EspañaANESTESIADA SIN PERCIBIRLOAMORDAZADA SIN QUERERLOEXTRAVIADA SIN SABERLOLA OBRA DEL PSOE
Covadonga Informa, Año IX, Núm. 123, Marzo-Abril-Mayo 1988 |
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Denuncia global, inicio de una gran campaña
Mayo 1988 a Diciembre 1989 - En su nuevo libro España, anestesiada sin percibirlo, amordazada sin quererlo, extraviada sin saberlo — La obra del PSOE, TFP-Covadonga denuncia que el Partido Socialista Obrero Español está promoviendo una verdadera psicocirugía revolucionaria, cuya finalidad es hacer perder a la nación la identidad consigo misma. Para que una denuncia tan profunda y necesaria pueda llegar a todos los rincones de España, TFP-Covadonga organiza una intensa campaña de difusión que se prolongará más de un año. Al cierre de esta edición los estandartes rojos y dorados habían recorrido ya 17 capitales de la Península y cooperadores de la entidad habían visitado casi 100 poblaciones haciendo propaganda entre sus simpatizantes.
"PSICOCIRUGIA" revolucionaria del PSOE, punta de lanza del socialismo internacional
( ... ) TFP-Covadonga publica un libro cuya denuncia traspasará las fronteras españolas. En efecto, el carácter estratégico del consenso, tal como viene siendo manipulado en España, consiste en anestesiar completamente a las fuerzas vivas de la nación, dejándolas inertes frente a la ofensiva socialista, y en hacer que cierta opinión, llamada consensual, prevalezca. Cuando, de un modo general, las naciones modernas están siendo invitadas a caminar en un rumbo marcado por el mito del consenso, el mostrar lo que éste es realmente en la democracia consensual más característica de Europa, se torna un deber para las TFPs. Para Alfonso Guerra "la experiencia socialista española está sirviendo de guía y expectativa al socialismo internacional" . Es natural, entonces, que el libro-denuncia de TFP-Covadonga repercuta más allá de las fronteras españolas.
En Iberoamérica, la experiencia socialista española se ha transformado en un punto de referencia y Felipe González en un hombre símbolo. Unos se deslumbran con su pregonado pragmatismo liberal; otros ven en él al hombre capaz de sacar a las izquierdas decadentes del atolladero en que se encuentran. Al margen, una mayoría entre desinteresada y perpleja se deja seducir por la imagen que le ofrecen los mass-media. Es por eso — para deshacer esos equívocos — que las TFPs dan a conocer al público de sus respectivos países toda la verdad sobre la revolución cultural del PSOE.
El total de los resúmenes divulgados en esos países alcanza la suma de 29.500 ejemplares.
¿Cuál será el tema de interés público que pueda dividir con más facilidad las opiniones en una rueda de amigos? La respuesta no es difícil en los días que corren. Bastaría pedir una definición precisa sobre el programa del Partido Socialista Obrero Español... Experiméntelo, lector, y tendrá la ocasión de comprobarlo. Unos dirán que dicho programa es moderado, otros lo calificarán de radical. Mientras unos defienden su carácter pragmático otros replicarán que, por razones doctrinales, pretende destruir la propiedad privada, la familia tradicional o la enseñanza religiosa. Por fin, no faltarán quienes afirmen que es contradictorio o incomprensible. Pero sea como fuere, las personas en general no podrán emitir sino opiniones parciales, superficiales y aun incongruentes. En verdad, existe mucha confusión, y el verdadero alcance del programa del PSOE continúa siendo un enigma para la mayoría de los españoles. En este número especial, que contiene aspectos del libro España, anestesiada sin percibirlo, amordazada sin quererlo, extraviada sin saberlo — La obra del PSOE, escrito por la Comisión de Estudios de TFP-Covadonga, Covadonga Informa pretende ayudar a resolver el enigma y a deshacer esa incógnita, describiendo sucintamente en qué consiste la revolución socialista. Esta descripción mostrará que el programa del PSOE no es moderado (aunque adopte un ritmo gradualista en varios campos de acción) ni contradictorio (aunque tenga aspectos aparentemente contrastantes). Además, es una descripción hecha fundamentalmente en base al mejor material de prueba: la confesión de los propios socialistas sobre lo que piensan y quieren hacer. "De ore tuo te judico" (Te juzgo por tus propias palabras)... La revolución del PSOE es comprensible. Y comprendiéndola se sabrá hacia dónde va España.
La obra del PSOE: ¿un enigma indescifrable?
1 - Cinco años de Administración socialista: una reseña de hechos asombrosos que a primera vista parecen inconexos
2 - Todos estos hechos que hemos enunciado ¿tienen alguna unidad? ¿Ya se ha enterado Vd. que Rodríguez de la Borbolla tiene la intención de dar a España "la vuelta como a un calcetín" y que Alfonso Guerra se jacta de estar haciendo una revolución "tremenda" y "asombrosa", pero, a la vez, "silenciosa"? Interpretar y describir lo que da unidad a estos diversos hechos es el gran problema de los españoles católicos y patriotas. 3 – ¿Qué rumbo está tomando España? El socialismo puede perder el poder en las próximas elecciones. Pero, puede que no sea así, y se realice entonces su aspiración de gobernarnos durante "seis legislaturas". Ahora bien, si el PSOE abandonara el Gobierno después de una derrota electoral, ¿qué quedará de su revolución "asombrosa"? Cuando la marea baja quedan en la playa los restos de algas, peces, etc. ¿Dejará el PSOE, cuando se vaya, solamente algunas leyes como la del aborto o la LODE? ¿O habrá causado la marea socialista una destrucción mucho más profunda, que conduzca a la descristianización total de nuestra patria? Quien quiera conocer y enderezar el rumbo que España está siguiendo necesita, antes de nada, responder estas preguntas. Desgraciadamente, pocos españoles se las hacen, y menos aún saben responderlas adecuadamente. 4 - España, anestesiada sin percibirlo... Hemos expresado aquí estas preguntas e invitamos al lector de Covadonga-Informa a encontrar las respuestas. Le ayudaremos. Acompáñenos a lo largo de estas páginas, que constituyen una exposición sumaria del nuevo libro lanzado por TFP-Covadonga:
"tremenda", "asombrosa", aunque "callada" y "tranquila" Destacados líderes socialistas declaran reiteradamente que en España una gran revolución está en curso. Alfonso Guerra se jacta chabacanamente de que el PSOE realizará transformaciones tan grandes que "a España no la va a reconocer ni la madre que la parió" (1). No menos enfático es Rodríguez de la Borbolla cuando anuncia: "Estamos cambiando al país y le vamos a dar la vuelta como a un calcetín" (2). El vicepresidente del Gobierno, dejando de lado las metáforas, explicó el alcance de la revolución emprendida por el PSOE: "Hemos hecho una revolución silenciosa en las costumbres (...) El pueblo español es el más tolerante en las costumbres, el más progresista en las costumbres, el que se declara más de izquierdas (...) Hemos hecho una revolución absolutamente tremenda. No nos hemos dado cuenta, casi, que es mejor todavía. Hay una revolución cultural en este país verdaderamente asombrosa. Que queda mucho por hacer, sin la menor duda. Pero hay apetencia (...) Y esas revoluciones, que son mucho más calladas que las revoluciones políticas, se están dando en España" (3). ¿Qué quiere decir Alfonso Guerra cuando califica esa revolución de "asombrosa", "tremenda", pero al mismo tiempo de "silenciosa" y "callada"? Se trata de una revolución que ya no coloca el acento tónico en las expropiaciones, en el colectivismo y en la violencia. Esa revolución se propone, ante todo, por medio de tácticas nuevas y sin llamar la atención de la opinión pública, cambiar las mentalidades y crear un nuevo tipo humano. Si llegara a triunfar, sus efectos serán asombrosos. Para Alfonso Guerra se trata de una verdadera revolución cultural. Veamos el significado de esta expresión.
1. Una revolución para cambiar las formas de sentir, de actuar y de pensar
2. Revolución cultural: meta que tiene prioridad sobre las transformaciones socioeconómicas
3. Revolución sobre todo psicológica, para desintegrar el actual orden de cosas
4. Radicalismo que se alimenta de una atmósfera pragmática y festiva
"Lo que debemos emprender es una especie de difusa y dispersa desintegración del sistema" (H. Marcuse)
III. Caldo de cultivo de la revolución del PSOE
El ambiente de despreocupación optimista que se fue acentuando en España en las últimas décadas ha hecho posible que el PSOE esté llevando a cabo su tremenda revolución con una imagen sonriente y dialogante. El pueblo español salió de la Guerra Civil — como los otros pueblos de Europa salieron de la Guerra Mundial — bajo los efectos del profundo trauma producido por los terribles y prolongados sufrimientos del conflicto. Incontables españoles quedaron entonces psicológicamente exhaustos y con una mezcla de temor y pereza de afirmar sus convicciones y defenderlas, mientras nacía en ellos, más o menos subconscientemente, la idea quimérica de un mundo futuro del cual se extirpasen todas las causas de enfrentamientos entre los hombres. A medida que la prosperidad y la despreocupación aumentaban en la década de los sesenta, los españoles se alejaban de su pasado de fe, seriedad y heroísmo, y de las exigencias lógicas y morales que éste impone. Un deseo vago, genérico, pero efectivo, de una España más a tono con la sociedad de consumo gozadora y permisiva, así como un ansia de sumergirse en la fruición de los propios intereses, se han generalizado entre muchos españoles de todos los ambientes. Esto ha hecho posible que el PSOE esté llevando a cabo su "tremenda" revolución, con una imagen sonriente y dialogante.
1. Un clima relativista y anestesiante en la vida pública
Entre la verdad y el error, el bien y el mal, la reconciliación es imposible León XIII enseñó: "Ahora bien, la esencia de la verdad y del bien no puede cambiar a capricho del hombre, sino que es siempre la misma y no es menos inmutable que la misma naturaleza de las cosas. Si la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, si la voluntad elige al mal y se abraza a él, ni la inteligencia ni la voluntad alcanzan su perfección; por el contrario, abdican de su dignidad natural y quedan corrompidas" (Immortale Dei, 1-11-1885, 15). Completando esa enseñanza, Pío XII recuerda concisamente la doctrina tradicional de la Iglesia: "Primero: lo que no responde a la verdad y a la norma moral no tiene objetivamente derecho alguno ni a la existencia, ni a la propaganda, ni a la acción. Segundo: el no impedirlo por medio de leyes estatales y de disposiciones coercitivas puede, sin embargo, hallarse justificado por el interés de un bien superior y más universal" (Discurso al V Congreso Nacional de la Unión de Juristas Católicos Italianos, 6-12-53, 17). Al abordar otro aspecto de la cuestión, el gran teólogo dominico P. Garrigou-Lagrange, indica una condición para el conocimiento imparcial y profundo: "El santo odio del mal es efectivamente —dígase lo que se quiera — una luz necesaria en la imparcialidad. Para conocer profundamente el bien, hay que amarlo. Para saber verdaderamente todo lo que es mal, hay que odiarlo" (Garrigou-Lagrange, Dios II – Su Naturaleza, Ediciones Palabra, Madrid, 1980, p. 99, n° 65).
2. Consenso irénico y relativista, del cual participan los adversarios naturales del socialismo
La Iglesia es, de suyo, la gran adversaria del socialismo. Por su parte, dado su carácter laico, el socialismo necesariamente perjudica el apostolado de la Iglesia. Siendo igualitario y colectivista, trata de imponer a la sociedad un estado de cosas diametralmente opuesto a la civilización cristiana. Nadie se sorprendía, pues, al oír proclamar al fundador del PSOE, Pablo Iglesias, en coherencia con sus pésimos principios: "Queremos la muerte de la Iglesia (...) para ello educamos a los hombres" (19). También era coherente el Episcopado al publicar la Carta Pastoral Colectiva de 1937, en la que adoptó una postura contra el comunismo. Hoy este antagonismo se ha desdibujado, pues la posición de los sectores más influyentes de la Jerarquía ante el socialismo ha cambiado. Desde 1971, después de la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes, el Episcopado ha promovido, como línea de conducta oficial, una reconciliación entre los españoles — objetivo laudable en sí mismo —, pero lamentablemente lo ha hecho olvidando que el socialo-comunismo, mientras sea tal, continuará siendo intrínsecamente anticristiano y constituye así una grave amenaza para el futuro católico de la nación (20). Esto da la impresión de que al sector mayoritario del Episcopado le parece que el odio sectario de comunistas y socialistas contra la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo ya no produce efectos concretos y que, por consiguiente, no merece la pena tomarlo en consideración (21). En la práctica, esta orientación irenista de la Conferencia Episcopal ha desarmado a los católicos frente a los enemigos de la Iglesia y de la civilización cristiana, quienes no pueden menos que alegrarse (22). Monseñor Jaime Camprodón, obispo de Gerona, enunció lapidariamente la importancia atribuida a la reconciliación por sus promotores eclesiásticos: "La tarea de reconciliación debe anteponerse a todo" (23). El ex-provicario general de la Archidiócesis de Madrid-Alcalá, P. José M. Martín Patino, S.J., no se quedó atrás. Al analizar la orientación general de la Jerarquía eclesiástica en España, dijo: "La reconciliación de los pueblos y de las gentes de España sigue siendo (...) el objetivo prioritario del quehacer de la Iglesia Española" (24). Quien incentivó y llegó a convertirse en símbolo de la política de reconciliación fue el cardenal don Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo dimisionario de Madrid y ex presidente de la Conferencia Episcopal (1971-1983). En 1981, el cardenal Tarancón tranquilizó a los católicos ante una eventual victoria socialista: "Si el PSOE llegara al poder, en la Iglesia española no pasaría nada", pues, "con gobiernos menos católicos, la Iglesia vive mejor". Finalmente declaró: "La Iglesia española era, después del Concilio y en los últimos años del régimen anterior, de izquierda" (25). Afirmaciones más recientes del arzobispo de Zaragoza, monseñor Elías Yanes, reflejan la misma orientación. Según el prelado, en España la predicación de la doctrina social de la Iglesia a partir de Juan XXIII había llevado a un gran número de católicos a votar a los candidatos del PSOE (26). El prelado no lamentó esta participación en la victoria socialista. b) Los líderes políticos de fuerzas contrarias al socialismo La mayor parte de los líderes políticos han colaborado también en la demolición de las barreras doctrinales, psicológicas y morales frente al socialismo. Cuando Jorge Verstrynge era secretario general de AP, en una conferencia para Jóvenes militantes de ese partido afirmó que no buscaba la derrota del socialismo. Para él, lo más importante era casi lo contrario: trabajar por el triunfo de una mentalidad irénica y convergencialista que considerase al socialismo no como un adversario, sino como una de las dos mitades saludables y complementarias de la vida nacional: "La cuestión es la nueva mentalidad que necesitamos todos los europeos", dijo Verstrynge. "Hay que ir a actitudes que sean auténticamente integradoras, no reductoras. Y la integración auténtica no se conseguirá desechando lo contradictorio (...). Para ello — completó — se requiere, que la derecha y la izquierda sean consideradas no como excluyentes, sino, pluralísticamente, como complementarias" (27). Manuel Fraga Iribarne, adversario vigoroso del PSOE, ha tomado actitudes eficaces contra el socialismo en su vida pública. Sin embargo, también se ha expresado en términos análogos. El político aliancista parece no desear la derrota aplastante del socialismo, porque le impediría a este último ser un partícipe importante del juego político: "Me parece evidente —escribió el ex presidente de AP — que la derecha (...) en España, no desea la desaparición del voto socialista o su transformación en un sector residual" (28). El actual presidente de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha, hasta ahora ha evitado definiciones que puedan contrastar con el consenso irénico y relativista. Para él, "en política no hay ni ideas buenas, ni malas, dependen de su ubicación en un lugar determinado" (29). Su criterio en asuntos políticos que tengan implicaciones morales, además de desconcertante, difícilmente se entiende en un líder que representa las aspiraciones del centro-derecha: "Yo siempre he dicho que en materias en que la política raya con la moral, debemos ir un paso detrás del obispo más progre [sic]" (30). Sin embargo, como no lleva aún mucho tiempo al frente del partido, no se puede afirmar que haya escogido definitivamente su imagen. Hemos dejado para el final al camaleón de la política española, Adolfo Suárez, cuya intencional ambigüedad impide a la opinión pública conocer con nitidez qué distingue al CDS del PSOE. Al clausurar su campaña electoral de 1986, prometió: "Llevaremos a cabo el cambio que los socialistas prometieron y no han cumplido. (...) Me propongo la construcción del cambio socio-económico y de las estructuras culturales (...) que Felipe González no ha sabido o no ha querido poner en marcha" (31). Esta promesa es elucidativa del sentido de una declaración suya a un corresponsal de ABC en Chile: "Nos inspira una concepción radical de la libertad [y de la] igualdad" (32). No puede causar sorpresa, pues, que el director de Els Joglars, el anarco-inmoral Albert Boadella, manifieste su simpatía por el CDS en un tono que le es característico: "este partido `significa la falta de ideología, un lugar donde todo es posible, y le apoyaré porque me gusta la confusión en el poder'" (33). El progresismo católico trabaja en la misma dirección. El historiador y periodista José María García Escudero, uno de los corifeos de esta corriente, propone como programa acabar con las "exigencias artificiales del principio de contradicción" y sueña con un "escape dialéctico", que permitiría la convivencia de las posiciones contrarias y la desaparición de los antagonismos. En la práctica, opina él que esa visión filosófica favorecerá el predominio de la "tercera España", una España "europea", donde la derecha y la izquierda serían vistas como "partes de una unidad superior" o como "dos mitades de su anterior unidad perdida" (34). El PSOE no se queda atrás de las demás fuerzas que persiguen el objetivo de la reconciliación irénica. En la declaración oficial sobre el 50 aniversario de la contienda de 1936-1939, el Gobierno destacó su intención de promover la reconciliación definitiva e irreversible de los españoles: "El Gobierno expresa también su deseo de que el L aniversario de la guerra civil selle definitivamente la reconciliación de los españoles y su integración irreversible" (35). 3. Para el gobierno del PSOE, el "problema fundamental" es acabar con las "dos Españas"
4. Para ello, el socialismo ha renunciado también a su antiguo "dogmatismo"
6. Apatía producida artificialmente
7. ¿El relativismo prepara la paz o el desorden?
* * * Analizadas desde el punto de vista de la revolución cultural en curso, muchas situaciones aparentemente sin nexo revelan un contenido y una importancia inesperados y muestran los contornos de un plan radicalmente demoledor de la España tradicional y católica. Es lo que pasaremos a ver. Los nuevos "monárquicos" Y el PSOE acepta la Monarquía… El PSOE consideró siempre la Monarquía como un estorbo que era necesario quitar del camino. "No somos monárquicos —decía Pablo Iglesias— porque no lo podemos ser; quien aspira a suprimir el Rey del taller no puede admitir otro Rey" (apud "Memoria-Gestión de la Comisión Ejecutiva Federal", XXVIII Congreso del PSOE, 1979, p. 90). Pasado el tiempo, Negrín decía, en el mismo sentido: "Ningún español patriota conocedor de nuestra historia, puede ser monárquico sin alguna aberración mental fundamental. Habsburgos y Borbones fueron los que condujeron España a la ruina" (apud Emilio Romero. Tragicomedia de España, Planeta, Barcelona, 1985, pp. 48-50). Hoy, como es sabido, Felipe González, Alfonso Guerra, Carillo o la Pasionaria adoptan frente a la Monarquía y el Rey una actitud completamente distinta. Guerra llegó a decir. "Todos los españoles, y especialmente los políticos, debemos tener un exquisito cuidado y defender la alta institución de la Corona" (ABC, 26-1-85). Además, la Monarquía volvió contando con el apoyo de las izquierdas y mantiene con ellas relaciones ostensivamente cordiales. Por otra parte, es innegable que las fuerzas políticas revolucionarias — que continúan intrínsecamente republicanas a fuer de radicalmente igualitarias — tienen planes de largo alcance. ¿Qué planes son esos? A qué coordenadas responden? Una imagen que sugiere una sensación de orden En España la palabra Rey evoca, de algún modo y al mismo tiempo, la solemnidad majestuosa de Felipe II y la amabilidad gentil y un tanto cosmopolita de Alfonso XIII. De la superposición de estos dos clichés se formó la imagen ideal del monarca como lo entiende el español de hoy. Ahora bien, esta imagen tiene suficiente arraigo en el alma de nuestro pueblo como para constituir, por sí sola, un obstáculo psicológico importante al proceso revolucionario. Para una izquierda que aspire a gobernar España y transformarla profundamente, no es peligroso e incluso quimérico instaurar una nueva república, desafiando esa imagen tan enraizada y que evoca tantas aspiraciones de orden, de respeto y de jerarquía? Por otra parte, ¿no es verdad que resulta conveniente que mantengan esa imagen, al menos hasta el día en que puedan prescindir de ella, quienes deseen hacer una transformación inmensa, en una atmósfera de aparente tranquilidad y sin despertar reacciones? Mientras tanto, la Monarquía deberá ser "un órgano más del Estado", que "empiece por hacerse perdonar que es monarquía" (García Escudero, A vuelta con las dos Españas, BAC, Madrid, 1979, pp. 68-71). Un periodista llamó a los nuevos partidarios de ésta con el muy expresivo nombre de "monarquipublicanos" (ABC, 21-5-86) y Emilio Romero, con los de "monárquicos de retorta, o de probeta, y no de conciencia o de admiración" (op. cit., p. 20). El objetivo socialista Pablo Castellano, cuando era todavía líder destacado del PSOE, mostraba que desde el punto de vista socialista la democracia y la monarquía son incompatibles: "Democracia y república son términos absolutamente inseparables". Y trazaba un cronograma: "Cuando la democracia esté debidamente asentada, vivida en la mente de todos (...) y llevada en su razón práctica por todas y cada una de las instituciones hasta sus últimas consecuencias, dará un solo y único resultado, que se llamará la república" (El Alcázar, 16-4-85). 1) ABC, 2-6-86. 2) ABC, 2-6-86. 3) Diario 16, 5-7-85. 4) Pierre Fougeyrollas, Marx, Freud et la révolution totale, Anthropos, París, 1972, p. 390. 5) Ibídem. 6) Socialismo y Cultura, en PSOE, Propuestas Culturales, Mañana Editorial, Madrid, 1978, p. 30. 7) Ibídem, p. 27. 8) Ibídem, p. 25. 9) En este mismo sentido ya advertía la resolución política del XXVII Congreso del PSOE, de diciembre de 1976: "Muchos intentos esperanzadores y preñados de fe socialista han fracasado por no haber prestado atención suficiente a los posibles traumas a corto plazo de una transición sin condiciones previas adecuadas, por haberse dejado llevar por voluntarismos suicidas." A continuación, la resolución enuncia la orientación política que debe ser seguida por el PSOE: "Se trata de avanzar, en la serenidad y sin dramatismo, y no de pasar a la historia como autores heroicos de un intento fracasado más de utopía social" (XXVII Congreso del PSOE, Editorial Avance, Madrid, 1977, pp. 255-256). 10) Herbert Marcuse, La Sociedad Carnívora, Editorial Galerna, Buenos Aires, 1969, pp. 44, 45, 76, 77, 91. 11) Henri Arvon, Le Gauchisme, PUF, París, 1974, pp. 97-98. 12) Ibídem, p.98. 13) Txiki Benegas, "Hemos hecho una revolución tranquila", en El Alcázar, 17-5-86. 14) ABC, 20-3-83. 15) Le Monde, 7-2-86. 16) Sandro Viola, "Spagna saggia ed europea" en La Repubblica, 1-5-85. 17) "El Parlamento europeo duerme", en ABC, 5-6-86. 18) "El silencio", en ABC, 1-7-86. 19) Apud Juan José Morato, El Partido Socialista Obrero, Ayuso, Madrid, 1976, p. 162. 20) En esta asamblea venció, por 123 votos contra 113, la siguiente proposición: "Reconocemos humildemente y pedimos perdón porque no siempre supimos ser verdaderos 'ministros de reconciliación' en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos" (Secretariado Nacional del Clero, Asamblea Conjunta Obispos-Sacerdotes, BAC, Madrid, 1971, p. 171). 21) No sin razón la Iglesia se da a sí misma el calificativo de militante: "Los justos abominan a los impíos, y los impíos abominan a los que siguen el buen camino" (Prov. 29, 27). Enemistad mutua que fue establecida por el propio Dios — irreconciliable y toda divina —, como enseña San Luis María Grignion de Montfort analizando el pasaje bíblico: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo" (Gen. 3, 15). 22) Ya en 1967 una declaración oficial del PSOE expresaba su alegría y sus esperanzas con la demolición de las barreras antisocialistas en los ambientes católicos. Atribuye el hecho a un cambio de actitudes verificado en los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI así como al clima creado por el Concilio Vaticano II: "El PSOE reconoce la enorme distancia del tono y propósito que media entre el texto de la Encíclica Nostis et Nobiscum, dada al mundo por Pío IX (...) y el realista texto, tan pleno de esperanza, de la Populorum Progressio (...). La Iglesia tomó conciencia de las cuestiones sociales con retraso y con prejuicios. Comienza condenando al socialismo en la Nostis et Nobiscum, en la Quanta Cura y en el Syllabus, con Pío IX (...). León XIII continúa el combate (...). Juan XXIII en la Mater et Magistra habla de socialización con el cordial respeto característico de este Pontífice. (...) ¡Qué diferencia entre el tono imprecatorio del Syllabus y el sereno y realista clima de aggiornamento de la Pacem in Terris! No es hora de reavivar las recriminaciones, sino de comprensión. (...) Con este espíritu inició sus labores el Concilio Vaticano II, y su fruto ha sido la coyuntura de una Iglesia renovada. (...) Esto permite pensar honradamente que los problemas que anteriormente fueron causa de enemistad y de guerra han desaparecido (...). Es evidente la urgencia para llegar a una meta feliz por el razonable camino de la colaboración." Continúa el PSOE: "Entre la Nostis et Nobiscum de Pío IX (...) y la afirmación conciliar a través de la Gaudium et Spes (...) existe la enorme distancia espiritual que pueda caber entre una injusta y colérica condena y una mutua actitud de sonrisa y manos abiertas." Finalmente, el Partido Socialista se manifiesta satisfecho por las perspectivas que el acercamiento católico-socialista dejaba entrever: "El PSOE tiene la convicción de que la España que suceda a la dictadura del general Franco (...) consolidará su propósito de renovación progresista con un efectivo acercamiento de católicos y socialistas, colaboradores en la creación de un futuro común. Futuro que irán construyendo día a día, por la decisión socialista, que es también ecuménica, y por la presencia en el mundo español de una Iglesia que (...) se desconstantiniza" (apud M. Azcárate, Los marxistas y la religión, Ed. Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1977, pp. 157, 160, 167). También el PCE manifestó la misma satisfacción. A partir de 1956 comenzó a trabajar por la reconciliación, encontrando en esa tarea compañeros de viaje inesperados. Véase, por ejemplo, lo que dice el comunista Ignacio Gallego: "El único lenguaje comprensible hoy es el de la reconciliación nacional. Es el lenguaje que los comunistas venimos empleando desde hace muchos años. Es el lenguaje que también hace suyo hoy la Iglesia (...). En 1956 (...) el Partido Comunista declaraba: (...) El Partido Comunista declara solemnemente estar dispuesto a contribuir sin reservas a la reconciliación nacional de los españoles, a terminar con la división abierta por la guerra civil (...) La clase obrera, los estudiantes (...) amplios sectores católicos, reconocieron el mérito de un partido que, perseguido (...) daba un ejemplo de madurez y generosidad (...) ¿Y la Iglesia? En su interior se movían corrientes renovadoras. Nosotros las hemos seguido con interés y simpatía (...) En la vida todo cambia y, afortunadamente, los hechos muestran que la Iglesia no escapa a esa ley" (Ignacio Gallego, Desarrollo del Partido Comunista, Ebro, París, 1976, pp. 224-226). 23) Vida Nueva, 8-3-86. 24) En J. Linz y otros, España: un presente para el futuro, Instituto de Estudios Económicos, Madrid, 1984, vol. 1, p. 212. 25) Ya, 22-8-81. 26) Mons. Elías Yanes afirmó: "Remontándonos un poco a la Historia habría que analizar lo que ha supuesto la doctrina social, sobre todo a partir de Juan XXIII. La prueba de que esa doctrina está ahí es que su mensaje ha influido de tal forma que una gran parte del electorado, sobre todo de la gente sencilla, ha votado al Partido Socialista" (Diario 16, 25-10-83). Y también: "Hay decisiones políticas con una vertiente moral — observó aún el arzobispo de Zaragoza — sobre las que la Iglesia tiene una influencia ineludible entre el electorado. Y concluyó: qué duda cabe, que ha influido en que los católicos hayan votado al socialismo" (Ideal, 25-10-83). 27) Jorge Verstrynge, La normalización democrática (Elementos para la salida del siglo), Alianza Popular, Madrid, 1982, pp. 10, 12, 14). 28) ABC, 18-3-85. 29) Diario 16, 22-2-87. 30) Ibídem. 31) ABC, 21-6-86. 32) ABC, 4-1-87. 33) El País, 22-3-86. 34) José María García Escudero, A vueltas con las dos Españas, BAC, Madrid, 1979, pp. 173, 189 a 191, 200. Ver también pp. 178-179. 35) Diario 16, 19-7-86. 36) ABC, 20-3-83. 37) Al dar directrices a los dirigentes socialistas, el XXX Congreso del PSOE advierte que, para cumplir su actual objetivo de ser la "suma de aspiraciones y reivindicaciones de aquellos sectores que constituyen el bloque social progresista" es necesaria una "urgente renovación ideológica", cuya primera característica consiste en "huir de cualquier dogma" (Resoluciones — XXX Congreso del PSOE, Madrid, 13-16 de diciembre de 1984, p. 13). Es decir que al PSOE le interesa que sus afiliados no tengan certezas y estén imbuidos de relativismo, pues las convicciones rígidas de los propios socialistas representan un obstáculo en su camino. 38) Alfonso Guerra y otros, El futuro del socialismo, Editorial Sistema, Madrid, 1986, pp. 12-13. 39) Ibídem, p.14. 40) Ibídem, p.15. 41) Ignacio Sotelo, Los socialistas en el poder, Ediciones El País, Madrid, 1986, pp. 18-19. 42) "La gran siesta nacional", en ABC, 15-9-86. 43) "Los cuatro frentes", en ABC, 30-1-87. 44) "Anestesia", en ABC, 7-11-86. 45) "Los efectos de la anestesia", en Época, 30-6-86.
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