiernos electos, como factores de transformaciones políticas y de debilitamiento del ´dominio´ norteamericano".

22) cfr. “Resumen Semanal Granma", 25-3-90.

23) N° 51, 3er tr. 1986. supl. N° 11, pp. 1, 2 y 34.

24) Versiones de prensa sobre recientes desacuerdos entre Castro y el Episcopado cubano, con eventuales repercusiones sobre la fecha del viaje de Juan Pablo II a la isla, son analizadas en la Parte II, Capitulos 8 y 9.

25) Véase el alerta al respecto publicado por la entidad “Cubanos Desterrados" en el “Diario Las Américas", del 23-2-90, sobre la “carta latinoamericana" en la que Castro estaría apostando para sobrevivir políticamente; y también el mensaje público enviado por esa misma agrupación al nuevo Presidente de Brasil, Fernando Collor de Mello, pidéndole medidas para aislar internacionalmente al dictador Castro (“Diario Las Américas", 14-3-90).

26) cfr. "30 Giorni", N° 4, abril de 1990.

27) cfr. “Economic justice for all Catholic social teaching and the U.S economy", Nat. Conf. of Catholic Bishops, Wash., D.C., 4-6-1986; y “Do Justice! The social teaching of the Canadian Catholic Bishops (1945-1986)”, Éditions Paulines & The Jesuit Centre for Social Faith and Justice.

28) Por ejemplo, no puede descartarse la posibilidad de modificaciones, a nivel internacional, en la correlación de fuerzas entre líneas “duras” y “perestroikanas" del comunismo, en beneficio de las segundas, llegando a provocar una sustitución del dictador y de la actual camarilla gobernante. Pero ese cambio no significaría necesariamente una sustitución del régimen comunista por otro de total respeto a la propiedad privada y a la libre iniciativa; pues el comunismo podrá intentar la aplicación de fórmulas que "salven" la esencia de la nefasta Revolución castrista. Para este fin, los revolucionarios sin duda recurrirían a la ayuda de la "izquierda católica", dentro y fuera de la isla.

29) La ¡sia-prisión estaría siendo utilizada, entonces, como laboratorio de un 4° Mundo del mañana, deseado por fuerzas comunistas intemacionales afines con el fidelcastrismo.

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