La marcha descendiente de la utopía autogestionaria
Alguien podría preguntarse si, a la larga, ese desvencijamiento progresivo
de las estructuras sociales y estatales contemporáneas no podría
reconducir a los pueblos hacia una orden de cosas parecida a la sociedad
patriarcal primitiva... Nada más lejano de la realidad. La base de la
sociedad patriarcal fue la familia que, agrupada en clases, dio origen a
sociedades mayores, que, por un dinamismo ascensional, llegaron a
constituirse políticamente en Estados. Si la hipertrofia de éstos, así
como de la civilización industrial, es un mal, la marcha
neorrevolucionaria que estamos describiendo es un mal mayor, y
de ningún modo desembocará en una sociedad orgánica, en la cual la familia
ocupe el lugar que le corresponde. Primero, porque no es una marcha
espontánea y libre, sino planeada e inducida; y además, porque su efecto
concreto será apagar las personalidades, disgregar las familias, conducir
hacia el amor libre, destruir la idea misma de orden moral y el tejido
social orgánico, conducir a un estado de cosas anarquizante, que no puede
terminar sino en un caos completo o en una dictadura sin precedentes de
los micro-colectivismos cibernéticos...
De cualquier modo, sí los
neosocialistas son esquivos sobre los pasos futuros de la marcha
neorrevolucionaria, sectores revolucionarios más radicales —por
ahora minoritarios— ya predican el abandono inmediato del Estado y de la
civilización. Unos propugnan el retorno del hombre a la naturaleza
—presentando la organización tribal indígena como modelo—, otros buscan
llegar a la anarquía a través de la difusión de las comunidades
autogestionarias.
Sobre los primeros, cabe decir que, desde Mayo de 1968, la Antropología
Estructuralista del etnólogo Claude Lévi-Strauss —que exalta la sociedad
indígena paleolítica como la más próxima del ideal humano— ha despertado
la atención de los utópicos.
El tribalismo indígena es propugnado también por importantes sectores del
clero progresista, que se
dedican a un nuevo estilo de misiones
no evangelizadoras entre los indígenas de Iberoamérica y que
cuentan con apoyo de organismos episcopales. Puede consultarse al respecto
la documentada obra del profesor
Plinio Corrêa de Oliveira,
Tribalismo indígena — ideal comuno-missianário para o Brasil no século XXI.
Sobre las relaciones entre la Antropología Estructuralista, el tribalismo
y el paso de la revolución comunista a su etapa autogestionaria, ver
también del mismo autor
Revolución y
Contra-Revolución,
pp. 154-160.
Entre los utópicos del nuevo anarquismo se encuentran los restos del
llamado situacionismo de Mayo
del 68, hoy difundidos por los que predican la desaparición del Estado y
la destrucción de la sociedad industrial a partir de la revolución en la
vida cotidiana (cfr. Richard GOMBIN,
Les origines du gauchisme, pp. 79-98, 177-180).
Por otra parte, están quienes postulan el establecimiento de la llamada democracia directa, en la cual gobernarán los consejos o asambleas obreras (cfr. Cornelius CASTORIADIS, Le contenu du socialisme, pp. 78-81; Richard GOMBÍN, Les origines du gauchisme, pp. 101-104). En España estas facciones se mueven principalmente dentro o en torno a la CNT.