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Parte III

La psicocirugía revolucionaria en cámara lenta

 

Tres operaciones de efectos reversibles y una  nueva vía revolucionaria...

·      Se desvencijan las estructuras del Estado sin desmontarlos todavía. (Sistema jurídico institucional – autonomías – Corona)

·      Corrosión de las instituciones en la sociedad (Propiedad – familia – educación).

·      Transformación “lúdica” de las mentalidades. (Ambientes – costumbres – cultura y civilización).

… que conduce a una sociedad disgregada autogestionaria, sin Dios ni ley.


 Sección primera:

La neorrevolución del PSOE: ¿una salida para que la revolución socialista mundial salga del atolladero?

Capítulo 6 - 2a. parte

Desintegrar el Estado y la sociedad a ambos lados del Telón de Acero: ¿meta de corrientes ideológicas actuales?

Guión para acompañar la psicocirugía en cámara lenta

 

V — Irrumpe en Francia, a partir de la Sorbona, una explosión ideológica y temperamental que pretende arrastrar las mentalidades occidentales hacia la anarquía

 

1-  Las tendencias profundas que la prepararon

Existe en el hombre moderno una tendencia profunda — que va aumentando a medida que se aleja de la civilización cristiana— hacia un tipo de vida quimérico, en la que pueda dar rienda suelta a sus pasiones y librarse del cumplimiento del deber y de la presencia de la coacción, del esfuerzo y del dolor.

Tendencias profundas como éstas no producen todas sus consecuencias en una sola generación. Van modificando lentamente los estilos de vida, los ambientes, la cultura, la legislación y el Estado. Cada transformación concreta alimenta en el hombre la determinación de adecuar su vida a dicha tendencia.

Son incontables hoy las reformas, grandes y pequeñas, y las manifestaciones socio-culturales de todo orden, en las que se refleja esta aspiración quimérica profunda de una vida de placeres sin frenos. Todo camina en el mundo de hoy en el sentido de liberar al hombre de las diversas formas de desigualdades y autoridades legítimas que la vida en sociedad supone, así como de la moral y las leyes positivas*.

 

* Sobre el papel del orgullo y de la sensualidad en el odio contra toda forma de superioridad o de ley, véase Revolución y Contra-Revolución de Plinio CORRÊA DE OLIVEIRA. El autor muestra cómo estas pasiones desordenadas constituyen el substrato profundo explotado por las revoluciones que desde el fin de la Edad Media vienen sucediéndose en el Occidente cristiano y que deben ser consideradas en realidad como el desarrollo por etapas de un único e inmenso proceso revolucionario.

 

Síntoma inequívoco de esto es la penetración que las teorías de Freud sobre la liberación del instinto sexual han tenido en el mundo de hoy.

 

2. Un nuevo tipo humano que rechaza el primado de la inteligencia y de la voluntad

En la punta de lanza de la marcha procesiva de esta tendencia, a la vez igualitaria y libertaria, se encuentra el anhelo por romper no sólo con las jerarquías y las leyes de la vida en sociedad, sino con el propio orden interno de la naturaleza humana. Es decir, modelar un tipo de hombre que abandone los dictados de la razón y los imperativos de la voluntad para proclamar el primado de la sensibilidad y de los instintos. Una manifestación de este fenómeno fue la aparición, en la década de los cincuenta, de las masas de adolescentes hipnotizados con el ritmo frenético del rock and roll y sus proyecciones culturales*. A partir de ahí puede establecerse con toda facilidad una genealogía de ritmos, músicas, vestimentas, modos de ser y de vivir que van definiendo y radicalizando cada vez más este tipo humano, encarnado por ídolos del cine y del rock, los Beatles, los hippies y que desembocó en la llamada revolución sexual de 1966 en los campus universitarios norteamericanos.

 

* Plinio Corrêa de Oliveira se refiere al fenómeno en su obra ya citada: “El proceso revolucionario en las almas, así descrito, produjo en las generaciones más recientes, y especialmente en los actuales adolescentes que se hipnotizan con el ‘rock and roll’, un estado de espíritu que se caracteriza por la espontaneidad de las reacciones primarias, sin el control de la inteligencia ni la participación efectiva de la voluntad; por el predominio de la fantasía y de las 'vivencias' sobre el análisis metódico de la realidad: fruto todo, en gran medida, de una pedagogía que reduce a casi nada el papel de la lógica y de la verdadera formación de la voluntad” (Revolución y Contra-Revolución, p. 71).

 

3- En la Sorbona, se anuncia el nacimiento de una nueva era histórica

Sin embargo, fue en las barricadas estudiantiles de la Sorbona donde, al grito de prohibido prohibir, estas tendencias irrumpieron violentamente en mayo de 1968, pareciendo adelantarse a la historia para revelar al mundo burgués atónito la faz entera de la utopía anárquica hacia donde se dirigen las ansias desordenadas de una igualdad y libertad totales.

En medio del desorden, de la promiscuidad sexual desenfrenada y de las explosiones de violencia, los revolucionarios sorbonianos cantaban loas a la Revolución Cultural de Mao Tse-Tung; anunciaban la muerte del Estado y de la sociedad organizada, el fin de la civilización de la razón y de la voluntad. Y predicaban el nacimiento de una nueva era histórica en que los instintos serían por fin liberados después de dos mil años de esclavitud. Las teorías freudomarxistas de Wilhelm Reich retocadas por Herbert Marcuse —aliando la revolución social a la revolución sexual, señalando la familia jerárquica y monogámica como la fuente primera de toda represión económica, política, cultural y moral— servían de sustento ideológico a la rebelión temperamental cuya exasperación se traducía en eslóganes tales como “sé realista, exige lo imposible”; “más vale un fin infernal que un infierno sin fin”; “la imaginación al poder”; y el ya referido “prohibido prohibir”.

Por su parte, la prensa de izquierda del mundo entero hacía de gigantesca caja de resonancia a la explosión anarquista, que más o menos en todo Occidente —España incluida— iba a ser repetida en escala menor por estudiantes revolucionarios. Pero la burguesía francesa acabó por exigir la vuelta a la normalidad*.

 

* Mientras el general Charles De Gaulle, a la sazón Jefe de Estado, salía secretamente de Francia para asegurarse el apoyo de las tropas francesas acantonadas en Alemania, se organizaba en Paris, en la avenida de tos Campos Elíseos, una gigantesca manifestación integrada principalmente por la media y pequeña burguesía, para exigir el cese inmediato del caos revolucionario que paralizaba las actividades del país. Sin embargo, el medio millón de franceses que allí protestaban contra los efectos insoportables de la revolución anarquista, no dirigían su indignación contra la raíz ideológica y temperamental que era su causa y que estaba bien sintetizada en el prohibido prohibir. Mientras tanto, los edificios universitarios fueron evacuados, debidamente limpiados y restaurados, las calles de las ciudades desobstruidas, el orden restablecido...

 

¿Cuál fue el efecto de esta revolución, aparentemente dominada?

En el plano superficial inmediato, el fracaso de un radicalismo que no tenía condiciones objetivas de contar con el apoyo de la opinión pública francesa y mundial de entonces.

En un plano más profundo y a plazo medio o largo, el choque brutal producido en la mentalidad de la burguesía de Occidente tendría consecuencias de gran alcance. Derrotado en los Campos Elíseos, el movimiento revolucionario de la Sorbona difundiría sus eslóganes, sus modos de ser y de vivir, lentamente, como una mancha de aceite, por toda una sociedad que en realidad no rechazaba seriamente el contenido ideológico de esa rebelión, sino tan sólo sus consecuencias extremas*.

Veinte años después, desde su bien instalado despacho de director de la revista libertaria “Pflaster Strand” en Frankfurt, uno de los más representativos líderes del mayo francés, Daniel Cohn-Bendit, así evalúa los resultados de la rebelión estudiantil, en declaraciones para “The New York Times”: “Cohn-Bendit ve el status de sus amigos  [del Partido Verde] como fruto político de 1968 (...). Pero los trazos más visibles del 68 se aprecian en el comportamiento de la gente, en sus hábitos, en su vida de todos los días — la educación, el feminismo, la cultura.” [2]

 

*Respecto al papel de las fuerzas extremistas en el desarrollo del proceso revolucionario, dice el profesor Plinio Corrêa de Oliveira: “La explosión de esos extremismos levanta un estandarte, crea un punto de mira fijo que fascina, por su propio radicalismo, a los moderados, y hacia el cual éstos se van lentamente encaminando. Así, el socialismo repudia el comunismo, pero lo admira en silencio y tiende hacia el. Más remotamente lo mismo se podría decir del comunista Babeuf y sus secuaces en los últimos destellos de la Revolución Francesa: fueron aplastados. Pero lentamente la sociedad va siguiendo el camino hacia donde ellos la quisieron llevar. El fracaso de los extremistas es, pues, sólo aparente. Ellos colaboran indirecta, pero potentemente, a la Revolución, atrayendo paulatinamente para la realización de sus culpables y exacerbados devaneos a la multitud incontable de los 'prudentes', de los 'moderados' y de los mediocres” (Revolución y Contra-Revolución, pp. 53-54).

 

VI — ¿Cómo aprovechar los efectos profundos del Mayo francés para encaminar a Occidente hacia la autogestión? Teóricos socialistas analizan el problema

 

A partir de la década de los setenta, teóricos socialistas y marxistas en general desarrollaron un análisis más amplio de los efectos profundos de la revolución estudiantil de mayo de 1968. Entre ellos sobresalen autores franceses como Alain Touraine, Pierre Fougeyrollas, y el austriaco André Gorz. Más recientemente se han destacado también el teórico del socialismo español Ignacio Sotelo y los franceses Pierre Rosanvallon y Laurent Joffrin.

 

1— La revolución cultural: un cambio radical y profundo en las mentalidades que conduce a la revolución total

Las apreciaciones formuladas por estos teóricos componen una nueva visión revolucionaria global, que podría esquematizarse así*:

 

* Estas mismas concepciones fueron estudiadas también por Jacques Ellul y Cornelius Castoriadis y condensadas didácticamente por Richard Gombin. En alguna medida, Alfonso Guerra se ha hecho portavoz de estas ideas en los círculos socialistas españoles.

Deforma diversa y con importancia desigual, dieron fundamento teórico a esta nueva concepción del socialismo post-sorboniano los llamados filósofos del ya mencionado revisionismo marxista como Lukács, Korsch, Schaff, Adorno, Horkheimer, Bloch, Marcuse, Fromm, Lefebvre, vinculados en su mayor parte a la llamada Escuela de Frankfurt.

*   *   *

A continuación presentamos una lista de obras más recientes que tratan sobre esta nueva visión revolucionaria: Jacques ELLUL, Changer de révolution — L'inéluctable proletariat; Pierre FOUGEYROLLAS, Marx, Freud et la révolution totale; Richard GOMBIN, Les origines du gauchisme; André GORZ, Adiós al proletariado (Mas allá del socialismo), Reforme et Révolution; Alfonso GUERRA y otros, El futuro del socialismo; Laurent JOFFRIN, La gauche en voie de disparition — Comment changer sans trahir?; Fierre ROSANVALLON, L'áge de l'autogestion; Ignacio SOTELO, Las paradojas del eurocomunismo in revista “Sistema”, n° 20, septiembre 1977, Los socialistas en el poder. Problemas actuales del socialismo europeo in revista “Sistema”, n° 15, octubre 1976, Socialismo y Cultura in “Leviatán” nº 1, tercer trimestre 1978 (también publicado in PSOE, Propuestas culturales, pp. 15-36) y Socialismo y Marxismo in revista “Sistema”, mayo 1979, n° 29-30; Alain TOURAINE y otros, Au-delà de la crise; Alain TOURAINE, El post-socialismo.

 

a) El nuevo caldo de cultivo revolucionario. — Un análisis concreto de la realidad contemporánea indicaba, sin lugar a dudas, el creciente desprestigio mundial de las vías dogmáticas ensayadas para llegar al comunismo: la llamada dictadura del proletariado de tipo soviético, con su capitalismo de Estado, y los intentos también drásticos de la China de Mao y del Khmer Rouge, con su violencia totalitaria sin precedentes.

Del mismo modo, la capacidad de movilización revolucionaria de las masas obrero-campesinas contra el capitalismo se verificaba cada vez menor. La clase obrera, al contrario de lo anunciado por los ideólogos marxistas clásicos, se había integrado en gran medida a la llamada sociedad del bienestar.

Por esta razón, los marxistas deberían intentar desencadenar la lucha de clases a partir de las llamadas minorías contestatarias, aprovechando el malestar causado por las limitaciones impuestas a sus ansias de expansión libertaria e igualitaria. Estas limitaciones eran atribuidas al autoritarismo disciplinador inherente al aparato estatal y al tan inmenso como opresivo edificio de las sociedades industriales [3]*.

 

*Alfonso Guerra, en conferencia introductoria al I Encuentro sobre el futuro del socialismo realizado en Jávea entre los días 19 y 21 de septiembre de 1985, reconoció que después de las esperanzas suscitadas en el seno del socialismo por la revolución bolchevique, se hizo imposible negar su totalitarismo violento y su fracaso económico: “En la actualidad resulta igualmente un hecho reconocido en el mundo entero y también en los circuitos socialistas la percepción del rostro inhumano de las revoluciones comunistas. Algunas impresiones sobre este particular han estado en discusión durante mucho tiempo. Inicialmente la revolución de octubre irradió un nuevo movimiento de esperanza sobre lo que pudieran conseguir las revoluciones obreras. Después vinieron las crisis, las disensiones, los procesos de revisión en los Congresos del Partido Comunista Soviético, etc., y hoy en día se puede decir que se ha llegado a una percepción bastante generalizada en el conjunto del movimiento socialista de que existe un rostro inhumano en esas revoluciones que las hacen desaconsejables. A lo cual se une naturalmente el fracaso de su gestión; y esto también es algo que, al margen de algunas discusiones, hoy en día parece bastante claro” (El futuro del socialismo, p, 14). En este mismo sentido, véase la página 25 de dicha obra.

 

b) La rebelión de 1968 puso al descubierto la crisis socio-cultural de las sociedades industrializadas.— En el plano profundo, la contestación juvenil que estalló en Francia y en el mundo occidental a partir de mayo de 1968, puso de manifiesto una crisis socio-cultural de magnitud insospechada que se gestaba en las entrañas de las sociedades industrializadas. La presencia de esta contestación juvenil en la llamada Primavera de Praga y en Polonia, en ese mismo año de 1968, fue un síntoma evidente de la existencia de una crisis análoga en el bloque socialista [4].

 

c) Una crisis generacional.— Se trata de un movimiento de contestación que no se levanta en nombre de la clase obrera ni se produce en el marco de los partidos políticos, sino que se presenta como la lucha de la sensibilidad libertaria de la generación joven contra los mayores y todo su sistema de valores [5].

 

d) Que tiende a la revolución total.— Sin embargo, es un movimiento de tenor auténticamente revolucionario que, superando los dogmatismos de la ortodoxia marxista, contesta radicalmente y al mismo tiempo todas las formas de autoridad y coacción legal o moral, tanto en el ámbito individual como en el social [6].

 

e) A partir de una liberación radical de los instintos.— Es decir, una revolución que propugna antes que nada una liberación de los instintos en el ámbito de la psiquis, contra el yugo interior impuesto por siglos de cultura y civilización que consagraron el dominio de la inteligencia y de la voluntad sobre las pasiones. De ahí que la libertad sexual sin límites sea una de sus principales reivindicaciones*. Por su propia naturaleza, esta explosión ideológico-temperamental tenderá, a medida que se expanda, a arrastrar en la espiral de las luchas antiautoritarias y antirrepresivas a todas las actividades y relaciones humanas: la familia, el trabajo, la escuela, la economía, la cultura, la política, etc. [7]** Por eso, los núcleos más activos y conscientes de la rebelión estudiantil, a falta de otro precedente histórico adecuado, tomaron de Mao Tse-Tung el término revolución cultural para definir su movimiento, aunque sin adherir a los dogmas maoístas [8]. “La expresión revolución cultural —comenta Pierre Fougeyrollas— significa verdaderamente una revolución de las maneras de sentir, de actuar y de pensar, una revolución de las maneras de vivir (colectiva e individualmente), en suma una revolución de la civilización” [9].

 

* Fierre Fougeyrollas expone el pensamiento revolucionario con una claridad sin velos: “Lo que piden los jóvenes no es la libertad que les puedan otorgar padres y maestros para tener las relaciones sexuales que quieran. (...) Lo que ellos quieren en realidad es algo muy distinto. Consiste en una aspiración a nuevas relaciones interpersonales entre padres e hijos, entre profesores y alumnos, en fin, entre los mismos jóvenes, a partir de una sexualidad expansiva. (...) La revolución psicosexual, que está actualmente gestándose en la juventud, constituye una fuerza decisiva para lograr la revolución total” (Marx, Freud et la révolution totale, pp. 366-367).

Richard Gombin no es menos claro: “Todo lo que existe se pone nuevamente en tela de juicio, y simultáneamente. Las izquierdas consideran que el hombre está alienado en su vida sexual porque sus deseos reales son ahogados desde su infancia por la moral, la familia, la escuela. (...) Ahora, se trata de liberarse de todos los maestros y de lodos los obstáculos a la libertad” (Les origines du gauchisme, p. 178).

 

** Herbert Marcuse, el filósofo de la rebelión de Mayo de 1968, dice sobre esta nueva forma de revolución: “El énfasis en esta nueva dimensión no implica sustituir a la Política por la Psicología, sino lo opuesto. (...) Nosotros debemos alcanzar las raíces de la sociedad en sus propios individuos. (...) Hoy el cambio cualitativo, la liberación, implica cambios orgánicos de instinto y biológicos, al mismo tiempo que cambios políticos y sociales. (...) Uno puede indudablemente hablar de una revolución cultural, puesto que la protesta está apuntada hacia todo el Establecimiento cultural, incluyendo la moral de la sociedad existente. (...) Hay una cosa que podemos afirmar con seguridad: se acabaron la idea tradicional de revolución y la estrategia tradicional de revolución. Estas ideas son anticuadas. (...) Lo que debemos emprender es una especie de difusa y dispersa desintegración del sistema” (La sociedad carnívora, pp. 45, 47, 48, 76, 77, 91). Ver además, Pierre Fougeyrollas, op. cit., pp. 345 ss.

 

2— El nuevo proletariado multiforme

 

a) La influencia difusa del Mayo del 68 en todo Occidente.— Sin condiciones objetivas para una proyección política inmediata, la revolución instintiva total perfilada en las barricadas de la Sorbona resonó, sin embargo, como el presagio del fin de una era histórica. Muchos aspectos de esta revolución prematura asustaron a sus contemporáneos. No obstante, es un hecho evidente que esta revuelta tenía vínculos con tendencias profundas de la burguesía permisivista, por un lado; y por otro, que ha ido influyendo poco a poco no sólo en los ambientes más liberales, sino también en muchos que se escandalizaron con sus excesos [10].

b) Movimientos, sectores y tendencias utilizados para la disgre­gación política y sociocultural del sistema vigente.— Además, ya sea por esta progresiva impregnación de las tendencias e ideas del Mayo del 68, ya sea por la gravedad de la crisis que aqueja a la sociedad de consumo, aparecen con creciente fuerza de impacto otros factores de contestación que, junto con la rebelión juvenil, pueden ser estimulados para acelerar el fin del capitalismo occidental:

● El movimiento feminista que, en el contexto de la revolución sexual, conduce a la eliminación de toda desigualdad entre los sexos y a la destrucción de la noción tradicional de familia en cuanto célula básica de la sociedad [11].

● Las minorías hasta hace poco mal vistas y marginadas como las de prostitutas, de homosexuales, de drogadictos, de rockeros y todos los segmentos que, de algún modo, se sientan oprimidos o disminuidos en la sociedad actual [12].

● Los movimientos de liberación de los grupos étnicos y de las pequeñas nacionalidades y regiones integradas hasta ahora en antiguos Estados unitarios y centralizados [13].

● El movimiento ecológico, que explota la tendencia de la vuelta a la naturaleza, favorecida por la complejidad y el gigantismo de la sociedad superurbanizada y superindustrializada actual [14].

● Y, de modo general, la incompatibilidad que se puede observar cada vez más en el hombre moderno con las superorganizaciones estatales o privadas, e incluso con cualquier forma de vida institucional. Esta incompatibilidad se manifiesta en una tendencia a agruparse al margen de dichas formas de organización, cuando no a contestarlas abiertamente en las más diversas comunidades de vida, de trabajo, de vecinos, etc… [15]*

 

* La tendencia en favor del desmantelamiento del Estado aparece también incubada, según los mismos teóricos de la revolución socialista, en el seno de las corrientes neoliberales. El escritor francés Laurent Joffrin lo señala satisfecho: “Ciertas corrientes del neoliberalismo se sitúan en los antípodas de esta resurrección del orden moral, predicando un liberalismo integral que prohíbe a la colectividad entrometerse en cualquiera de las preferencias personales de los ciudadanos por muy contrarias que puedan parecer a la moral corriente. El movimiento libertario, una de las fracciones más activas del neoliberalismo, habla por ejemplo en nombre de los derechos del individuo, para que se permita la venta libre de los estupefacientes. (...)

“El izquierdismo se ha disuelto en la crisis. Hoy día, es el liberalismo el que tiene sus extremistas, (...) los anarco-capitalistas. (...) El partido libertario, principal organización de esta nebulosa anarco-capitalista, aumenta cada año su influencia. (...) Los libertarios ya no quieren el Estado, (...) ante todo quieren suprimir las leyes y los reglamentos. (...) Los libertarios piden, asimismo, la supresión pura y simple de la justicia, de la policía y del ejército. Los querellantes acudirán a árbitros privados, (...) los ciudadanos recurrirán a milicias privadas para luchar contra los criminales” (La gauche en voie de disparition — Comment changer sans trahir?, pp. 44, 52-53).

Sobre este mismo tema Laurent Joffrin enumera como bibliografía fundamental: Henri ARVON, Les libertariens américains, PUF, París, 1983; David FRIEDMAN, The Machinery of Freedom, Harper and Row, New York, 1973; Pierre LEMIEUX, Du libéralisme à l’anarcho-capitalisme, PUF, Paris, 1983; Robert NOZICK, Anarchy, State and Utopia, Basic Books, New York, 1974 (op. cit. pp. 44, 53, 54).

 

3— Una fuerza política de nuevo estilo para dirigir la neorrevolución rumbo a la autogestión

A las antiguas fuerzas obreras sería necesario entonces sumar este nuevo proletariado socio-cultural, multiforme, que tiene un protagonismo cada vez mayor en las luchas reivindicativas. Los viejos dogmas del marxismo están muertos, sostienen los teóricos más avanzados de la neorrevolución. De la antigua revolución socialista queda el impulso hacia la utopía que reúna la plena igualdad con la plena libertad. Las auténticas fuerzas revolucionarias —fieles no a las ideologías muertas, sino a las luchas reales de hoy— serán las que, lejos de querer controlar dogmáticamente este nuevo proletariado, sepan estimular, liberar y coordinar políticamente sus energías para derribar los muros de la ciudadela capitalista. Pero no para sustituirla por el armazón de hierro de un Estado socialista totalitario, sino por una nueva democracia [16].

En efecto, el Estado y la sociedad actuales — desmantelados a través de la exacerbación de todas estas tendencias contestatarias — irán siendo gradualmente reemplazados por un inmenso tejido de pequeñas comunidades autogestionadas, más o menos integradas en vagas federaciones [17].*

El teórico revolucionario francés Alain Touraine concluye la presentación del sugestivo libro Au delà de la crise señalando: “Un nuevo decorado cultural está puesto, es hora de que el escenario se anime, que un nuevo drama se represente.” [18]

 

* ¿Cómo se organizará esta democracia integral cada vez más autogestionaria? Los teóricos neorrevolucionarios no enfrentan este tema, al igual que los clásicos del marxismo y sus continuadores. Muchos de ellos declaran o insinúan que la democracia autogestionaria supone abandonar las aspiraciones a la sociedad de la abundancia o del bienestar. O sea, en buen romance, acostumbrarse a ser pobre.

Así, pues, una autogestión generalizada — a partir de lo que Ronsanvallon llama micro-democracias, englobadas cartilaginosamente dentro del ámbito de una federación nacional, continental o mundial— les parece viable en la hipótesis de una amplia difusión de la computación y de la informática. Porque supuestamente, el recurso a los ordenadores y técnicas afines haría que todos los miembros de la comunidad autogestionaria pudiesen recibir igual información, y también participar por igual de la decisión; ya que el ordenador procesaría las decisiones individuales de todos, transformándolas en una decisión-síntesis, técnica e impersonal, que expresaría el querer colectivo. Esto permitiría, según ellos, en ciertas condiciones, la existencia autónoma y eficiente de las micro-sociedades auto-gestionarias, libres del dominio y hasta del control de núcleos de poder, centrales o locales.

Sin embargo, suponiendo que esta utopía anarco-socialista fuese realizable sin que resulte en un caos o en una regresión de la humanidad a una forma de tribalismo salvaje y computadorizado, no por ello menos salvaje, la argumentación neo-socialista es muy poco convincente en un punto capital: no aparta del panorama la hipótesis, ya levantada por Bakunin, de que se pueda establecer una dictadura encubierta de minorías revolucionarias dentro de la red autogestionaria.

La complejidad y el minucioso poder abarcativo de la propia informática dan a esta hipótesis bakuniana nuevas y terribles posibilidades de realización en una sociedad cuyos mecanismos naturales de formación de opinión hubieran sido desmantelados.

Y además, en esta sociedad desarticulada y nivelada, ¿no podrían ser también puestos en juego recursos psicológicos, e incluso parapsicológicos — de los que la ciencia hoy ya se ocupa — para gobernar los espíritus? El panorama abierto por la autogestión está tan lleno de incógnitas y sus horizontes son tan nebulosos — o mejor dicho, tan tenebrosos — que sin datos nuevos muy concretos es difícil proseguir la indagación.

La alianza de la informática y de otros adelantos técnico-científicos con la autogestión es tratada por los ya citados Jacques Ellul y Pierre Rosanvallon (Jacques ELLUL, Changer de révolution — L'inéluctable prolétariat, pp. 225-273; Pierre ROSANVALLON, L'áge de l'autogestion, pp. 77-78). También Alfonso Guerra se ha referido de paso al tema (El futuro del Socialismo, pp. 26-28). Véase también Daniel CHAUVEY, Autogestión, pp, 200 a 209). Sobre la sociedad futura sin aspiraciones a la abundancia, ver: André GORZ, Adiós al proletariado, pp. 90-93, 128-132; Pierre ROSANVALLON, op. cit., pp. 173-174.

 

VII — Influencia de la Sorbona en los partidos socialistas y comunistas

 

Examinemos ahora los efectos del movimiento de la Sorbona en los partidos socialistas y comunistas de Occidente y en los regímenes de la órbita soviética.

 

1— Los eurocomunistas

Si la reflexión ideológica sobre las potencialidades revolucionarias del Occidente postsorboniano fue muy intensa y animada, por ejemplo, entre los ideólogos neorrevolucionarios que citamos, lo mismo ocurrió, aunque en menor intensidad, en el interior de los partidos socialistas y comunistas. Estos últimos parecen haber temido que el debate sobre las consecuencias de la Sorbona dividiese los viejos cuadros de sus partidos.

En efecto, dichos cuadros fueron formados durante décadas en los dogmas clásicos del socialismo científico. Una sustitución brusca de esa monolítica ortodoxia oficial por ideas de nuevo cuño, aparentemente contradictorias con aquélla, podría suscitar incomprensiones, dudas, disensiones internas y pérdida de entusiasmo. Por eso, las organizaciones políticas socialistas y comunistas fueron en general más lentas y cautelosas en adaptar sus programas respectivos a los nuevos vientos.

De esta manera, el Partido Comunista francés se disoció, durante los disturbios, de los rebeldes de la Sorbona. Sin embargo, poco después, este mismo PC y los demás PCs europeos .con excepción del portugués, comenzaron a introducir retoques liberales en sus respectivos programas, mostrando también cierto distanciamiento respecto al régimen soviético particularmente en lo referente a sus aspectos dictatoriales.

Este proceso generó, a comienzos de los años setenta, el llamado eurocomunismo. El PC italiano se colocó a la cabeza de esta evolución táctica — a la cual se plegarían más tarde los comunistas franceses — asumiendo algunas de las reivindicaciones de Mayo del 68 tanto en lo referente a la revolución sexual como a ciertas ideas autogestionarias [19].

 

2— La autogestión entra en el programa electoral de los partidos socialistas

Fueron los partidos socialistas de Europa* — entre ellos el PSOE — los primeros que intentaron aprovechar los efectos libertarios e igualitarios producidos por Mayo del 68 en las tendencias y aspiraciones de la sociedad occidental [20]. **

 

* Del Congreso de Epinay, en 1971, surge el actual Partido Socialista francés. En 1975 la Convención Nacional adoptó el documento Quince tesis para la autogestión. El PSOE se renovó en 1974, cuando fue elegido secretario general Felipe González y los congresos de 1976, 1979 y 1981 consagraron las tesis del socialismo autogestionario. El Proyecto de programa del Partido Socialista Italiano, aprobado por el comité central en enero de 1978, sostiene las mismas tesis. La parte final de la Propuesta PS para los años 80, aprobada en el III Congreso del PS portugués, también está muy influida por las doctrinas del movimiento del Mayo del 1968.

** Es necesario considerar también la acogida que encontra­ron estas tendencias en los ambientes del llamado clero progresista de la Iglesia Católica y sus análogos dentro del protestantismo. Baste mencionar la penetración de la permisividad freudiana que ciertos teólogos y moralistas llevan hoy a extremos incalificables; la invasión de ritmos, vestimentas y actitudes rockeras en las experiencias litúrgicas postconciliares; los excesos pentecostalistas; la concepción antijerárquica imbuida de marxismo de los llamados teólogos de la liberación y de las comunidades eclesiales de base, etc.

 

a) La victoria electoral del PS francés da nuevo aliento a la autogestión.— Esta metamorfosis política de los PS comenzó a definirse a los ojos del público, cuando en mayo de 1981 la victoria electoral socialista llevó a François Mitterrand a la presidencia de Francia. Entre los puntos fundamentales de su programa figuraba la autogestión, presentada como una forma de convergencia apropiada — y la única posible — entre la igualdad preconizada por el comunismo y el socialismo, por una parte, y la libertad, incluso de iniciativa económica, existente en las democracias occidentales, por otra.

 

La metamorfosis política de los partidos socialistas comenzó a definirse a los ojos del público, cuando en mayo de 1981 la victoria electoral socialista llevó François Mitterrand a la presidencia de Francia. Entre los puntos fundamentales de su programa figuraba la autogestión, presentada como una forma de convergencia apropiada — y la única posible — entre la igualdad preconizada por el comunismo y el socialismo, por una parte, y la libertad, incluso de iniciativa económica, existente en las democracias occidentales, por otra.

El socialismo autogestionario francés levantaba la bandera de un nuevo tipo de sociedad, cuya implantación superaría la rivalidad Este-Oeste, asegurando al mundo la paz tan deseada y apartando la pesadilla de la catástrofe atómica.

DOS EXPERIENCIAS AUTOGESTIONARIAS FRACASADAS,

... en Francia     ...y en Polonia

Una denuncia que dio la vuelta al mundo

A partir del mes de diciembre de 1981, las Sociedades de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, entonces existentes en 13 países, denunciaron esa maniobra en 69 naciones de Occidente, a través de un magistral estudio de Plinio Corrêa de Oliveira, publicado en grandes órganos de prensa, titulado: “El socialismo autogestionario, frente al comunismo: ¿es una barrera o una cabeza de puente?”

El socialismo autogestionario francés levantaba la bandera de un nuevo tipo de sociedad, cuya implantación superaría las rivalidades Este-Oeste, asegurando al mundo la paz tan deseada y apartando la pesadilla de la catástrofe atómica.

El Partido Socialista se declaraba internacionalista por naturaleza y vocación, y afirmaba su determinación de colocar al servicio del objetivo autogestionario el prestigio político y la irradiación cultural de Francia en el mundo. Las izquierdas de todos los países festejaron la ascensión de Mitterrand al poder como el presagio de una nueva era mundial ardientemente esperada.

 

b) El Mensaje de las TFPs alerta a Occidente.— Comprendiendo que era necesario reaccionar frente a este nuevo impulso internacional que pretendía darse al socialismo autogestionario, las Sociedades de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad—TFP y entidades afines de 13 países (España, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Portugal, Uruguay y Venezuela) dirigieron en conjunto al público de sus respectivas naciones un Mensaje titulado: El socialismo autogestionario frente al comunismo, ¿es una barrera o una cabeza de puente?, cuyo autor fue el profesor Plinio Corrêa de Oliveira (ver recuadro al lado). El documento, que ocupaba seis páginas de periódico, apareció el 9 de diciembre de 1981 en el “Washington Post” de los Estados Unidos y en el “Frankfurter Allgemeine'' de Alemania, y continuó siendo ampliamente difundido hasta alcanzar la impresionante suma de 187 publicaciones en 53 países y en 14 idiomas, con un total de 34.767.900 ejemplares*.

 

Plinio Corrêa de Oliveira

Descendiente de ilustres familias de los estados brasileños de Pernambuco y San Pablo, Plinio Corrêa de Oliveira nació en la capital de este último, San Pablo, en 1908

Después de estudiar en el Colegio San Luis de los padres jesuitas, inició su larga y fecunda actividad de católico militante a los veinte años, cuando era alumno de la Facultad de Derecho de su ciudad natal. Fundó en esa ocasión la Acción Universitaria Católica e ingresó en el pujante movimiento de las Congregaciones Marianas.

A los veinticuatro años, ya abogado, fue elegido diputado para la Asamblea Federal Constituyente por la Liga Electoral Católica — que había ayudado a fundar, y cuya plataforma electoral contribuyó a establecer — siendo el más joven de sus miembros y al mismo tiempo el más votado en todo el país.

Su dedicada, militancia como dirigente católico no le impidió ocupar la cátedra de Historia de la Civilización en el Colegio Universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Pablo, y más tardé la de Historia Moderna y Contemporánea en la Pontificia Universidad Católica de la misma ciudad.

Al fundarse en 1942 la Acción Católica paulista, fue designado presidente de su Junta Archidiocesana. También dirigió durante doce anos, el periódico “Legionario”, órgano oficioso de la Archidiócesis. Años más tarde fue inspirador y principal colaborador de “Catolicismo”, la más importante revista anticomunista y antiprogresista de Brasil.

Orador, conferenciante, periodista y escritor, Plinio Corrêa de Oliveira siempre estuvo al servicio de las grandes causas de la Iglesia y de la civilización cristiana.

Desde muy joven su atención faje atraída por el estudio de la crisis contemporánea en sus aspectos religiosos, filosóficos e históricos, así como por su génesis y sus consecuencias. En 1959 publica el libro Revolución y Contra-Revolución, donde analiza esta crisis, señalando su raíz religiosa y moral, e indicando al mismo tiempo el camino que deben emprender quienes quieran restaurar la civilización cristiana, desde sus fundamentos.

En 1960 fundó la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad-TFP, de cuyo Consejo Nacional ha sido desde entonces presidente. Inspiradas en Revolución y Contra-Revolución han ido naciendo TFFs y movimientos afines en dieciséis naciones de los cinco continentes.

En América del Sur, existen TFPs en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay; en América del Norte en Canadá y Estados Unidos; en Europa, en España, Alemania, Francia y Portugal; y además, en África del Sur y Australia. Las TFFs tienen oficinas de representación en Roma, París, Londres, Bruselas, Frankfurt, Washington, Johanesburgo, Sidney, Wellington (Nueva Zelanda), Asunción del Paraguay y San José de Costa Rica.

Pensador y hombre de acción, Plinio Corrêa de Oliveira ha publicado numerosos estudios, artículos y manifiestos. Es autor de quince libros que han alcanzado gran divulgación. Algunos de ellos fueron traducidos a varías lenguas, superando los cien mil ejemplares en sucesivas ediciones.

Colabora también en la “Folha de S. Paulo” — uno de los periódicos más leídos en Brasil — y en “Ultima Hora” de Río de Janeiro. Sus artículos — más de 2.300 títulos publicados — versan sobre temas políticos, sociológicos y religiosos de actualidad.

Son reproducidos también por numerosos periódicos brasileños y de otros países de Europa y de América.

Plinio Corrêa de Oliveira es un gran admirador de la cultura e historia española. Pero no ve en España solamente el pasado. Consciente de las raíces ibéricas de las naciones sudamericanas, y seguro de que ellas están llamadas por vocación histórica y providencial a un papel preeminente en los próximos siglos, ve gloriosamente asociadas a este futuro a España y Portugal tan injustamente subestimadas en los siglos XIX y XX.

En su libro Revolución y Contra-Revolución muestra cómo determinadas fuerzas y corrientes ideológicas convergieron, a partir del siglo XV, para eliminar el carácter cristiano de la cultura y de la civilización occidental, destruir la Iglesia Católica y barrer de la faz de la tierra los frutos de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo.

La principal fuerza de la Revolución está en la manipulación de las pasiones desordenadas del hombre, sobre todo el orgullo y la sensualidad, que al satisfacerse se exacerban produciendo crisis morales. Estas, a su vez, generan doctrinas erróneas y revoluciones. Unas y otras tienden asimismo a desencadenar las pasiones desordenadas. Estas últimas, por un movimiento análogo, suscitarán nuevas crisis, nuevos errores y nuevas revoluciones.

La primera gran explosión colectiva de esas pasiones ocurrió en el siglo XVI con el Humanismo y el Renacimiento en el campo temporal y con la pseudoreforma protestante en el espiritual. El orgullo llevó al protestantismo a riegan en la esfera religiosa, la autoridad suprema del Papa como monarca de la Iglesia y la de los obispos como jerarcas, llegando a veces anegar la de los propios sacerdotes. La sensualidad, por su parte, lo llevó a suprimir el celibato sacerdotal, introducir el divorcio y liberalizar las costumbres. Por otro lado, tales pasiones lleva­ron al movimiento humanista del Renacimiento, con su admiración exagerada por la cultura greco-romana, a introducir el naturalismo y el hedonismo en las costumbres y la cultura de la Europa cristiana.

El efecto acumulado de estos factores resultó en otra explosión, la Revolución Francesa, Esta segunda revolución proclamó la trilogía libertad, igualdad y fraternidad, preparando e imponiendo a partir de ella transformaciones en la estructura jerárquica del Estado y de la sociedad, análogas a las que el protestantismo impulsó en el campo religioso.

El igualitarismo que la Revolución Francesa difundió por el mundo no tardó en alcanzar la última esfera del orden cristiano más o menos intacta: el campo económico. Los gérmenes del socialismo utópico — ya presentes en las revoluciones anteriores — fueron desarrollándose hasta dar en la tercera gran explosión: la revolución comunista que se apoderó de Rusia en 1917.

Esta revolución materialista, atea, completamente igualitaria alcanza en nuestros días su cenit» pues ya se va transformando en una cuarta revolución. a partir de la proclamación de la libertad de todos los instintos. La rebelión de la Sorbona de 1968 fue un anticipo característico de esta cuarta revolución.

La Revolución globalmente considerada no es sólo un fenómeno político o sociológico. Consiste sobre todo en una transformación de índole moral y religiosa, cuyos efectos abarcan toda la personalidad y todos los campos de actividad del hombre; así, a partir de éste los gérmenes revolucionarios se introducen en la Iglesia, el Estado, en las costumbres, en la cultura, en el arte, en la política y la economía contemporáneas.

La Contra-Revolución, tal como Plinio Corrêa de Oliveira la concibe, es un ideal que invita al hombre moderno a rechazar completamente todos los aspectos de la Revolución laicista e igualitaria y a restaurar desde sus fundamentos, al mismo tiempo perennes y actuales, el orden espiritual y temporal católico.

 

* El texto integro de dicho Mensaje fue publicado por los periódicos siguientes: En España “La Vanguardia” (Barcelona) y “Hoja del Lunes” (Madrid, Bilbao, Sevilla y Valencia); en Alemania Occidental “Frankfurter Allgemeine” (Frankfurt); en Argentina “La Nación” (Buenos Aires); en Australia “The Weekend A ustralian'' (Sidney); en Bolivia ' 'El Diario'' (La Paz) y “ElMundo” (Santa Cruz); en Brasil “Folha de Sao Paulo”, “Ultima Hora” (Rio de Janeiro), “A Tarde” (Salvador), “O Estado do Paraná” (Curitiba), “Jornal do Comercio” (Red-fe), “Estado de Minas” (Belo Horizonte), “O Popular” (Goiania), “Jornal de Santa Catarina” (Blumenau) y “Catolicismo” (Sao Paulo); en Canadá “The Globe and Mail” (Toronto) y “La Presse” (Montreal); en Colombia “El Tiempo” (Bogotá), “El País” (Cali), “El Colombiano” (Medellin), “Diario de la Frontera'' (Cúcuta) y “Diario del Hulla'' (Neiva); en Chile “El Mercurio” (Santiago); En Ecuador “El Comercio” (Quito), “El Tiempo” (Quito) y “El Universo” (Guayaquil); en Estados Unidos “The Whashington Post”, “The New York Times”, “I.os Angeles Times” y “The Dallas Morning News”; en Filipinas “The Times Journal” (Manila); en Inglaterra “The Observer” (Londres); en Italia “II Tempo” (Roma), “Il Gíornale Nuovo” (Milán) y “Cristianitá” (Piacenza); en Méjico “Excelsior” (Ciudad de Méjico); en Perú “El Comercio” (Lima), “IP-Industria Peruana” (Lima); en Portugal “Diario de Noticias” (Lisboa) y “Comercio do Porto” (Oporto); en Suiza “La Tribune de Genéve”; en Uruguay “El País” (Montevideo); en Venezuela “El Universal” (Caracas), “Diario de Caracas” y “El Mundo”(Caracas), “El Impulso”(Barquisimeto) y “Panorama” (Maracaibo).

Un detallado resumen del documento fue publicado en los siguientes periódicos: En África del Sur “The Argus” (Ciudad del Cabo), “The Citizen”, “The Star”, “The Sunday Times” y “Rapport” (Johanesburgo); en Alemania Occidental “Süd-deuísche Zeitung” (Munich), “Die Welt” y “Hamburger Abendblatt” (Hamburgo); en Argentina “La Nueva Provincia” (Bahía Blanca), “Mendoza”, “Los Andes” (Mendoza), “Diario de Cuyo” (San Juan), “El Sol” (Catamarca), “Nueva Jornada” (Gral. Madariaga), “Glos Polski”, “Precisiones”, “De Schakel-El Lazo”y “La Palabra Ucrania*' (Buenos Aires); en Australia “The Sydney Morning Herald”y “The Age Melbourne”; en Austria “Die Presse”, “Groschenblatt” (Viena); en Brasil “Correio do Povo” y “Zero Hora” (Porto Alegre), “O Jornal” (Uruguaiana), “Brazil Post” y “Deutsche Zeitung” (Sao Paulo), “Monitor Campista” (Campos), “Diario de Natal” y “A República” (Natal), “O Estado do Maranháo” y “Jornal Pequeño” (Sao Luis), “Gazeta de Alagoas” (Maceió), “A Provincia do Para” (Be/ém), “A Voz do Povo” (Córnélio Procópio), “Letras em Marcha” (Rio de Janeiro), “A Crítica” y “Jornal do Comercio” (Manaus), “A Gazeta” (Vitoria), “O Jornal” (Rio Branca) y “Jornal do Povo” (Macapá); en Canadá “Speak-Up” (Toronio); en Costa Rica “La Nación” (San José); en España “El Mundo Financiero” y “Servicio” (Madrid), “Suroeste” (Sevilla), “Odiel” (Huelva), “Sur” (Málaga), y “Córdoba”; en Estados Unidos “The Wall Street Journal” (New York y Chicago); en Filipinas “The Times Journal” (Manila); en Francia “International Herald Tribune”, “Solidarnosc” y “Minute” (París); en Inglaterra “The Guardian” (Londres); en Irlanda “The Irish Times”y “Sunday Independen!” (Dubiin); en Nepal “Society Today” (Katmandú); en Nueva Zelanda “The New Zealand Herald” (Auckland) y “The Dominion” (Wellington); en Paraguay “Hoy” y “ABC” (Asunción); en Suiza “Le Nouvellisie” (Sion); en Venezuela “Buen Rato” (Caracas).

“Selecciones del Reader's Digest” publicó un resumen de seis páginas que circuló en los siguientes países: España, África del Sur, Alemania Occidental, Argentina, Australia, Austria, Bangla Desh, Bélgica, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Chile, Dinamarca, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos (una edición en inglés y dos en castellano), Filipinas, Guatemala, Honduras, Hong Kong, India, Indonesia, Inglaterra, Irlanda, Japón, Luxemburgo, Malasia, Méjico, Nepal, Nicaragua, Nigeria, Noruega, Nueva Zelanda, Paquistán, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Portugal, República Dominicana, Singapura, Sri Lanka, Suecia, Suiza, Taiwán, Tailandia, Uruguay y Venezuela.

 

c) El verdadero rostro del socialismo autogestionario.— Basado en abundantes citas de documentos oficiales del PS francés, el Mensaje de las TFPs sostenía que el socialismo autogestionario — al contrario de lo que muchos imaginaban — tiene la misma meta radical del comunismo, aunque pretende alcanzarla de forma gradual. Su objetivo es la disgregación de la sociedad actual en corpúsculos autónomos, casi soberanos. Es decir, el PS francés promueve una transformación fundamental, no sólo de la empresa industrial, comercial y rural, sino también de la familia, de la escuela y de toda la vida social.

Pretende además influir profundamente en la propia vida individual, modelando el ocio y hasta la decoración interior de las casas. Por otra parte, esencialmente laico, postula que la educación de los hijos, desde los dos años de edad, quede a cargo de la escuela autogestionaria. Su programa equipara, además, el matrimonio a la unión libre y reivindica la equivalencia entre la unión heterosexual y la homosexual. Al final de la evolución autogestionaria, la empresa no tendrá patrón. Su dirección quedará a cargo de las asambleas generales de trabajadores. Los dirigentes de las empresas serán elegidos por dichas asambleas, soberanas en todo lo referente a las actividades empresariales.

El PS francés espera poner en marcha esta reforma total de la sociedad y del hombre — que contradice frontalmente la ver­dadera doctrina de la Iglesia — por medio de una nueva forma de lucha de clases: en la empresa, levantando a los obreros contra los patrones; en la familia, suscitando la rebelión de los hijos contra los padres; en la escuela, la de los alumnos contra los profesores, y así sucesivamente.

 

d) Reacción del Gobierno socialista francés.— Ante la denuncia
ideológica del Mensaje de las TFPs, el socialismo francés no encontró argumentos para refutarlo. El “International Herald
Tribune” del 12 de diciembre de 1981 así describe la reacción del Gobierno: “En París fuentes gubernamentales autorizadas han afirmado que no estaban preparadas para reaccionar contra esta publicación, pero la estaban estudiando. 'No hay absolutamente nada de pánico  [sic] y estamos más bien interesados en saber quién o qué se encuentra detrás de esta publicación'.” Curiosamente, los periódicos franceses se negaron a divulgar el estudio del profesor Plinio Corrêa de Oliveira. Dos de éstos, formalmente comprometidos a publicarlo mediante pago, no cumplieron lo acordado, sin alegar motivo alguno*.

 

* Las TFPs y entidades congéneres divulgaron un documento en el cual explicaban con una hipótesis la actitud de los periódicos franceses. Las compañías propietarias de los órganos de prensa corrían el riesgo de ser nacionalizadas o autogestionadas, por deliberación legislativa de la entonces mayoría parlamentaria socialo-comunista. En este caso sus actuales propietarios pasarían a ser meros gerentes o, peor aún, podrían perder toda función dentro de la empresa. No era, pues, tan sorpréndeme que esos periódicos negaran a las TFPs una libertad de expresión que ellos mismos no tenían.

El documento, divulgado en veintiocho periódicos de doce países con el título En Francia: El puño estrangulando la rosa —alusión al símbolo del PS francés— alertaba a la opinión pública sobre lo contradictorio e impracticable de la promesa autogestionaria del socialismo en libertad, pues, al demostrar que no se cumplía la promesa de libertad, lo único que quedaba en el régimen autogestionario era lo que tiene de afín con el comunismo.

Por su parte, la TFP francesa, amordazada por la prensa, distribuyó el Mensaje por medio de una empresa privada de mass mailing, a trescientos diez, mil destinatarios. Recibió en respuesta una gran cantidad de llamadas telefónicas, cartas y adhesiones. En diciembre de 1983, la TFP francesa, rompiendo la cortina de silencio, puso a la venta en librerías de París y de provincias el libro del profesor Plinio Corrêa de Oliveira Autogestión socialista: las cabezas caen en la empresa, en el hogar, en la escuela, que posteriormente difundió en las calles de las principales ciudades del país. El libro, de doscientas dieciocho páginas, contiene el texto íntegro del Mensaje y la historia de la gran acogida y de la viva polémica que suscitó en el mundo.

 

Pese a los obstáculos que se le interpusieron, la TFP francesa consiguió divulgar el Mensaje en todo el país, lo que determinó miles de reacciones de apoyo caluroso. Fue, sin lugar a dudas, una contribución decisiva para que el público francés — sobre todo los católicos desprevenidos que habían votado al PS — abriese los ojos respecto a los verdaderos objetivos del socialismo autogestionario.

 

3 — Fracasa la experiencia francesa...

El Gobierno socialista francés inició la marcha hacia la autogestión integral de la sociedad, a partir de la estatización de grandes consorcios empresariales y bancos privados, que serían después entregados al control autogestionario de los obreros. En realidad, como ya hemos demostrado, en el sistema autogestionario los obreros quedan transformados en esclavos de los comités o asambleas, que ejercen un poder dictatorial.

Amplios sectores de la opinión pública francesa comenzaron a percibir que, por detrás de una imagen renovada, el PS escondía su verdadera intención de demoler el régimen de la propiedad privada y realizar en toda su extensión el programa comunista. El despertar de la oposición no se hizo espe­rar. Y fue creciendo a medida que se sintieron los pesados efectos económicos de la estatalización de grandes conglomerados empresariales privados. El fracaso de la experiencia fue de tal magnitud y tan notorio, que altos dirigentes del PS francés tuvieron que admitirlo públicamente. Poco a poco, la palabra autogestión fue desapareciendo del vocabulario político en Francia... y, como consecuencia, en el mundo entero; ya que aquella nación había sido escogida como plataforma para el lanzamiento de la autogestión a nivel mundial.

 

4-  ... y la de los autogestionarios polacos

Paralelamente a la aventura autogestionaria en Francia, un intento similar se esbozaba tras el Telón de Acero: en Polonia, la corriente humanista marxista del comunismo intentaba caminar, sin perder el contacto con Moscú, hacia una liberalización del régimen. El sindicato Solidaridad, en cuyas filas se inscribieron miles de militantes del partido, propuso la transformación del socialismo burocrático en un régimen de autogestión iniciado a partir de las grandes empresas estatales.

Podríamos preguntarnos hasta qué punto el fracaso del proyecto autogestionario de Mitterrand en Francia y, en consecuencia, en el mundo occidental, determinó que la Polonia comunista no evolucionara rumbo a la autogestión. Lo cierto es que el Kremlin decidió dar por clausurada esa tentativa de encontrar salida al impasse revolucionario mundial, presionando para que el general Jaruselski diera el golpe militar del 13 de diciembre de 1981. Quedó establecida una férrea dictadura y el sindicato Solidaridad de Lech Walesa fue proscrito.

 

5 — En Yugoslavia y Hungría sigue en pauta la autogestión

La necesidad de acelerar la transformación autogestionaria de la sociedad continuó, sin embargo, dominando los debates en círculos revolucionarios de Oriente y de Occidente. Así lo puso de manifiesto, en 1982, el XII Congreso de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia (denominación del PC local) al cual asistieron representantes de 120 partidos comunistas y socialistas, entre ellos el PSOE y el PCE*.

También en Hungría, a partir de ese mismo año se establecieron formas mitigadas de autogestión en parte de las empresas estatales y en pequeñas empresas cooperativas normalmente subsidiarias de aquéllas**.

Estos intentos cautelosos, vacilantes y deliberadamente equívocos de autogestión no constituyen, como hemos visto, una veleidad revolucionaria pasajera. En el resultado que tengan se juega el propio destino de la revolución socialista mundial.

 

* La transformación autogestionaria de la sociedad fue oficialmente presentada en el evento como “el problema fundamental del socialismo contemporáneo”. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso yugoslavo, Aleksandar Grlickov, subrayó, al exponer la posición oficial de su partido, que la cuestión decisiva para el movimiento socialista mundial en los últimos años era la superación de! Estado “como forma de representación y mediación entre la clase obrera y su poder”.

Es decir, la extinción del aparato estatal en beneficio de la autogestión, el cambio del “gobierno en nombre de la clase por el gobierno de la misma clase” (Aleksandar Grlickov, El problema fundamental del socialismo contemporáneo — la relación entre la clase obrera y su poder, in “Boletín de información yugoslavo”, junio-julio 1982, p. 31).

 

** En 1982 el Gobierno húngaro permitió la formación de pequeñas empresas para suplir parcialmente las notorias deficiencias de las estatales. Habitualmente las unidades de producción no son sino cooperativas de obreros que, se dedican a hacer horas extras en aquellas mismas industrias estatales en las cuales ya cumplen un horario normal de trabajo. No obstante, el Estado tiene respecto a estas micro-empresas “una exigencia política y económica esencial: no pueden perjudicar de ningún modo la propiedad colectiva socialista”.

Tres años después, el i de enero de 1985, se estableció otra modalidad de dirección autogestionaria para cierto tipo de empresas estatales, que no incluía las grandes empresas, las de prestación de servicios y las instituciones comunales. Se crearon Consejos Empresariales, en los cuales los representantes de los obreros tienen una participación del 50 por 100. De la otra mitad un tercio es designado por el director de la empresa y los dos restantes corresponden a los jefes de las “unidades orgánicas”.

Como todos estos funcionarios son generalmente miembros del PC — condición para ascender en el trabajo — el partido no pierde, de hecho, el control de las fábricas. En la práctica el PC controla hasta este pequeño sector estatal autogestionario, por el temor a que si los obreros actuaran libremente lo harían en contra de los intereses del comunismo. Es decir, para los dirigentes comunistas húngaros los obreros no están preparados para una experiencia autogestionaria en gran escala (cfr. “Hungría 1985 — Anuário da AGENCIA DE IMPRENSA BUDAPRESS”, pp. 75-76, 84-87).

Hablando sobre la actual economía húngara, János Berecz, secretario del Comité Central del Partido Obrero Socialista Húngaro, dijo que “la transformación  [económica] significa la profundización de la democracia socialista y el progreso, en su sentido marxista, de la autogestión” (János Berecz, En el camino de la autogestión social, “El País”, 14-4-1987).

 

VIII — La Rusia de Gorbachov inicia la marcha hacia la autogestión: la “perestroika”

 

Comienzan a implantarse dentro de la propia Rusia, con gran publicidad internacional, las primeras reformas autogestionarias. Servido por toda la red mundial de la propaganda revolucionaria, Gorbachov ha creado la expectativa de que, al fin, el socialismo de Estado, cuyo centro es Moscú, ha comenzado la marcha hacia la llamada democracia socialista. Es la glasnost, la perestroika...*

 

* Las experiencias autogestionarias en Rusia ya existían en los últimos tiempos del gobierno Brezhnev — impulsadas por importantes sectores del partido — aunque en el ámbito reducido de algunas granjas estatales (cfr. Alain Pouliquen, L'organisation du travail agricole collectif et le controle social de l’activité économique en URSS, in “Revue d'Etudes Comparatifs Est-Ouest”, vol. 13, 1982, n° 3, pp. 23 y 24). En 1983 el diputado G. A. Alieva — representante del Consejo de Ministros ya bajo el Gobierno del ex jefe de la KGB, Andropov —, presentó un proyecto de ley destinado a ampliar “el círculo de los problemas de producción, de educación y problemas sociales que entran en la esfera de acción directiva del trabajador colectivo”. Es decir, una cierta forma de participación, con barniz autogestionario, en algunos aspectos limitados de la gestión industrial y de otras instituciones estatales. Alieva tuvo el cuidado de mostrar que el proyecto autogestionario salvaguardaba la “dirección gubernamental y  [la] planificación” (“Pravda”, Moscú, 18-5-1983; en el mismo sentido ver también I. CHVESTSK, Partido de toda la clase obrera y de todo el pueblo — 80 años de la 2ª Reunión del PC ruso, in “Pravda”, Moscú, 3-6-1983). Con la ascensión de Gorbachov, esta tendencia adquirió mayores proporciones.

 

El “Pravda” del 8 de febrero de 1987 publicó el texto de una nueva ley “sobre las empresas estatales” soviéticas. El documento establece una autogestión controlada, que adopta tímidamente para las empresas estatales rusas el sistema empresarial yugoslavo. Según la referida ley, la propiedad de la empresa continúa estatal y, como indica el artículo 2, n° 1, “la actividad de la empresa es hecha en base al plano estatal y al desarrollo económico y social, como instrumento principal de la política económica del PCUS”.

Sin embargo, este hecho no ha sido debidamente destacado por la prensa. La inmensa publicidad que se da a las reformas de Gorbachov resalta — en general de manera sensacionalista — algunas innovaciones del jerarca soviético, tales como la concesión de un status legal a actividades lucrativas privadas de poca monta, el combate a la esclerosis burocrática, a la corrupción, al alcoholismo, etc., o actos como la liberación del físico Andrei Sajarov y la realización de grandes encuentros convergencialistas en Moscú.

Este conjunto de medidas fue denominado “perestroika” (“reestructuración”). Gorbachov la definió así: “’Perestroika' significa iniciativa de masa, desarrollo amplio de la democracia, autogestión socialista, estímulo de la iniciativa y del esfuerzo creativo, aumento del orden y la disciplina, más glasnost  [apertura, transparencia], crítica y autocrítica en todos los campos de nuestra sociedad.”  [21] Otra definición dada por el mismo Gorbachov es más reveladora: “'Perestroika’ es un proceso revolucionario, porque constituye un salto para adelante en el desarrollo del socialismo, en la realización de sus características esenciales.” [22]

 

1 — Lanzamiento espectacular del libro de Gorbachov

Cuando esta política de reformas estaba en curso, y después de una desaparición de algunas semanas durante el verano de 1987, Gorbachov reapareció — de un modo sensacional — para lanzar su libro Perestroika. Considerado como una autocrítica del régimen soviético, y objeto de una publicidad espectacular en el mundo entero, el libro admite parcialmente las dificultades que encuentra la implantación del socialismo soviético, repite las críticas de sus antecesores al estalinismo y reconoce que en realidad “apenas quedaba lugar para la idea de Lenin de la autogestión de los trabajadores “ [23].

De todo ello Gorbachov concluye que la solución para Rusia es marchar resueltamente hacia la autogestión: “En suma, necesitamos una amplia democratización en todos los aspectos de la sociedad. Esta democratización será también la principal garantía de que los procesos actualmente en marcha sean irreversibles (...) A partir de ahora, nos atendremos firmemente a la convicción de que sólo a través del desarrollo de las formas democráticas inherentes al socialismo y a través de la intensificación de la autogestión podremos realizar progresos en la producción, en la ciencia y la tecnología, el arte y la cultura y en todas las demás esferas sociales. “ [24]

a) Tres puntos claves en la doctrina de “Perestroika”.— Deben señalarse en el libro tres puntos capitales que la prensa occidental no destacó adecuadamente.

• En Rusia, “más socialismo”.— A los incautos que, por ignorancia o superficialidad, imaginen que con la perestroika el Kremlin entró por la vía del ablandamiento y la liberalización, alejándose de las metas comunistas, el propio Gorbachov se encarga de llamarlos a la realidad: “Para terminar de una vez con todas las especulaciones y rumores que circulan por Occidente en este sentido, me gustaría señalar de nuevo que estamos efectuando todas nuestras reformas de acuerdo con la opción socialista. (...) Quienes albergan la esperanza de que abandonemos el camino del socialismo van a quedar muy de­cepcionados. Todos los puntos de nuestro programa de perestroika — y el programa en sí, naturalmente — se basan por completo en los principios de más socialismo y más democracia. “ [25]

“Más democracia” como Gorbachov la entiende significa, evidentemente, más colectivismo autogestionario, suplantando de modo gradual el poder del Estado soviético.

Por eso, Gorbachov reitera poco después: “Cualquier esperanza de que vayamos a construir una sociedad distinta, no socialista, y nos pasemos al otro campo, es una esperanza vana e irreal. Aquellos que desde Occidente esperan que abandonemos el socialismo quedarán decepcionados. Ya es hora de que se convenzan de ello y, lo más importante, que partan de este supuesto en sus relaciones prácticas con la Unión Soviética.” [26]

• Con Occidente, convergencia ecumenista.— Otra idea fundamental del libro de Gorbachov es que una guerra nuclear generalizada acarrearía una tal hecatombe mundial, que desencadenarla sería suicida. Para evitarla propone hacer de la palabra talismánica diálogo la clave de un nuevo modo de pensar y de un nuevo estilo de relaciones entre Oriente y Occidente en busca de la paz. Estos cambios conducirían después a una convergencia de doctrinas y regímenes socio-políticos, que debería comenzar por la colaboración económica entre los bloques hasta ahora antagónicos*.

 

* De hecho, Gorbachov se presenta como un partidario a ultranza del diálogo ecumenista; “Todas las posiciones políticas deben evitar la intolerancia ideológica. Las diferencias ideológicas no deben intervenir en las relaciones internacionales” (Perestroika, p. 165). Y en el mismo tono doctrinal, agrega que los inevitables antagonismos ideológicos deben considerarse englobados en una unidad superior, dentro de un prisma dialéctico y relativista: “La comprensión de esa unidad dialéctica de opuestos es parte del concepto de coexistencia pacífica” (ib., p. 172).

Es aquí donde entra la palabra-talismán diálogo como expre­sión clave para difundir las ideas de Gorbachov en ámbito internacional: “El desarrollo de un nuevo modo de pensar — explica Gorbachov — exige que dialoguemos no sólo con las personas que comparten nuestros puntos de vista y convicciones, sino también con las que discordan con nosotros” (ib., p. 184). Más adelante agrega: “Hemos insistido en la necesidad de un diálogo amplio, en el cual nuestros puntos de vista puedan ser comparados, debatidos y discutidos. Ese tipo de confrontación estimula la creatividad (...). La razón principal, empero, es que el diálogo podrá ser un factor importante en la internacionalización de las nuevas ideas” (ib.). Y por último: “Diálogo es la primera palabra que debe ser mencionada en ese contexto  [de las nuevas relaciones internacionales] (...) y descubrimos con placer que esa palabra, que al contrario de ‘Perestroika’ no es de origen ruso, consiguió ser asimilada con rapidez por el vocabulario diplomático en los últimos años” (ib.).

Las palabras de Gorbachov confirman de un modo inequívoco una previsión que queremos consignar. En 1965, en su ya citado estudio Trasbordo ideológico inadvertido y Diálogo, el profesor Plinio Corrêa de Oliveira denunció el uso de la palabra diálogo, cuyo sentido legítimo la propaganda comunista iría substituyendo por otro ambiguo y cargado de sentido cada vez más relativista: “El mito irénico, relativista y hegeliano es, pues, la fuerza mágica de la palabra-talismán 'diálogo'”, advertía Plinio Corrêa de Oliveira (op. cit., Conclusión, § 8) señalando que esta palabra talismán puesta en circulación como vocablo de moda en los medios dirigentes de Occidente, favorecería los espejismos pacifistas y el colaboracionismo con Moscú (cfr. especialmente caps. III y IV).

 

• Amenazas veladas a los recalcitrantes.— El tercer elemento básico del mensaje de Gorbachov es el argumento de que no hay otra salida: “No existe ninguna alternativa razonable a una perestroika revolucionaria y dinámica, salvo la continuación del estancamiento” [27], advierte quizá a los recalcitrantes del PC ruso. Enseguida su advertencia se vuelve también a Occidente, al que amenaza en tono de diálogo: “Del éxito de la perestroika depende el futuro del socialismo y el futuro de la paz.” [28]*

 

* El socialismo occidental camina en la misma dirección de Gorbachov.

Al prefaciar el libro Manifiesto por una nueva izquierda europea de Peter Glotz, secretario general del Partido Socialdemócrata Alemán (SDP), Felipe González señala la integración económica de toda Europa y la liberalización del comunismo como condiciones para la convergencia entre el Este y el Oeste, próximo objetivo del socialismo europeo: “Europa no tiene porvenir si no es capaz de convertirse en una realidad políticamen­te unitaria (...) Las tres ideas conductoras del razonamiento de Glotz son éstas: que sólo la izquierda puede ofrecer un futuro a Europa, que de la sobrevivencia de Europa depende en buena medida, a su vez, el futuro del socialismo (...) y que tanto el futuro de Europa como el del socialismo dependen, a fin de cuentas, de la creación en Europa de un clima de distensión (...) La distensión mundial, y la distensión en Europa, son condiciones para que el proyecto socialista pueda avanzar (...) La nueva dirección soviética parece estar apostando por el desarme (...) Una Europa sin tensiones militares podría ser el marco en el que se integrarán las economías del Este y del Oeste, y podría ser además el marco de una creciente democratización y autonomía de los países del Este. Aún hoy es fácil decir que las reformas de Gorbachov son limitadas (...) pero nadie puede prever a dónde conducirá la dinámica que estas reformas ponen en marcha (...) La clave de esta Europa distinta está en el avance hacia la unidad política (...) Se hace imprescindible afirmar el proyecto europeo en términos tales que su atractivo pueda arrastrar a todas las fuerzas sociales” (“Leviatán”, n°28, 1987, pp. 54-57).

 

b) El acuerdo nuclear, un juego de impresiones engañosas.— Con esta aureola ambigua de reformador — para los comunistas es un jefe que acelera la comunización, y para los occidentales un dirigente ecumenista y liberalizante — Gorbachov viajó a fines de 1987 a los Estados Unidos, donde fue recibido triunfalmente por los medios políticos y la gran prensa. Sin embargo, no faltaron quienes manifestaran desconfianza*. En esa ocasión firmó con el presidente Reagan un acuerdo para retirar de Europa los misiles norteamericanos y rusos de medio alcance. La publicidad en torno al acuerdo intenta producir en el público europeo la sensación de que el peligro de una guerra entre las superpotencias se aparta de nuestro continente. Pero esta sensación corresponde más a las apariencias que a la realidad; pues aún cuando los rusos cumplan el acuerdo — ¿quién puede asegurarlo? — el número de ojivas nucleares que se desmantelan será exiguo en relación al poderío atómico de las dos partes. Y además, uno de los efectos principales del acuerdo será limitar las opciones estratégicas disuasivas de las naciones europeas occidentales, dejándolas vulnerables, caso el bloque socialista desencadene un ataque con fuerzas militares convencionales, en las que tiene una aplastante superioridad [29].

 

* Altos dirigentes políticos norteamericanos señalaron que en las relaciones con Moscú era ingenuo e infantil no analizar los hechos con prudencia y dejarse llevar por meras impresiones, suscitadas por las apariencias sonrientes y optimistas de Gorbachov. Dentro del propio Partido Republicano se levantó una fuerte oposición a los términos del tratado sobre la reducciónde misiles. En esta oposición se destacó el dirigente del Partido Republicano, senador Robert J. Dole (cfr. Jeane Kirkpatrick, The New Bolsheviks, “The Washington Post”, 5-12-1987).

 

2- ¿Qué factores llevaron a Gorbachov a dar este paso?

Servido por toda la red mundial de la propaganda revolucionaria, Gorbachov ha creado la expectativa de que, por fin, el socialismo de Estado ha comenzado la marcha hacia la llamada democracia socialista. Es la glasnost, la perestroika... Sin embargo, el mismo Gorbachov se encargó de puntualizar que “la perestroika es un proceso revolucionario, porque constituye un salto hacia adelante en el desarrollo del socialismo, en la realización de sus características esenciales”.

Con su ambigua fama de reformador — para los comunistas es un jefe que acelera la comunización y para los occidentales un dirigente liberalizante — Gorbachov viajó a fines de 1987 a los Estados Unidos donde fue recibido triunfalmente por los medios políticos y la gran prensa. Sin embargo, no faltaron quienes manifestaran desconfianza. En esa ocasión firmó con el presidente Reagan un acuerdo para retirar de Europa los misiles rusos y americanos de medio alcance (foto).

Frente a este viraje sensacional en la política interna y externa soviética, nacen lógicamente los interrogantes: ¿Qué factores políticos inmediatos, dentro y fuera de Rusia, determinaron esta movilización espectacular que podrá permitir al comunismo salir del estancamiento en aquel país?

Ya desde los tiempo de los Zares, cuando el acceso de los extranjeros a Rusia era libre, resultaba difícil a los diplomáticos y observadores europeos penetrar en los misterios del alma rusa. Para esto contribuían dos factores. Por una parte, los habitantes del inmenso Imperio, en general poco comunicativos con los foráneos; viviendo cada uno dentro de su mundo étnico-cultural, difícilmente entraban en un diálogo que revelara sus intereses e inclinaciones profundas. Por otra parte, los observadores occidentales analizaban el fenómeno ruso desde su campo de visión, condicionados por los presupuestos de su propia cultura.

En efecto, oscilaban entre el extremo de considerar al imperio de los Zares como un dinosaurio agresivo capaz de tragarse a Europa, y el extremo opuesto, de verlo como un gigante indolente y embotado, incapaz de tener una participación efectiva y determinante en los acontecimientos europeos.

A partir de 1917, cuando el comunismo instauró su dictadura policialesca sobre los pueblos del imperio ruso, los cercó con el Telón de Acero e impuso la mentira como sistema oficial de propaganda del régimen, esa dificultad de conocer a ciencia cierta los movimientos profundos del alma rusa se transformó en virtual imposibilidad.

¿Cómo saber, pues, con exactitud, lo que ocurre actualmente en ese conglomerado de pueblos, sometidos durante casi cuatro generaciones a un sistema tan antinatural? Las opiniones de socialistas y comunistas — marcadas por prejuicios ideológicos e intereses tácticos — deben ser acogidas con mucha prudencia. Las de los analistas occidentales — fruto de contactos casi siempre fugaces y superficiales con el ambiente ruso — evidentemente también. De hecho, en todo lo que se narra o comenta acerca de la sociedad rusa actual, las incógnitas de fondo subsisten.

De cualquier manera, los dirigentes comunistas rusos concuerdan en que deben tender hacia la autogestión, como un desarrollo necesario del régimen soviético; y las disensiones ocurridas entre ellos inciden tan sólo sobre aspectos tácticos — o sea accidentales. La autogestión es para todos ellos, conviene insistir, la plena realización del comunismo.

Así, por más que registremos el estancamiento revolucionario soviético — caracterizado por la escasa penetración del marxismo en los pueblos esclavizados por Moscú, por el creciente desinterés ideológico y por el oportunismo que medra en las propias filas del PC ruso — no podemos dejar de preguntarnos si los setenta años de yugo socialista no afectaron negativamente la capacidad de analizar, de juzgar y de querer de la sociedad sometida. Exceptuadas, claro está, importantes disidencias que parecen cercadas por trágica indiferencia popular en su propia patria. La cuestión es pertinente, una vez que en Occidente, con el régimen de libertades en vigor, y con un cuerpo social mucho más vivo y desarrollado, fue posible llegar al actual estado de indiferencia doctrinal y de abulia que lamentamos, por ejemplo, en la España de hoy. ¿No habrá, entonces, mucho mayores condiciones de producir una atrofia mental, análoga a la que existe en Occidente, en una sociedad nivelada a la fuerza, cuyo tejido de relaciones naturales se desintegró casi por completo?

Esto conduce a nuevas preguntas: ¿Hubo o no una psicocirugía revolucionaria también en Rusia? La extraña actitud de no pensar y no querer que comienza a notarse en la sociedad española, ¿no habrá sido ya conseguida en la sociedad rusa en proporciones gigantescas? Muchos síntomas parecen hablar a favor de esta conjetura. El más impresionante quizás sea que las masas rusas continúan sin dar señales perceptibles de una gran ansia de libertad, pese a las reformas de Gorbachov. Se diría una sociedad incapaz de tomar actitud frente a los hechos, y desinteresada de lo que se relaciona con la vida pública.

En el fondo de este cuadro surge otra pregunta. El estancamiento soviético, al que los dirigentes actuales del Kremlin tanto aluden, ¿en qué medida es perjudicial a los actuales planes del comunismo? Ya que el comunismo fracasó en su intento de conseguir la adhesión doctrinal de esos pueblos, ¿no es necesaria la apatía para la ejecución de las etapas revolucionarias que deben conducir a la autogestión? Autogestión que la pro­paganda internacional comunista utiliza para que Occidente ya no considere a Rusia como su peor adversario y engañado se anime, a su vez, a dar pasos en la misma dirección...

Por otra parte, como ya lo señalamos, si los rusos comenzaran a desmantelar su inmenso aparato estatal en aras de la autogestión, sin que ocurra en Occidente un movimiento análogo y simultáneo, se colocarían en una situación tan vulnerable frente al bloque no comunista, que podrían precipitar la caída del imperio soviético. Gorbachov no osará, por tanto, aventurarse en la etapa autogestionaria si Occidente — y la Iglesia en particular — no inicia al mismo tiempo y por caminos propios una marcha en la misma dirección.

¿Quiere esto decir que los dirigentes del Kremlin consideran que la sociedad occidental ya se encuentra madura para iniciar ella misma — a su modo — la marcha convergente del capitalismo hacia la autogestión?

¿Hasta qué punto Moscú juzga que las tendencias y doctrinas difundidas en el mundo libre desde la revolución de la Sorbona — corporificadas en el neosocialismo y en sus versiones eclesiásticas, las teologías revolucionarias — aproximan al Occidente de la vía autogestionaria?

¿Existen de este lado del Telón de Acero países donde esa vía neosocialista, afín y convergente con la perestroika rusa, esté siendo iniciada y asimilada por la población?

Son preguntas que, dentro del contexto de la crisis socialista mundial aquí expuesta, un espíritu serio y objetivo debe colocarse. Sean cuales fueren los enigmáticos recursos con que Moscú cuenta para realizar la transformación comenzada en el bloque soviético, en el Occidente ese camino simétrico hacia el desmantelamiento paulatino del Estado ya fue efectivamente iniciado por lo menos en una nación de Europa. Hacia esa nación se vuelven hoy las atenciones de los socialistas y revolucionarios en general del mundo entero. Así lo expresó sintéticamente el economista socialista francés Alain Minc, quien señala: “Aquellos que creen que la izquierda ha muerto con el Programa Común  [acuerdo programático fracasado entre los partidos Socialista y Comunista en Francia] no leen el español: ¿Ignoran acaso que el aggiornamento no pasa, en el año 2.000, por el Bad Godesberg de los años '60, sino por el Madrid de hoy día?” [30] *

 

* En la misma ocasión Minc afirmó: “La izquierda, desde en­tonces, será liberal o no será: a ella el papel de poner en marcha la eterna dialéctica entre la igualdad y la libertad. (...) Cuanto mayor sea el movimiento  [revolucionario] mayores deberán ser las libertades: ecuación que los socialistas españoles han adoptado. Una sociedad que hace de la 'movida' su eslogan, y un poder que ostenta la modernidad como emblema se han reconocido mutuamente como semejantes, al punto que — paradoja absoluta — la primera  [la movida] renovó el segundo  [el poder]” (“Le Débat”, n° 42, nov.-dic. 1986, p. 98).

 


NOTAS

 

[2] “The New York Times”, 1-9-1986.

[3] Cfr. GUERRA y otros, El futuro del socialismo, pp, 15, 23; A. de Blas in ib, pp. 40-41, 58, 59; TOURAINE y otros, Au delá de la trise, pp. 11-13, 46-48; TOURAINE, El post-socialismo, p. 69; GORZ, Adiós al proletariado pp. 17, 18, 19, 24, 116, 117; GORZ, Reforme et Révolution, pp. 9-19; Ignacio Sotelo, Problemas actuales del socialismo europeo in “Sistema”, n° 15, octubre de 1976, pp. 6,7,22-24; Marxismo y socialismo in “Sistema”, n°s 29 y 30, mayo de 1979, p. 26, Socialismo y Cultura in “Leviaián” n° 1, tercer trimestre 1978, pp. 82-87; ELLUL, Changer de révolution — L'inéluctable proletariat, pp. 48 ss., 261, 262; FOUGEYROLLAS, Marx, Freud et la révolution totale, pp. 212-217, 617-638; ROSANVALLON, L’âge de l'autogestion, pp. 59-64.

[4] Cfr. Alfonso GUERRA, in PSOE, Cuadernos de Política Sectorial — Ecología, Medio Ambiente y Socialismo, pp. 19-20; Ignacio Sotelo, Socialismo y Cultura in op. cit., pp. 91-92; FOUGEYROLLAS, op. cit., pp. 380-383.

[5] Cfr. TOURAINE, El post-socialismo, pp. 13, 14, 71; GORZ, Reforme et Révolution, pp. 16, 17, 26, 27.

[6] Cfr. GORZ, Reforme el Revolution, pp. 23-27 y sobre las proyecciones de este igualitario libertino integral hoy, ver GORZ, Adiós al Proletariado, pp. 17-18. Véase también FOUGEYROLLAS, Marx, Freud el la révolution tótale, p. 402; GOMBIN, Les origines du gauchisme, pp. 90-96.

[7] FOUGEYROLLAS, Marx, Freud et la revolution totale, p. 386.

[8] Sobre este ítem cfr. GORZ, Adiós al Proletariado, pp. 18, 87, 88; MARCUSE, La Sociedad Carnívora, pp. 45-48; Ignacio Sotelo, Socialismo y Cultura in op. cit. pp. 91-92; FOUGEYROLLAS, Marx, Freud et la révolution totale, pp. 366, 367, 380, 381-3S6, 390, 402, 623; GOMBIN, Les origines du gauchisme, pp. 177-179; Sergio Vilar, El santo erotismo o la revolución del placer in “Sistema” n° 48, mayo de 1982, pp. 105 ss.

[9] Ibídem. p. 390.

[10] Cfr. GORZ, Réforme et Révolution, pp. 16-17, 27-30; Ignacio Sotelo, Socialismo y Cultura in op. cit. pp. 91-92. Véanse además declaraciones de Daniel Cohn-Bendit a ese respecto en el ítem V, 3 de este capítulo.

[11] Cfr. T0URAINE, El postsocialismo, pp. 119-125; Au-delà de la crise, pp. 39-40, André GORZ, Adiós al proletariado, pp. 90, 91; CASTORIADIS, Le contenu du socialisme, pp. 338-339; FOUGEYROLLAS, Marx, Freud el la révolution totale, pp. 233-235, 625, 626, 629, 630.

[12] Cfr. TOURAINE, El postsocialismo, pp. 168-169, 177, 178; Au-delà de la crise, pp. 48, 49; Alfonso GUERRA y otros, El futuro del socialismo, p. 24; CASTORIADIS, Le contenu du socialisme, pp. 414, 415.

[13] Cfr. TOURAINE, El postsocialismo, pp. 125-131; Au-delà de la crise, pp. 16, 40-41; ELLUL, Changer de révolution — L’inéluctable prolétariat, p. 249; FOUGEYROLLAS, Marx, Freud et la révolution totale, pp. 14-15, 626-628.

[14] Cfr. TOURAINE, El postsocialismo, pp. 137-138; Alfonso Guerra, in PSOE, Ecología, Medio Ambiente y Socialismo, pp. 19, 21-24.

[15] Cfr. TOURAINE, Au delà de la crise, pp. 47-48; El Postsoctalismo, p. 210; GORZ, Adiós al proletariado, pp. 80, 81, 130, 131; Ignacio Sotelo, Socialismo y Cultura ¡n op. cít., pp. 86-87.

[16] Cfr. A. de BLAS in GUERRA y otros, El futuro del socialismo, pp.58-59; TOURAINE, Au-delà de la crise, pp. 11, 15-18,47-52; El póst-socialismo, 11, 12, 20 y 22, 70, 71, 117-119, 135-139, 168-170, 203-207, 211, 216, 217, 219, 220; GUERRA y Otros, El futuro del socialismo, pp, 14-19, 24; GORZ, Adiós al proletariado, pp. 17-19, 23-30, 70,76-81,90-92,116-118, 131, 132; Reforme et Révolution, pp. 10, 43-51, 55, 56, 247, 248; CASTORIADIS, Le contenu du socialisme, pp. 335-340, 414-415; SOTELO, Los socialistas en el poder, pp. 15-21, 24-32; Socialismo y Cultura in op. cit. pp. 92, 93, 97; ELLUL, Changer de révolution — L'inéluctable proletariat, pp. 245, 249, 250; José Félix Tezanos in GUERRA y otros, El futuro del socialismo, pp. 134, 142-145; JOFFRIN, La gauche en voie de disparition — Comment changer sans trahir? pp. 23-24,241; FOUGEY-ROLLAS, Marx, Freud et la révolution totale, pp. 11-16, 215-217, 617-637; GOMBIN, Les origines du gauchisme, pp. 22-28; Virgilio Zapatero in Alfonso GUERRA y otros, El futuro del socialismo, pp. 79, 81.

[17] Cfr. TOURAINE, El postsocialismo, p.156; GORZ, Adiós al proletariado, pp. 109, 130, 131; FOUGEYROLLAS, Marx, Freud et la révolution totale, pp. 382, 383.

[18] TOURAINE, Au delà de la crise, p. 20.

[19] Ver al respecto las tesis aprobadas en el XV Congreso del Partido Comunista Italiano en abril de 1979 en la La política e l'organizzazione dei comunisti italiani, pp. 6-16, 28, 52, 53, 68.

[20] Ver, por ejemplo, PARTITO SOCIALISTA ITALIANO, L'alternativa dei socialisti, pp. X-XII, 1-2. 6, 26-28, 31, 33-39, 57, 91, 105; Dez anos para mudar Portugal, pp. 39-40, 48-49, 149-150, 302, 312-314.

[21] Mikhail Gorbachov, p. 34

[22] Ibídem, p. 51.

[23] Ibídem, p. 48.

[24] Ibídem, p. 32.

[25] Ibídem, p. 36.

[26] Ibídem, p. 37.

[27] Ibídem, p. 58.

[28] Ibídem, p. 58.

[29] Cfr. Jeane Kirkpatrick, This Treaty Won’t Change the World, “The Washington Post”, 7-12-1987.

[30] “Le Débat”, n° 42, noviembre-diciembre 1986, p. 98.