Plinio Corrêa de Oliveira

Nobleza

y élites tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana

 

Bookmark and Share

Editorial Femando III, el Santo

Lagasca, 127 - 1º dcha.

28006 — Madrid

Tel. y Fax: 562 67 45

Primera edición, julio de 1993.

Segunda edición, octubre de 1993

© Todos los derechos reservados.


NOTAS

Algunas partes de los documentos citados han sido destacadas en negrita por el autor.

La abreviatura PNR seguida del número de año y página corresponde a la edición de las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana publicadas por la Tipografía Políglota Vaticana en Discorsi e Radiomessaggi di Sua Santitá Pió XII cuyo texto íntegro se transcribe en Documentos I.

El presente trabajo ha sido obtenido por escanner a partir de la segunda edición, de octubre de 1993. Se agradece la indicación de errores de revisión. 


DOCUMENTOS IX

El carácter familiar del gobierno feudal

El rey, padre de su pueblo

 

Para ilustrar convenientemente el carácter familiar del gobierno feudal conviene transcribir algunos párrafos del denso libro de Mons. Henri Delassus El espíritu familiar en el hogar, en la ciudad y en el Estado, en el cual se describen los orígenes de dicho régimen.

Para dar el debido relieve a la materia citada, parece necesario proporcionar previamente algunos datos biográficos acerca de su autor, figura muy destacada en la lucha que la Iglesia de Francia emprendió contra las embestidas del liberalismo y del modernismo afínales del siglo XIX e inicios del XX.

1. Breves rasgos biográficos

Mons. Henri Delassus (1836-1921), ordenado sacerdote en 1862, ejerció su ministerio como párroco en Valenciennes (Saint-Géry) y Lille (Sainte-Catherine e Sainte-Marie-Madelaine). En 1874 es nombrado Capellán de la Basílica de Notre-Dame de la Treille (Lille), en 1882 Canónigo honorario, y en 1904 Prelado Doméstico. Es ascendido a Protonotario Apostólico en 1911, y en 1914 pasa a ser Canónigo de la recién creada diócesis de Lille y Deán del Cabildo de su catedral.

Desde 1872 colabora en la “Semaine Religieuse du Diocèse de Cambrai”, de la cual se convertirá en propietario, director y principal redactor en 1874. Hizo de esta publicación “un bastión contra el liberalismo, el modernismo y todas las formas de conspiración anticristiana en el mundo”. Con la creación de la Diócesis de Lille esa revista tomó el nombre de “Semaine Religieuse du Diocèse de Lille”, convirtiéndose en órgano oficial del obispado en 1919.

Mons. Delassus fue ordenado sacerdote durante el reinado de Pío IX, y falleció ya en el pontificado de Benedicto XV; pero ejerció la mayor parte de las actividades de su ministerio siendo Papas León XIII y San Pío X.

Tuvo parte destacada en las encendidas polémicas que marcaron la vida de la Iglesia durante dichos pontificados, siempre movido por las grandes preocupaciones que marcaron los reinados de Pío IX y San Pío X. Afrontaba los problemas religiosos, sociales y políticos de la Europa y América de su tiempo de un modo muy semejante a como lo hacían Pío IX y San Pío X, cuya orientación defendió con inteligencia, cultura y valentía insuperables tanto durante el pontificado de ambos como durante el de León XIII.

Como se sabe, la interpretación que este último daba al panorama general religioso, social y político de la Europa y América del mismo periodo, bien como Cardenal-Obispo de Perusa, bien como Papa, no coincidía en muchos puntos con la dada por Pío IX y San Pío X, en la medida en que esto puede ocurrir entre Papas. Era natural que la fidelidad de Mons. Delassus a la línea de pensamiento y acción que siguió bajo Pío IX, y continuaría en los pontificados siguientes, le expusiera a incomprensiones, advertencias y medidas cautelares —probablemente penosas para él— provenientes de la Curia Romana del tiempo de León XIII. Él las recibió con todo el acatamiento preceptuado por las leyes de la Iglesia, pero usó también la libertad que le garantizaban las mismas leyes.

Así pues, sus ataques al Congreso Eclesiástico de Reims (1896) y al Congreso de la Democracia Cristiana (1897) llevan a la administración diocesana y a la Santa Sede a invitarle a ser más prudente. En 1898 una carta del P. Sebastián Wyart le hace ver que sus artículos polémicos desagradan al Vaticano. En seguida, la Santa Sede le pide que cese “su refractaria campaña y sus impetuosas polémicas”. En 1902 el Cardenal Rampolla solicita a Mons. Sonnois, Obispo de Cambrai, que haga una advertencia a la “Semaine Religieuse”, revista de Mons. Delassus.

La ascensión de San Pío X al Solio Pontificio habría de reparar ampliamente a Mons. Delassus los sinsabores sufridos. El santo Pontífice comprendió, admiró y apoyó claramente al valiente polemista, así como éste también apoyó sin reservas la lucha antiliberal y antimodernista de San Pío X.

Como reconocimiento a los méritos de esta lucha, el valeroso sacerdote fue elevado por San Pío X a Prelado Doméstico en 1904, a Protonotario Apostólico en 1911, y fue también promovido al cargo de Deán del Cabildo Catedralicio de Lille en 1914. [1]

Comprensiblemente, Mons. Delassus suspendió durante la guerra sus polémicas en beneficio de la unión nacional contra el adversario externo, al igual que lo hicieron los polemistas franceses de todos los matices. En los albores de la paz, en 1918, Mons. Delassus encendía de nuevo esa llama sagrada de polemista que la muerte habría de extinguir poco después.

Publicó las siguientes obras: Histoire de Notre-Dame de la Treille, patronne de Lille (1891), L’ américanisme et la conjuration antichrétienne (1899), Le problème de I’heure présente: antagonisme de deux Civilisations (2 vol., 1904), L’encyclique “Pascendi dominici gregis” et la démocratie (1908), Verités sociales et erreurs démocratiques (1909), La conjuration antichrétienne: le temple maçonnique voulant s’elever sur les ruines de l’Eglise catholique (con prefacio del Cardenal Merry del Val, 3 vol., 1910), Condamnation du modernisme dans la censure du Sillón (1910), La question juive (separata de La Conjuration Antichrétienne, 1911), La Démocratie chretienne: parti et école vus du diocèse de Cambrai (3911), La mission posthume de Jeanne d’Arc et le règne social de Jésus-Christ (1913), Les pourquoi de la guerre mondiale: réponses de la justice divine, de l’histoire, de la bonté divine (3 vol., 1919-1921). [2]

2. Patria: el señorío del padre

Tras recordar la tesis de Fustel de Coulanges sobre la familia como célula madre de la sociedad antigua, Mons. Delassus muestra que dicha tesis se aplica también a los orígenes de la civilización actual:

“Vemos a los agrupamientos sociales constituirse de la misma manera en los orígenes de nuestro mundo moderno.

“La familia, al extenderse, formó entre nosotros la mesnada (Mesnie, Magnie: casa, familia, como se dice todavía hoy ‘la casa de Francia’), así como había formado la phratria entre los griegos, y la gens entre los romanos. ‘Los parientes, dice Flach (Les Origines de l’ancienne France), agrupados alrededor de su jefe, formaron el núcleo de un compañerismo extendido, la mesnada. Los textos de la Edad Media, crónicas y canciones de gesta, nos hablan de la mesnada, ampliada por el patronato y la clientela, como correspondiendo exactamente a la gens romana’. A continuación, Flach muestra como la mesnada se desarrolla, a su vez, y produce el feudo, familia aún más extensa cuyo señor feudal es aún el padre; tanto es así, que para designar al conjunto de las personas reunidas bajo la soberanía de un jefe feudal, se encuentran con frecuencia en los textos de los siglos XII y XIII —épocas en que el régimen feudal alcanzó su pleno desarrollo—, la palabra ‘familia’. ‘El barón, dice Flach, es ante todo un jefe de familia’. Y el historiador cita algunos textos en que el padre es asimilado específicamente al barón, y el hijo al vasallo.

“‘Una extensión mayor, forma al gran señor’. Del pequeño feudo sale el grande. La aglomeración de los grandes feudos formará los reinos.

“Así se formó nuestra Francia. La lengua nos da testimonio de ello tan fielmente como la Historia.

“Al conjunto de las personas sometidas a la autoridad de un padre de familia se le llama familia. A partir del siglo X, al conjunto de las personas reunidas bajo la autoridad de un señor, jefe de una mesnada, se le llama familia. Al conjunto de las personas reunidas bajo la autoridad de un barón, jefe de un feudo, se le llama familia. Y más adelante veremos que el conjunto de las familias francesas fue gobernado como una familia. El territorio sobre el cual se ejercían esas diversas autoridades ya sea que se tratara de la de un jefe de familia, de la del jefe de mesnada, del barón feudal o del rey— es denominado uniformemente en los documentos como patria, el señorío del padre. ‘La patria, dice Frantz Funck-Brentano, era al principio el territorio de la familia, la tierra del padre. La palabra se extendió al señorío y a lodo el reino, puesto que el rey era el padre del pueblo. El conjunto de los territorios sobre los que se ejercía la autoridad del rey se llamaba, por tanto, ‘Patria’.” [3]


NOTAS

[1] Con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales, Mons. Delassus recibió del Pontífice la siguiente carta:

“Hemos sabido con alegría que dentro de pocos días completaréis el quincuagésimo año de vuestro sacerdocio. Os felicitamos de todo corazón, pidiendo a Dios para Vos todo género de prosperidades.

“Nos sentimos llevados a este acto de benevolencia que tanto merecéis, bien lo sabemos, tanto por vuestra devoción a Nuestra Persona como por los testimonios inequívocos de vuestro celo por la doctrina católica que defendéis, así como por la disciplina eclesiástica que mantenéis, así como, en fin, por todas estas obras católicas que sostenéis y de las cuales tiene nuestra época tan gran necesidad.

“A causa de tantos santos trabajos es de todo corazón que os dispensamos estos merecidos elogios y os concedemos, con toda buena voluntad, querido hijo, la Bendición Apostólica, al mismo tiempo prenda de Gracias celestiales y testimonio de nuestra benevolencia.

“Dada en Roma, a los pies de San Pedro, el 14 de junio de 1912, noveno año de nuestro pontificado.

“Pío X, Papa” (Actes de Pie X, Maison de la Bonne Presse, París, 1936, t. VII, p. 238).

[2] Cfr. Dictionaire du monde religieux dans la France contemporaine, Beauchesne, Paris, 1990.

[3] Société Saint-Agustin — Desclée, de Brouwer et Cie., Lille, 1910, pp. 16-17.