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Don Rafael Merry del Val, Cardenal, Arzobispo titular de Nicea, Secretario de Estado de San Pío X

Esta misma España brilló durante el siglo XIX, cuando expulsamos de nuestras tierras las tropas revolucionarias y anticristianas de Napoleón, a quien asestamos así el duro y decisivo golpe que provocaría su derrota definitiva. Brilló también en las figuras de los grandes santos, predicadores y polemistas católicos, como San Antonio María Claret, el Beato Ezequiel Moreno y Díaz, el bienaventurado cardenal Marcelo Spínola y Maestre, e insignes sacerdotes como el venerable P. Francisco Javier Tarín, don Jaime Balmes y don Félix Sardá y Salvany, entre muchos otros.

No se piense que esa España — que el profeta Simeón amaría y bendeciría — entró poco después en una decadencia irreversible. Limitándonos siempre al campo eclesiástico, para no extendernos en esta evocación de tantos héroes de la Fe, mencionamos también a los 13 obispos mártires y a los 4.184 sacerdotes seculares, 2.363 religiosos y 283 religiosas que el comunismo sacrificó durante las convulsiones de la década de los 30. Esperamos firmemente que el número de mártires reconocidos por la Iglesia aumente de forma considerable cuando sean examinados los procesos correspondientes.

También en este siglo, dos cardenales, a quienes unía una fraternal amistad en Cristo, representaron luminosamente la España del sí y del no en una acción desarrollada por uno en las primeras décadas del siglo y continuada por el otro hasta la década de los 50. Son dos grandes españoles, héroes de la Fe, cuyos nombres están definitivamente escritos en las páginas de nuestra Historia: los Emmos. señores cardenales don Rafael Merry del Val y don Pedro Segura y Sáenz.

 

Don Pedro Segura y Saenz, Cardenal Arzobispo de Toledo, Primado de España; después Arzobispo de Sevilla

Ellos tuvieron que enfrentar el furor sonriente de una misma herejía que a lo largo de nuestro siglo ha tomado nombres diversos: modernismo, durante el pontificado de San Pío X, y progresismo, a partir del pontificado de Pío XII.

Héroes del principio de contradicción y heraldos de la consigna jacobea, “Vuestro modo de hablar sea sí, sí, no, no”, los dos grandes cardenales supieron combatir hasta el fin de sus vidas el sincretismo ecumenista — sobre todo en el campo filosófico y teológico, aunque también en el de las doctrinas socioeconómicas — diseminado por el modernismo y el progresismo en el mundo entero.

A todos los mártires y santos que se sacrificaron por la España católica, a los dos grandes cardenales, gloria del Sacro Colegio y del Episcopado en el siglo XX, cuyo recuerdo entrañable aún vive en el alma de innumerables españoles, los autores de este libro ruegan su intercesión para que España no pierda la identidad consigo misma, transformándose en una nación masificada, sin personalidad y arrastrada por medio de modernas técnicas de propaganda hacia donde la quieren llevar astutos manipuladores de opinión pública.

A esos insignes españoles el homenaje de profunda y devota admiración de los autores de este libro.