La
doctrina social católica en el Magisterio Pontificio
1-
Enseñanzas de León XIII sobre problemas sociales y económicos: síntesis
promulgada por el Papa San Pío X en Motu proprio del 18 de diciembre de
1903.
I – “La sociedad humana, tal
como ha sido constituida por Dios, está compuesta de elementos desiguales,
como son desiguales los miembros del cuerpo humano; hacerlos a lodos
iguales es imposible, y ello implicaría la destrucción de la propia
sociedad (encíclica Quod Apostolici muneris).
II - "La igualdad de los
diferentes miembros sociales consiste sólo en que todos los hombres tienen
su origen en Dios Creador, que han sido redimidos por Jesucristo y deben a
la norma exacta de sus méritos y deméritos ser juzgados y premiados o
castigados por Dios (encíclica Quod Apostolici muneris).
III - "De aquí viene que, en
la sociedad humana, sea conforme a la ordenación de Dios que haya
gobernantes y gobernados, patronos y proletarios, ricos y pobres, sabios e
ignorantes, nobles y plebeyos, los cuales, unidos todos por un vínculo de
amor, se ayuden mutuamente a conseguir su último fin en el cielo y, sobre
la tierra, su bienestar material y moral (encíclica Quod Apostolici
muneris).
IV – “El hombre tiene sobre
los bienes de la tierra no sólo el simple uso, corno los brutos, sino
también el derecho de propiedad estable; y no únicamente de aquellas cosas
que se consumen con el uso, sino también de aquellas que el uso no consume
(encíclica Rerum Novarum).
V - "Es derecho de
naturaleza, sin excepción, la propiedad privada, fruto del trabajo o del
ingenio, o por cesión o donación de otro; y cada uno puede razonablemente
disponer de él como le parezca (encíclica Rerum Novarum).
VI - "Para componer la
discordia entre los ricos y los proletarios es menester distinguir la
justicia de la caridad. No existe derecho a reclamación sino cuando se ha
lesionado la justicia (encíclica Rerum Novarum).
VII – “Obligaciones de
justicia, respecto del proletario y del obrero, son éstas: rendir entera y
fielmente el trabajo que libremente y conforme a equidad se ha pactado; no
causar daño a los bienes, ni ofensa a la persona de los patronos; en la
defensa misma de los propios derechos, abstenerse de actos violentos, no
convertirla jamás en motín (encíclica Rerum Novarum).
VIII - "Obligaciones de
justicia de los capitalistas y patronos son éstas: pagar el justo salario
a los obreros; no denegarles sus justos ahorros ni con violencias, ni con
fraudes, ni con usuras manifiestas o paliadas; darles libertad para
cumplir con sus deberes religiosos; no exponerlos a seducciones
corruptoras ni a peligros de escándalos; no apartarlos del espíritu de
familia ni del amor al ahorro; no imponerles trabajos desproporcionados a
sus fuerzas o inadecuados a su edad o sexo (encíclica Rerum Novarum).
IX – “Obligación de caridad
de los ricos y acaudalados es la de subvenir a los pobres y a los
indigentes, según el precepto evangélico. Precepto que obliga tan
gravemente, que en el día del juicio se pedirá cuenta de muy especial
manera de su cumplimiento, según dice el mismo Cristo (Mt. 25) (encíclica
Rerum Novarum).
X - "Los pobres, finalmente,
no deben avergonzarse de su indigencia ni desdeñar la caridad de los
ricos, sobre todo teniendo a la vista a Jesús Redentor, que, pudiendo
nacer entre riquezas, se hizo pobre para ennoblecer la indigencia y
enriquecerla con incomparables méritos para el cielo (encíclica Rerum
Novarum).
XI - "Para el arreglo de la
cuestión obrera pueden contribuir grandemente los capitalistas y los
obreros mismos mediante instituciones ordenadas a proporcionar las
oportunas ayudas a los menesterosos y para aproximar y unir las dos clases
entre sí. Tales son las sociedades de socorros mutuos, los patronatos para
los niños, sobre todo las corporaciones de artes y oficios (encíclica
Rerum Novarum) (...)
XII - "Finalmente, los
escritores católicos, al patrocinar la causa de los proletarios y de los
pobres, deberán cuidarse de emplear un lenguaje que pueda inspirar en el
pueblo aversión a las clases superiores de la sociedad. No hablen de
reivindicaciones ni de justicia cuando se trate de mera caridad, como
antes fue explicado. Recuerden que Jesucristo quiso unir a todos los
hombres con el vínculo del amor recíproco, que es perfección de la
justicia y que comporta la obligación de ocuparse del bien recíproco
(instruc. De la S.C. de AA. EE. EE.)".
Benedicto XV enseñó: "Sepan
muy bien los que se hallan en inferior posición y fortuna que la
diferencia de clases en la sociedad civil tiene su origen en la naturaleza
misma y que, por consiguiente, debe atribuirse a la voluntad de Dios"
(Soliti Nos, 11-3-1920, §3).
San Pío X se extiende sobre el mismo punto:
"La campana de Belén es una escuela en la cual, si el cumplimiento
de las promesas divinas no es revelado a los sabios y a los prudentes del
siglo, sino sólo a los párvulos, esto es, a los simples pastores, esto no
sucede ciertamente porque Jesús quiera demostrar preferencias en las
condiciones humanas. La sociedad de los hombres es la obra de Dios. Dios
mismo ha querido la diversidad de condiciones, y Jesús no ha venido a
cambiar este orden, llamando a sí sólo a los pobres. Ha nacido para todos.
Esto es tan cierto, que para demostrar este carácter de universalidad,
completamente propio de su divina misión, quiso nacer en lugar donde a
ninguno le fuese vedado el acceso; quiso descender de sangre real, para
que no le desdeñasen los príncipes; quiso nacer pobre, para que todos sin
excepción pudiesen acercarse a Él; quiso, en fin, aparecer niño, para
hacerse todo a todos y para que ninguno tuviese temor de avecinarse a Él”
(Sermón a los Cardenales de 23 de diciembre de 1904).
León XIII advierte: "Por lo
tanto, cuando se plantea el problema de mejorar la condición de las clases
inferiores, se ha de tener como fundamental el principio de que la
propiedad privada ha de conservarse inviolable" (Rerum Novarum, 15-5-1891,
§11).
Y Juan XXIII dice: "Quien se
atreve a negar la diversidad de las clases sociales, ya por ello mismo va
contra las leyes de la misma naturaleza" (Ad Petri Cathedram de 29 de junio de 1959, Doctrina Pontificia,
III Documentos Sociales, BAC, p. 1172).
En el misino sentido, Juan Pablo II afirma: "Aprendí que un joven comienza a envejecer peligrosamente cuando (...) pasa a creer que la única esperanza para mejorar la sociedad está en promover la lucha y el odio entre grupos sociales, en la utopía de una sociedad sin clases" (Todos los pronunciamientos del Papa en Brasil, p. 34).