Covadonga Informa - Marzo-Abril-Mayo-1988 - ÍNDICE

España

ANESTESIADA SIN PERCIBIRLO

AMORDAZADA SIN QUERERLO

EXTRAVIADA SIN SABERLO

LA OBRA DEL PSOE

 

Covadonga Informa, Año IX, Núm. 123, Marzo-Abril-Mayo 1988


 

ÍNDICE

¿Hacia dónde va España?

La obra del PSOE: un enigma indescifrable

I - La revolución del PSOE: es "tremenda", "asombrosa", aunque "callada" y "tranquila"

II - La revolución cultural

III - Caldo de cultivo de la revolución del PSOE

IV - La "revolución asombrosa" en los hechos

V - Un "hombre nuevo" para una "sociedad nueva"

VI - La experiencia española: "guía" y "expectativa" para los revolucionarios

VII - Frente a la revolución del PSOE, desconcertante desinterés de sus opositores naturales

VIII - La fuerza del PSOE para hacer vencer la "revolución asombrosa y tranquila"

IX - El PSOE, ¿un gigante con pies de barro?

X - Denunciar la fisonomía global de la neorrevolución "callada"

Notas


 

VIII. La fuerza del PSOE para hacer vencer la "revolución asombrosa y tranquila"

1. Hegemonía en el cuerpo electoral

Habitualmente hay una abstención del 30% en las elecciones, dado el desinterés y la desinformación de muchos votantes. Pese a ello, el PSOE puede jactarse de una preponderancia real frente a los otros partidos.

¿Cómo evalúan los socialistas su fuerza para ganar elecciones, mantenerse en el poder y llevar adelante la revolución?

Felipe González, entrevistado por una revista socialista francesa, analizó esta cuestión: "Nosotros tenemos un tercio de la población electoral. (...) Durante todo el período legislativo, es un hecho notable, la intención directa de voto a nuestro favor siempre osciló entre el 32 y 36%. Esto constituye lo que se habría llamado, en argot clásico, el 'bloque del progreso’" (146). Y continúa diciendo que el rechazo al PSOE es minoritario: "El otro dato fundamental de la realidad política es el siguiente: el bloque de rechazo de la opción socialista no sobrepasa el 10 u 11%".

Felipe González se felicita también con el miedo de la derecha: "Curiosamente, una de las herencias del franquismo es que las personas no se atreven a confesar que votarán por la derecha."

Todo esto le lleva a concluir triunfalmente: "¿Qué significa esto? Esto significa que estamos a punto de obtener — pero sin duda ya lo hemos obtenido — la constitución de un bloque hegemónico en la sociedad civil (...) Aunque sea minoritario, este bloque continuará siendo hegemónico (...) Partiendo de esta realidad (...) podemos decir, con toda objetividad, honestamente, que la perspectiva política es la de una hegemonía del socialismo democrático en España durante un período de veinte o veinticinco años" (147).

 

2. Razón de la hegemonía: una sintonía libertaria con el público

En la misma entrevista Felipe González explicó el porqué de la fuerza electoral socialista y de su actual dominio hegemónico: "¿En qué se basa? Es un proceso difícil de limitar conceptualmente, con el lenguaje corriente de los politólogos. A veces es de orden psicológico, cultural, espiritual. Yo diría, hablando ‘grosso modo’ en el momento, que se ha producido en las profundidades de nuestra sociedad un complejo proceso de ajuste, de identificación, entre nosotros y la misma sociedad. De alguna manera, el Partido Socialista encarna para los ciudadanos todos los procesos de cambio y de liberación que han caracterizado la última década. Liberación de las ideas, de las costumbres, de la educación... liberación de la mujer, sobre todo. Nuestra hegemonía se desarrolla sobre la conciencia social, sobre esta identificación entre el Partido Socialista y los procesos de cambio y de liberación" (148).

 

IX. El PSOE, ¿un gigante con pies de barro?

Veamos ahora los puntos débiles del PSOE. Una vez más recurramos a las declaraciones de los propios socialistas.

1. La clase obrera no lo sigue

Ignacio Sotelo, que fue secretario federal de Cultura del PSOE, de 1979 a 1981, y que en enero de 1988 fue elegido al Comité Federal, hace esta reveladora observación sobre la densidad revolucionaria de la clase obrera en los países occidentales: "De hecho, la clase obrera, llegada a un determinado nivel de desarrollo tecnológico, tiende a disminuir en relación con el resto de la población, y sobre sus ímpetus revolucionarios en la `sociedad de consumo’ caben las más fundadas dudas" (149).

Continúa el mismo Sotelo: "No existe ninguna evidencia empírica de que la clase obrera se mantiene más fiel o se inclina más al socialismo que otros sectores medios" (150).

Enrique Ballestero, especialista del PSOE en política agraria, consciente de esta realidad y en su afán de mantener la popularidad socialista, advierte: "Es equivocado hacerse pasar por extremista en los mítines campesinos" (151).

2. Tampoco la juventud

Una resolución del XXIX Congreso del PSOE consigna esta lamentación: "El PSOE posee taza escasa militancia proveniente de las generaciones jóvenes de la sociedad, siendo el tanto por ciento de los de edades comprendidas entre los dieciocho y veinticinco años escasamente el 6%. Por el contrario, para los tramos de edades superiores a los cincuenta años la proporción de afiliados al Partido Socialista supera, siempre con creces, a la proporción de la población en general. (...) El Partido Socialista es, por tanto, en la actualidad un partido cuya militancia es mayoritariamente vieja, pero dirigido por militantes mayoritariamente jóvenes. (...) Por cada 155 electores jóvenes, el Partido Socialista encuadra sólo a uno de ellos como militante socialista" (152).

Más recientemente, un informe confidencial del PSOE reconoce "que el partido está todavía escasamente representado en el medio juvenil" (153).

Siendo víctima de este desinterés por parte de la juventud, ¿cómo puede jactarse el PSOE de ser el partido del futuro?

3. No arrastra a la opinión pública

En el mundo entero, reconoce Alfonso Guerra, el socialismo está perdiendo su capacidad de movilizar a las masas: "¿El socialismo de hoy no es ortodoxo con sus principios? ¿Acaso ocurre que las previsiones no estaban ajustadas a la realidad? Evidentemente este problema hay que plantearlo con total crudeza, aunque sólo sea simplemente para escapar de la responsabilidad en la pérdida de capacidad general de movilización que se está produciendo en el socialismo" (154).

En España los mítines electorales constituyen ejemplos relevantes del desinterés popular por el socialismo. El País constató pocos días antes de las elecciones generales de 1986 el siguiente hecho: "Dos centenares de personas — de edad avanzada, como viene siendo habitual en los actos del PSOE — escucharon a José María de la Riva, candidato a diputado por Madrid, y a José Barrionuevo" (155).

4. Pocos militantes y poco entusiasmo

El número total de militantes del PSOE, según datos oficiales de enero de 1987, era de 185.664; es decir, tras casi cinco años en el poder representaba sólo el 0,5% de la población. El propio Tierno Galván calculaba que el total efectivo no pasaba de "unos cincuenta mil", añadiendo: "Y son militantes comprometidos con el poder" (156). Por otra parte, el sociólogo José Félix Tezanos, destacado miembro de la intelligentsia del PSOE, en una investigación sobre su militancia efectiva constató que de los afiliados:

han pagado las cuotas: 70,2%

han estado en locales del partido: 68,2%

han asistido a alguna asamblea o reunión interna: 67,2%

han asistido a cursillos o conferencias del PSOE: 33,5%

han asistido a actos culturales: 22,6%

han participado en grupos de trabajo o estudio: 20,1%

han recaudado fondos para el partido: 17,8%

han participado en campañas especiales concretas: 17,5%

han pegado carteles de propaganda: 13,9%

han tomado parte en caravanas de propaganda: 8,8%

han estado en mesas de venta: 5,4% (157).

Txiki Benegas, al hablar "en el II encuentro sobre el Futuro del Socialismo, reconoció que en el partido socialista 'predominan los componentes de participación formal y que se observa una tendencia regresiva de la actividad más militante'" (158).

5. Un intento socialista para resolver su impasse

El gran fracaso socialista — y no sólo en España — ha sido no conseguir galvanizar a la clase obrera.

La expectativa de que el proletariado fuera el sujeto de la revolución y destruyese la sociedad capitalista por medio de la lucha de clases no se realizó (159).

El socialismo trata de congregar a otros sectores que tengan potencialidades revolucionarias y los busca en el "nuevo proletariado", o bien, desde otra perspectiva, en los "movimientos sociales". A este conjunto pertenecen homosexuales, feministas, pacifistas, ecologistas, minorías étnicas, otros grupos marginales, etc., quienes, en determinadas circunstancias, pueden rebelarse contra el actual orden de cosas.

Se trata, entonces, de dar a esos sectores "oprimidos" conciencia reivindicativa, a fin de exacerbarlos, coordinarlos y lanzarlos a la contestación. Son los nuevos sujetos revolucionarios, no importa a qué clase pertenezcan (160).

El PSOE apoya, estimula, radicaliza y procura ser la expresión política de dichos sectores, que de algún modo comparten hoy un sentimiento libertario e igualitario (161).

Esta estrategia revolucionaria, como puede apreciarse, apunta particularmente a sectores burgueses, más corrompidos que la clase obrera por el deseo de gozar la vida. La tendencia hedonista de aquellos da libre curso tanto al orgullo (de ahí su antipatía a las desigualdades, a la disciplina y a la obediencia) como a la sensualidad (de ahí su rechazo a toda norma moral). Con lo cual se desemboca en la anarquía, objetivo último confesado por el PSOE.

Sin embargo, la forma burguesa de gozar la vida hoy en día es fundamentalmente festiva. De ahí que la revolución del PSOE sólo sea viable si es "lúdica" y gradualista (162).

El PSOE, mientras exacerba y busca liberar controladamente las energías revolucionarias de esta "mayoría social progresista", rumbo a la igualdad completa y a la libertad total, también trata de llevar detrás de sí al resto de la nación, para evitar reacciones que hagan fracasar su proyecto revolucionario. ¿Qué hacer para que este último vagón del tren revolucionario no se desenganche y descarrile? Por una parte, si las condiciones del momento no lo permiten, no aumentar la velocidad. Por otra, estimular las tendencias revolucionarias que los viajeros de los últimos vagones tienen en común con los de los primeros.

 

X. Denunciar la fisonomía global de la neorrevolución "callada"

Hemos demostrado que la revolución del PSOE no es irreversible. Tiene su talón de Aquiles. Vive de la desinformación, la atonía y el optimismo. Además, no ha conseguido persuadir. Adormece al público para lograr deteriorarlo, y aun así sólo puede hacerlo lentamente.

El rechazo que suscitaría el descubrir la fisonomía total de la revolución socialista obliga al PSOE a camuflar su política empeñándose en mostrar que lo que está haciendo no es sino la modernización de España.

Si el PSOE pone una sordina a sus objetivos y métodos, es porque teme el debate en torno a ellos. Si evita el debate, es porque necesita la atonía para llevar a cabo su revolución.

Entonces, la solución es simple: denunciar la fisonomía global de la neorrevolución "callada". Una parte de la tarea está realizada. El libro España, anestesiada sin percibirlo, amordazada sin saberlo, extraviada sin quererlo — La obra del PSOE lo hace basándose en abundante documentación. Hay otras formas al alcance de cualquiera.

Si cada uno, desde su punto de vista, rompiera la apatía ante el verdadero rostro de la revolución socialista, se definiera, discutiera y pidiera explicaciones, provocaría lo que más teme el PSOE: la generalización del debate. El hacerlo está en manos de todos los particulares, de cada sector de opinión, de cada entidad de clase o asociación. La neorrevolución quedaría al descubierto.

Esta es una solución legal, pacífica, simple y coherente con los principios democráticos vigentes, pues lo que distingue la democracia de la dictadura es, sobre todo, el derecho de discrepar.

*   *  *

Solución, que sólo fructificará para el Bien con el auxilio de la gracia: "Sin mi no podéis hacer nada" (Jn. 15, 5). Al terminar este estudio, elevamos nuestra mirada a la Virgen de Covadonga, rogándole que, así como protegió a Don Pelayo en su lucha por la grandeza de la España católica, obtenga ahora también gracias, para los españoles que, en medio de la trágica desintegración actual, alimentan en sus almas un cristiano y altivo desvelo patriótico.


 

 

ÍNDICE DEL LIBRO

 

PARTE I. Antecedentes doctrinales.

Capítulo 1. Luz y sombras en torno al principio de contradicción.

Capítulo 2. El ecumenismo.

Capítulo 3. Los héroes de nuestra Historia en la picota.

PARTE II. Antecedentes históricos. Del alzamiento al triunfo del PSOE.

Capítulo 4. ¿Cómo se ha inoculado en España la narcosis ecuménica? Capítulo 5. España en el quirófano.

PARTE III. La psicocirugía revolucionaria en cámara lenta.

Capítulo 6. Desintegrar el Estado y la sociedad a ambos lados del Telón de Acero.

Capítulo 7. En las manos del PSOE, "cartilaginización" del sistema jurídico e institucional.

Capítulo 8. ¿Unión de repúblicas autogestionarias ibéricas?

Capítulo 9. El Rey.

Capítulo 10. Relativización de la propiedad privada.

Capítulo 11. Demolición moral e institucional de la familia española.

Capítulo 12. Sistema escolar autogestionario para transformar las mentalidades.

Capítulo 13. En ambiente festivo: remodelar la fisonomía moral de la sociedad española, acostumbrándola a lo inmoral, lo soez y lo sórdido.

Capitulo 14. Terrorismo de blasfemias.

Capítulo 15. En el anochecer de España, ¿comienza el éxodo hacia fuera de la civilización?

PARTE IV. Autoridades eclesiásticas ante el genocidio espiritual de España.

Capítulo 16. Desde 1939 hasta nuestros días: un cambio de posiciones que favoreció a la revolución socialista.

Capítulo 17. Reverente y filial llamamiento al Episcopado.

PARTE V. El alzamiento de las almas.

Capítulo 18. Las gradas están vacías.

CONCLUSION.


Notas:

146) Le Débat, París, noviembre-diciembre de 1986, p. 98.

147) Ibídem.

148) Ibídem.

149) "Problemas actuales del socialismo europeo", en Sistema, n° 15, octubre de 1976, pp. 22-23.

150) Ibídem, p. 23.

151) Enrique Ballestero, La política agraria del socialismo español, Mañana Editorial, Madrid, 1979, p. 15.

152) PSOE, Resoluciones — XXIX Congreso del PSOE, 1981, p. 225.

153) Cfr. El País, 29-1-87.

154) Alfonso Guerra y otros, El futuro del socialismo, Editorial Sistema, Madrid, 1986, p. 15.

155) El País, 5-6-86.

156) Diario 16, 20-1-86.

157) Ya, 18-8-86.

158) Apud Juan G. Ibáñez, "Tendencia regresiva en la actividad más militante", en El País, 14-9-87.

159) En 1965, comentando el fracaso de la persuasión comunista en la clase obrera —fracaso análogo al del socialismo—, escribió el profesor Plinio Corrêa de Oliveira: "Hace cien años —en números redondos— que el comunismo viene predicando a las poblaciones obreras del mundo entero la revolución social, la matanza y el pillaje. Para esa prédica dispuso casi continuamente, a lo largo de ese siglo, de entera libertad de pensamiento y de acción en casi todos los países. Tampoco le faltaron recursos financieros inmensos, ni especialistas y técnicos de los mejores en materia de propaganda. A despecho de todo eso, las multitudes se han manifestado, en su gran mayoría, poco sensibles a las invitaciones —que tan fácilmente podrían fascinarlas— de la demagogia marxista. En ningún país el comunismo logró jamás la conquista del poder por elecciones honestas. La causa de esta insensibilidad está en parte en el hecho de que en muchos lugares se mejoró considerablemente la situación de las clases necesitadas. Pero es preciso no exagerar el alcance ideológico de tales mejoras: en algunas regiones, como el Norte de Italia, por ejemplo, en que mientras las condiciones de los trabajadores no cesaron de progresar después de la Segunda Guerra Mundial, el comunismo alcanzó desconcertantes éxitos electorales. La causa de la insoluble imposibilidad de la victoria comunista a través de las urnas está también, en alguna medida, en la resistencia que opone al marxismo el fondo de sentido común natural que constituye el patrimonio milenario y común de la humanidad. Ese sentido común choca con el carácter esencialmente antinatural que se muestra en todos los aspectos del comunismo. En los pueblos de civilización cristiana, se signa a ese factor la incompatibilidad del espíritu, de la doctrina y de los métodos marxistas con el espíritu, la doctrina y los métodos de la Iglesia" (Plinio Corrêa de Oliveira, Trasbordo ideológico inadvertido y Diálogo, CIO, Madrid, 1971, pp. 6 y 7).

160) Dice así la resolución "Movimientos Sociales", del 29 Congreso: "Las organizaciones de defensa de los consumidores, de pacifistas, de ecología, feministas, asociaciones de vecinos, de homosexuales (...) asociaciones de padres de alumnos, asociaciones de derechos humanos, etc. (...) constituyen diversas formas de lucha reivindicativa. (...) Buscan soluciones en un nuevo tipo de sociedad y desde la perspectiva de la revolución de la vida cotidiana. (...) Se sitúan en el marco de transformaciones profundas y radicales de la sociedad" (PSOE, Resoluciones — XXIX Congreso del PSOE, 1981, pp. 201-203).

Frente a este fenómeno, la función del PSOE es "dirigir la construcción de un amplio bloque socialista que vertebre al conjunto de capas y clases explotadas y oprimidas". Para ello, el PSOE "ha de asumir todas las reivindicaciones" y ha de transformarse "en el instrumento para la creación de una nueva conciencia de clase" (ib., p. 7). Conciencia que será conforme a "la finalidad liberadora y desalienante del socialismo" (PSOE, "Resolución Política", en Resoluciones —XXVIII Congreso del PSOE, 1979, p. 4).

161) Analizando esta cuestión, Alfonso Guerra afirma: "El fenómeno más positivo y de mayor alcance de toda esa situación quizá sea que en la misma subyace la emergencia y la creciente solidez de una nueva mayoría social, en la que se han ido articulando sectores. (...) Esta nueva mayoría social, para su ascensión (...) ha optado, en efecto, por los cambios graduales, pero irreversibles (...) para el desplazamiento de los considerables obstáculos. (...) Tales obstáculos (...) se manifiestan no sólo en forma de intereses concretos y organizados (...) sino de manera mucho más difusa y extensa, a través de comportamientos y mentalidades" ("La mayoría social progresista", en El País, 20-6-86).

162) Es todavía Guerra quien afirma: "En el espacio del socialismo democrático (...) coinciden la concepción del Estado como instrumento para crear o fomentar las condiciones que hagan efectivas la libertad y la igualdad de los ciudadanos y un sentido del ritmo político progresista y adaptado a las realidades sociales existentes. (...) El pragmatismo o el sentido de la realidad no son ajenos, sino esenciales, a la utopía socialista" (El País, 20-6-86).

 

 

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